¿En qué rubro te desempeñás?
Trabajo como ilustradora, muralista y diseñadora gráfica. Hace ocho años que pinto murales en la calle y en espacios interiores. Participé en varios festivales de arte urbano en Uruguay y otros países. Otra actividad que desarrollo es la serigrafía; aprendí esta técnica en el taller de Óscar Ferrando hace nueve años, y ahora produzco con constancia en mi taller de Casa Wang, espacio que comparto con varios colegas en Ciudad Vieja. La ilustración también es una actividad frecuente en mi rutina; fui seleccionada para la muestra internacional de ilustración de la Feria Internacional de Ilustración de Bolonia, en Italia.
¿Cómo afectó la pandemia tu vida?
Los primeros meses fueron de mucha incertidumbre, el rubro artístico en general sin dudas fue muy perjudicado; varios de los murales que tenía agendados y los talleres que tenía programados para dar se cancelaron o se pospusieron, estos fueron meses de pausa. Personalmente me sirvió el freno para evaluar mis prácticas artísticas, repensar el ritmo de mi trabajo y las elecciones de mis actividades.
¿Qué te complicó y qué fue lo más sencillo?
También fue una pausa económica y me tuve que reinventar, mi ingreso se redujo en la venta de mis serigrafías. Al principio trasladé el taller de serigrafía a mi casa, y aunque mi forma de imprimir es muy artesanal, tuve que acomodar todas las herramientas e insumos a un espacio más pequeño. Me puse a crear en casa con otros tiempos, y jugando sin presión de terminar para alguien o en cierto tiempo. Fueron unos meses de experimentación. Hace poco volví al taller en Casa Wang, que comparto con varios amigos y colegas, valorando la suerte de tener un espacio de trabajo en común y poder compartir nuestras rutinas y prácticas artísticas. De a poco estoy retomando proyectos de murales. Ahora estoy pintando uno en la calle Charrúa, casi Bulevar Artigas.
¿Qué te parece que va a pasar?
Mi sensación con respecto a lo que va a pasar varía con los días. En los días positivos siento que esta situación nos muestra el privilegio de poder cuestionarnos, evaluar nuestras elecciones y ser más responsables con nuestro consumo. Otros días, más negativos, creo que todo va a volver a la misma “normalidad” de antes, donde los grandes responsables de la crisis ecológica y social en la que estamos nunca pararon y nunca lo van a hacer. Siento esa contradicción constante. El equilibrio lo encuentro refugiándome y compartiendo con los amigos, que me impulsan a seguir creando.
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