¿A qué te dedicás?
Soy escenógrafa, cordobesa que vive hace tres años en Uruguay. Tengo un teatro en miniatura con el que vengo recorriendo distintas zonas del país. Primero la costa, después las plazas, la peatonal Sarandí, y desde hace un tiempo estoy en las ferias, como actualmente, en la de Tristán Narvaja. La maldición del amor verdadero es el nombre de la obra. Fue una idea mía, todo el diseño es mío. Trata sobre una historia de amor que transcurre a través del tiempo, es una obra visual y sonora, la música es del compositor japonés Joe Hisaishi.
¿Qué fue lo más positivo y lo más negativo que te tocó vivir con la pandemia?
Lo negativo fue la disminución de gente en la calle. Los primeros días fueron terribles, se sintió la falta de turistas. Ellos tienen plata todo el mes; los uruguayos, no [se ríe]. Igualmente, yo seguía viniendo a la feria.
Lo positivo es que mi obra dura tres minutos y es para un solo espectador, y eso me permite cumplir con las normas sanitarias. Es como si fuera una obra para una sola persona; los espectadores pueden traer sus propios auriculares, por lo que no hay contacto alguno. Otra cosa que te deja de positivo esta pandemia es que te pone a prueba: ¿qué hago?, ¿cómo me reinvento? También pone sobre la mesa la noción de la contaminación: lo que tocamos, el lavado y la limpieza en general.
¿Qué te parece que va a pasar en el futuro?
Deseo que cambie todo, que venga una nueva era. Las cosas tienen un principio y un fin, como una obra. No todo tiene que ser igual que antes: nueva era, nueva vida. Ya es un antes y un después, y hay que estar lo más positivo que se pueda para seguir viviendo sin miedos, sin temores.
¿Te gustó este material fotográfico? Mirá más imágenes capturadas por el equipo de fotografía de la diaria.
Más artículos de Fotografía