La escasez de recursos no sólo limita: a veces permite ordenar y dirigir las intenciones. Tal fue el caso del Parque Científico y Tecnológico de Pando (PCTP), cuna de la innovación local, que hace unos meses decidió iniciar un proceso de certificación para incentivar la exportación de conocimiento. “Nadie patenta porque sí, sino porque cree que el producto resultante podría tener una colocación en el mercado”, explica a la diaria el presidente del PCTP, Fernando Amestoy, quien dio cuenta de la necesidad de monitorear las líneas de investigación, así como los avances a nivel mundial para que no se invierta tiempo y dinero en una investigación que no se concretará en el mercado externo.

Para atender este nudo, el PCTP diseñó e implementó, junto con el CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, el Modelo de Aceleración de la Innovación, que estiman que redundará en mayores ventas de productos bio y nanotecnológicos locales en el exterior. Trabajar con esta metodología y estos procesos implica la definición de estrategias, el estudio de las opciones de creación de valor y la diferenciación en etapas tempranas para contar con información calificada para la toma de decisiones en todas las fases de los proyectos de investigación, desarrollo e innovación. También monitorear con quién se compite, cuáles son los temas más importantes en las áreas de investigación en la que se trabaje, dónde existen oportunidades y dónde no.

En concreto, implica la certificación de dos normas UNE (Una Norma Españoal), otorgadas por la Asociación Española de Normalización, la 166006 y la 166002, que refieren a la gestión de la innovación y a los servicios de vigilancia e inteligencia competitiva. Con esto se convierte en el primer parque en la región que ostenta un aval de este tipo. El proceso de gestión consiste en un tamizado de los proyectos en las agendas de investigación, para seleccionar los que tengan mayor potencial de transferencia y, a partir de esto, sistematizar los pasos desde la concepción de la idea hasta la comercialización del producto. Por otro lado, mientras que la inteligencia competitiva significa encontrar los nichos de mercado en los que se encuentra el mayor valor posible, el proceso de vigilancia consiste en tener en vista las investigaciones que se desarrollan a nivel mundial para “darle una vuelta” al producto en caso de que ya se haya patentado en otro país.

Según Amestoy, esta metodología asegura una investigación con internacionalización de los productos que surjan de ella. “Nuestro mercado es reducido en tamaño, entonces hay un eslabón débil entre el aparato productivo y la comercialización, que es necesario fortalecer”, establece, y agrega que “no se trata de algo teórico, sino concreto”. El plan piloto se hizo con tres empresas, en dos productos que ya cuentan con sus patentes y que se espera que en menos de un año estén en circulación. Si bien los acuerdos de confidencialidad no permiten adelantar demasiado, Amestoy cuenta que uno de ellos es “un medicamento de liberación prolongada, que actúa en implantes oculares”, y el otro, “un sistema de desarrollo de filtros especiales, de una empresa de tabaco que, más allá de los cigarrillos, servirá en términos generales como depuración de contaminación”. Se trata de productos que ya están desarrollados y se encuentran en las etapas de análisis de su potencial comercialización.

Desde noviembre de 2012 el PCTP es gestionado por la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar), la Cámara de Industrias del Uruguay, el Ministerio de Industria, Energía y Minería y la Intendencia de Canelones. Funciona, según Amestoy, desde “una visión sistémica que promueve el desarrollo tecnológico empresarial”. Allí convive un ecosistema conformado por 22 empresas de distintos sectores –cannabis, veterinario, química fina, biofarmacéutica, alimentario, biotecnología, agrobiotecnología y microbiología–, el Instituto Polo Tecnológico de Pando de la Facultad de Química –que comprende nueve plataformas de investigación que nuclean a 70 investigadores que trabajan con equipos y maquinarias de última generación– y la incubadora de empresas tecnológicas Khem.

En las instalaciones también funciona el Centro de Formación de Talento Humano para la Industria Química y Farmacéutica, con el objetivo de reconvertir a trabajadores de otras ramas de actividad y generar capacidades en el sector. Además, en el predio se dictan cursos de la Tecnicatura en Biotecnología Industrial del CETP-UTU, de la que este año egresarán los primeros 20 estudiantes; por otro lado, a partir del segundo semestre la Facultad de Química trasladará parte de las prácticas de laboratorio al PCTP. En total, Amestoy afirma que transitan unos 170 estudiantes por día, además de los de las carreras de posgrado.

El presidente del parque estima que esta certificación permitirá, además de expandir el sector exportador del país, contribuir con fondos –a partir de las patentes– destinados a los laboratorios de la Udelar y al PCTP.