En la rambla de la Ciudad de la Costa, a la altura de la parada 19 de Solymar, en el Mercado de Pesca, la intendencia canaria desarrolló el proyecto Canelones Nido, un centro de referencia, comercialización e integración productiva, conformado hasta ahora por 50 emprendimientos de mujeres de la zona.
La propuesta es un sitio abierto en el que las personas puedan pasear y conocer productos sustentables, a buenos precios y diferentes de los que pueden encontrarse en los centros comerciales tradicionales. Además, se promueve el desarrollo de emprendedores locales que de otra manera no tendrían sitio para exponer y vender sus productos.
“Nido es una cooperativa que lo que hace es fortalecer pequeños emprendimientos por medio del diseño y de la comercialización para que las personas puedan vivir de su trabajo”, dijo a la diaria Mariela Pérez, una de las integrantes de la directiva de Nido. Destacó que algunos de los valores que la cooperativa promueve es el cuidado del medioambiente, la equidad y la inclusión.
Contó que el proyecto se concretó gracias a que la Intendencia de Canelones (IC) lo presentó a un fondo de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), financiado con dinero del Congreso de Intendentes y de la Unión Europea; la intención es fortalecer pequeños emprendimientos que de otra manera no podrían expandirse. Pérez aclaró que para participar las emprendedoras tienen que estar formalizadas y, en el caso de los comestibles, deben seguir los controles de Bromatología.
Para que Nido funcione, cada una de las emprendedoras hacen un aporte de dinero mensual para el mantenimiento del local, dan 10% de sus ventas para comprar el packaging y trabajan entre cuatro y cinco horas semanales vendiendo todo lo que está en el mercado, por lo que cada una tiene que saber cómo y con qué se hacen los productos de las otras participantes.
“Se trata de economía circular”, aseguró Pérez, y subrayó que apuestan a “cuidar el medioambiente y a usar materiales nobles”. Un ejemplo de esto es que el local fue fabricado con placas de compensado de residuos. En el local está a la venta la bolsa Caracol, por la que NIDO fue declarada de interés ministerial por el antiguo Misterio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. Se trata de una bolsa para hacer mandados fabricada de algodón, que cuando se rompe se transforma en otros productos: dos trapos de piso y una cinta para guardar almohadones y almohadas. En este caso el textil se hace en Paysandú y se arma en Canelones.
“Cada emprendedora mantiene su impronta, pero la idea es fortalecerla, no que se diluya. Pretendemos mejorar la imagen y generar, en conjunto, una propuesta que abarque los distintos productos”, dijo. Más allá del espacio, que fue cedido por la IC, también hay cursos de capacitación y asistencia técnica, “estamos aprendiendo a hacer la contabilidad en conjunto; en ese marco el proyectotienen sus indicadores propios. La participación es público-privada, por lo que se está buscando un modelo que permita que la propuesta sea integral”, dijo.
Pérez afirmó que la pandemia fue un factor que no contribuyó a las ventas, porque mucho de lo que se ofrece en el local está pensado para turistas. De todas formas, aseguró que al estar en un lugar muy transitado, hay uruguayos que al conocer el sitio se acercan a comprar algo que no van a encontrar en otro sitio. Algo que podrá atraer más público es la próxima apertura de un restaurante, una marisquería, frente a Nido. Por ahora están potenciando la difusión en las redes sociales (Canelones Nido en Facebook y @nidouruguay en Instagram).
“Se eligió a emprendedoras que hicieran productos diferentes, con una impronta autóctona, y apuntamos a un público que le interese el cuidado del medioambiente, a una propuesta de diseño distinta y que quiera incluir [en el mercado] emprendimientos pequeños, que le interese generar trabajo local”, aseguró.
Pérez dijo que también trabajan con regalos empresariales y están haciendo otro tipo de trabajos para empresas, como tapabocas, delantales o uniformes, de tal forma de que varios proyectos puedan participar.
Entre los productos que venden hay ropa para niños y adultos; accesorios, como anillos, caravanas y cintos; elementos para el hogar, como cerámicas, tablas de cocina y sacacorchos; y libretas y juegos didácticos, entre otras cosas.
“Tenemos una parte de gastronomía, que es envasada; tenemos licores, salsas, bombones. Hay proyectos que se van a ir sumando”, dijo Pérez, y aclaró que no se trata de una iniciativa por los meses de verano sino que la idea es que el local esté abierto todo el año.
Sobre la proyección a futuro dijo que “el desafío es que la gente se acerque y pregunte, que los que vienen queden contentos con la propuesta, que se sepa que estamos acá y que tenemos productos de excelente calidad. De alguna manera la oferta les tiene que llegar a quienes pueden estar interesados”.
Con relación a los protocolos sanitarios, Pérez destacó que es un lugar amplio y aireado. “La gente puede sentirse tranquila: no hay aire acondicionado”, además de que hay alcohol en gel disponible y que se pide el uso de tapabocas. El hecho de que esté sobre la rambla es una ventaja a la hora de que circule el aire y de evitar contagios de (covid-19)[https://ladiaria.com.uy/coronavirus/].
Emprendedoras
Alba Montero, de Valentín Vestimenta, una empresa que fabrica ropa de mujer, dijo a la diaria que la gran ventaja de Nido es que es un lugar al que “muchas personas pueden acceder” y que pagar con débito es un plus. Montero comentó que ella fabrica en su casa y hasta ahora no tenía un lugar físico donde exhibir la ropa. “Voy a alguna feria de vez en cuando, vendo por internet, pero un lugar como este no tenía”, dijo.
Olga Hernández (Orolana Uruguay) vende en ferias de manera habitual, pero en NIDO “son otros los clientes, por lo que puedo hacer otro tipo de productos”. “Vienen a buscar cosas diferentes. Acá hay cosas de mucho nivel pero que se pueden comprar”, porque los precios son accesibles, aseguró. Hernández dijo que ella también produce en su casa, y lo mismo hace Bettiana Cabrera, de Almar Encuadernaciones, que se dedica a hacer libretas.
“Mis ventas son 90% online, y este proyecto permite que la gente venga a ver y conozca las libretas”. Cabrera destacó como algo muy positivo el relacionamiento con otras mujeres emprendedoras: “Nos acerca a un trabajo conjunto, nos sentimos apoyadas. Venir acá una vez por semana hace que nos sintamos apoyadas”, afirmó. Las tres mujeres destacaron la importancia de tener un empleo formal: “Al principio cuando se emprende un proyecto se puede pensar que no es necesario que sea formal, pero la experiencia, y si se quiere crecer, la formalización abre oportunidades como esta”, dijo Cabrera.