La Intendencia de Montevideo (IM) y la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (Dinali) renovaron este miércoles un convenio por el cual brindan oportunidades laborales, en tareas de limpieza y recolección de residuos en la ciudad, a personas liberadas del sistema carcelario. En vista de los buenos resultados de la experiencia piloto, con la firma del nuevo acuerdo ingresarán 18 nuevos liberados con contrato a término por un año para desarrollar tareas en los municipios F y D, con una carga horaria de siete horas diarias y un sueldo líquido de aproximadamente 22.000 pesos.
El intendente Christian Di Candia definió la iniciativa como “una respuesta política” para brindar acompañamiento a “personas que lamentablemente en algún momento cayeron en un penal”, de forma que puedan “recuperar su vida, reinsertarse con sus familias, sus entornos y sus barrios”. “Muchas veces la Intendencia no tiene competencia directa sobre algunos temas, pero siempre que las situaciones tengan que ver con las personas y con la vida de las personas en la ciudad, van a ser de nuestra injerencia”, afirmó. Asimismo, señaló que el programa también incluye una capacitación previa para que funcione como “un trampolín” y que “al salir de una situación jodida puedan reinsertarse desde otro lugar”.
El director interino del Departamento de Desarrollo Ambiental, Eduardo Fernández, aseguró que “las políticas sociales son claves” para la integración de la sociedad y que “si tenemos una ciudad limpia estaremos mostrando que somos mejores, estaremos evitando enfermedades y nos sentiremos orgullosos de ella”. En el mismo sentido, el director de la Dinali, Jaime Saavedra, destacó que 2019 va a finalizar con más de 40 oportunidades laborales para personas liberadas del sistema penitenciario por medio de acuerdos con la IM. “Uno dice 40 y puede parecer poco, pero en Uruguay una empresa es considerada grande a partir de 99 personas, así que la performance es brutal, así como el brazo solidario de la IM”, reflexionó.
A la firma del acuerdo asistió el comisionado parlamentario por el Sistema Penitenciario, Juan Miguel Petit, y también estuvieron presentes integrantes del colectivo de personas en situación de calle Ni Todo Está Perdido (Nitep). Saavedra afirmó que se trabajará con estos últimos, dado que “en muchos casos tienen un pasado penitenciario que los llevó a estar en situación de calle”. “Detrás de cada oportunidad laboral que se abre, hay una historia de reconversión personal, de esfuerzo, de dedicación, de gente que elige transitar un camino de participación fraterna en la comunidad. Y acompañar esa decisión vale mucho más que 1.000 cámaras de seguridad y que 1.000 patrulleros. Cada vez que consolidamos estas experiencias estamos haciendo una contribución enorme para la convivencia pacífica y la construcción de una sociedad más amorosa que la que hoy tenemos”, expresó.
Una mancha en el currículum
Daniel tiene 40 años, es padre de dos hijos y estuvo tres veces preso: la primera vez, cuatro años; la segunda, cinco meses; y la última, ocho meses. En noviembre de 2018 terminó de cumplir su última pena en la Unidad 4 del Instituto Nacional de Rehabilitación (ex Comcar), y en julio de este año comenzó a trabajar en el marco del acuerdo IM-Dinali. Junto con una decena de compañeros, asistió este miércoles a la ratificación del convenio en la sala de acuerdos de la comuna capitalina y conversó con la diaria sobre su experiencia en los tres meses que lleva de trabajo. Explicó que cada trabajador desarrolla sus tareas en una zona del municipio que le es asignada para barrer, descongestionar los contenedores y recolectar residuos de gran tamaño, como escombros, muebles y electrodomésticos.
Acceder a una oportunidad laboral no fue fácil para Daniel, que cargaba con el estigma de haber estado preso. “Cuando salí entré a trabajar en una estación de servicio y a los 25 días me pidieron mi currículum. Cuando lo entregué, uno de los encargados me dijo que me iban a rescindir el contrato por tener antecedentes”, relató. Aunque afirma que ahora, gracias al trabajo, pudo salir adelante, teme por lo que suceda una vez que finalice el contrato: “Muchos tenemos el temor de que en 12 meses se termina y tenemos que volver a empezar. Estaría bueno que nos den la oportunidad de quedarnos, porque tener un trabajo es a lo que todos aspiramos”, sostuvo. “Nosotros tratamos de brindar un servicio diferente que el de un simple barrendero: un ‘buen día’, un ‘buenas tardes’, una sonrisa, para ver si el día de mañana lo tienen en cuenta”, manifestó.