La decisión de Rusia de lanzar un ataque militar sobre Ucrania se explica por la voluntad de Vladimir Putin de garantizar la centralización política y la unidad territorial de su país. Una idea que recupera la concepción de Rusia como “imperio terrestre” y contempla la creación de un cinturón de seguridad en su frontera.
Al reconocer la independencia de dos regiones separatistas primero y atacar Ucrania después, Vladimir Putin aceleró la espiral de sanciones contra Rusia: lista negra de dirigentes, embargos, restricciones financieras. Aunque en el pasado han sido rara vez eficaces, Occidente recurre cada vez más a este tipo de medidas.
La guerra contra el terrorismo iniciada por Estados Unidos tras los atentados del 11 de Setiembre permitió a sus dos grandes rivales, China y Rusia, modernizar su aparato militar. Desde 2018 Washington busca recuperar el tiempo perdido: Ucrania puede ser una buena excusa para reafirmar su lugar de principal potencia militar.
Las motivaciones de Rusia, la política exterior de Estados Unidos y la diplomacia de las sanciones, vistas bajo el duro y frágil cristal del regreso de la guerra al escenario europeo.