Hay 218 millones de personas de entre cinco y 17 años de edad que se encuentran ocupados en la producción económica, y de ellos, 152 son víctimas del trabajo infantil y 73 se encuentran en situación de trabajo infantil peligroso, según datos provistos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los países miembros del organismo internacional coincidieron recién en 2002 en que el trabajo infantil era un problema. Fue entonces que acordaron que el 12 de junio sería declarado el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con el fin de concientizar sobre la magnitud real del problema y aunar esfuerzos entre gobiernos y organizaciones para erradicarlo.
“Los niños no deberían trabajar, sólo deberían soñar que lo hacen” fue la proclama elegida para 2019, cuando la OIT cumple su primer centenario. Este año se destacó, en particular, que 108 millones de los niños afectados trabajan en la agricultura, y que esta porción creció 12% –es decir, diez millones de niños más– desde 2012.
En Uruguay está prohibido el trabajo para menores de 14 años. Aquellos adolescentes de entre 15 y 18 años de edad que quieran trabajar sólo pueden hacerlo con previo permiso expedido por el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). De ninguna manera pueden trabajar en horario nocturno o desempeñarse en funciones de riesgo. Las últimas cifras oficiales indican que hay unas 60.000 personas de cinco a 17 años trabajando y que la cifra asciende a 90.000 si se tienen en cuenta las tareas del hogar.
Según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en 2018 se entregaron más de 2.160 permisos y se hicieron 2.600 inspecciones. Ayer, en rueda de prensa, la subinspectora general del Trabajo y de la Seguridad Social, Cristina Demarco, afirmó que se está trabajando en un nuevo relevamiento de datos para 2020, aunque aseguró que las cifras demuestran una disminución “considerable”.
Por su parte, el vicepresidente del INAU, Fernando Rodríguez, resaltó la disminución considerable del trabajo de niños en la calle. “En el pasado se veían niños vendiendo flores, pidiendo una limosna o desarrollando actividades semilaborales, con el objetivo de recaudar dinero para llevar a sus familias”, dijo, y agregó que a partir del trabajo interinstitucional “se puede afirmar que esa actividad se ha erradicado en las zonas céntricas de las principales ciudades del país”.