La forma en que utilizamos la tecnología es una cuestión política y de la forma en que se utilice depende el rumbo que va a tomar el trabajo en el futuro, dijeron Yasmin Fahimi, diputada socialdemócrata y ex secretaria de Estado del Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales de Alemania, y Víctor Báez, secretario general de la Confederación Sindical de Trabajadores de las Américas. Los expertos reflexionaron sobre los desafíos de la cuarta revolución industrial durante el encuentro Construir el Trabajo del Futuro, que tuvo lugar la semana pasada en Sinergia Design.
“Después de cada revolución industrial aumentó el volumen de trabajo, ¿por qué va a ser diferente en la cuarta revolución?”, reflexionó Fahimi, quien fue también secretaria general del Partido Socialdemócrata de Alemania y secretaria del Sindicato de la Industria Minera, Química y Energética. Para Fahimi, aunque no se puede negar que habrá sectores con mucho desempleo en los próximos años, la apuesta es detectar qué nuevas oportunidades surgen con el cambio digital y qué trabajos se requerirán en adelante, para poder sacar provecho de estas transformaciones. En este sentido, menciona como ejemplo cambios demográficos, como el aumento en la expectativa de vida de la población, con lo cual se precisará cada vez más trabajadores que cuiden a las personas mayores.
Para los expositores, las claves en la construcción del trabajo del futuro son la regulación del trabajo y la educación profesional permanente: el papel del Estado en diálogo tripartito con empresas y sindicatos como única forma de evitar la precarización del mercado de trabajo y la educación ocupacional como herramienta fundamental para afrontar los desafíos del mundo laboral y aumentar el valor de los trabajadores en el mercado. “La educación es clave para que Uruguay asuma un rol importante en la economía moderna internacional”, enfatizó Báez.
En caso de cambiar los sistemas productivos, las empresas deben recapacitar, no despedir a los empleados, afirmó Báez. “No se puede despedir a la gente y contratar una empresa tercerizada especializada”, sostuvo. En este sentido, el Estado debería aumentar la inversión en las capacitaciones de las personas, de forma de promover el aprendizaje permanente. La educación, aseguró, es la clave para reducir las asimetrías en el desarrollo. Además, “el Estado debe asegurar que haya trabajos seguros, decidir a quién le da empleo, así como poner las condiciones para que haya nuevas cadenas de valor dentro del país y que puedan desarrollarse”. No obstante, observó que ese tipo de inversión no es posible en países donde se cobren cada vez menos impuestos.
Fahimi se refirió también a las transformaciones que ya se están viviendo en el entorno laboral, sobre todo a las relacionadas con plataformas digitales como Uber, por ejemplo. En estos casos, el espacio de trabajo ya no es físico y se desdibuja el papel del empleador. Para Fahimi, es imperativo regular estos ámbitos si se quiere proteger los derechos del trabajador, defendiendo la obligatoriedad de los aportes sociales en estos sectores. La diputada se manifestó a favor de la flexibilización, siempre y cuando los trabajadores reciban recompensas, que pueden traducirse en dinero o tiempo libre.
En la misma línea, Báez planteó la necesidad de apostar a un contrato social que asegure el respeto a los derechos de los trabajadores y trabajadoras, la libertad sindical y la negociación colectiva –incluso para empleados de plataformas–, la soberanía sobre el tiempo, la disminución de las horas de trabajo sin reducir el sueldo y la protección social universal.