El Día Internacional de las Cooperativas se celebra este año bajo el lema “Reconstruir mejor juntos”, que está atravesado inevitablemente por la crisis que trajo aparejada la pandemia de covid-19. Para Graciela Fernández, presidenta de Cooperativas de las Américas, esa “reconstrucción” de cara al futuro debe basarse en dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía.
En entrevista con la diaria, la primera mujer en encabezar Cooperativas de las Américas habló sobre el rol activo que ha tenido el movimiento cooperativo durante la emergencia global. Entre otras cosas, señaló estrategias desplegadas para apoyar a las comunidades más vulnerables en la región y mantener el trabajo de las y los cooperativistas.
¿Qué desafíos ha planteado la pandemia de covid-19 para el movimiento cooperativo, tanto a nivel regional como internacional?
Nos hemos enfrentado a una situación compleja y el movimiento cooperativo internacional ha dado una respuesta sorprendente en cuanto a que no ha frenado su actividad. Esa capacidad de resiliencia del movimiento cooperativo, que es histórica, vuelve a ponerse arriba de la mesa. Un movimiento cooperativo que a nivel internacional venía trabajando para cumplir con los objetivos del desarrollo sostenible de esta década, 2020-2030. Esta pandemia aparece a fines de 2019 para todo el contexto mundial y a partir de marzo de 2020 en América, y nos pone de cara a esos conceptos que conforman nuestra génesis. El cooperativismo pone arriba de la mesa el concepto de cooperación que, en este momento, la mayoría de los politólogos y de los sociólogos también utilizan como término central para salir de la pandemia, que es global. El movimiento cooperativo también es esencialmente global: recordemos que la Alianza Cooperativa Internacional representa a más de 1.200 millones de asociados, de tres millones de cooperativas. Por lo tanto, para nosotros, atravesar fronteras en los compromisos y en las agendas es un tema común. En este contexto aparece la pandemia y las respuestas han sido fantásticas. Aparece la identidad cooperativa en nuestros compromisos con la comunidad y el territorio. A nivel internacional, las respuestas de las cooperativas de salud en Europa, por ejemplo, han sido relevantes en los sistemas de cuidados y en los sistemas financieros de ahorro y crédito y de seguros. Las cooperativas han cumplido con su objetivo central, que es atender a sus socios, a la masa social afectada. Esto es clave y lo hemos cumplido en territorio, con los sistemas de ahorro y crédito, el de salud, pero además el de consumo. El sistema de las cooperativas de consumo, que forma parte de una inmensa cadena de distribución, no se ha visto afectado. Y un tema central, en el mundo y en América sobre todo, han sido las cooperativas agrarias: todos nos hemos alimentado porque el agro no se ha detenido. Por lo tanto, las cooperativas agrarias y el sistema de la agricultura familiar –que forma parte de este espectro de las cooperativas agrarias– han dado una respuesta fantástica en el mundo, por lo que les debemos un gran reconocimiento.
“Las cooperativas sociales han sido históricamente, en el continente, una respuesta para las familias y los sectores más afectados y vulnerables”.
Según informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), los mercados de trabajo fueron golpeados durante la pandemia como nunca antes, y los más afectados fueron las trabajadoras y los trabajadores, sobre todo los autónomos y los que estaban en la informalidad. ¿Cómo se reorganizaron las cooperativas para hacer frente a este panorama?
La pandemia aparece en una América Latina y un Caribe que tenían profundas desigualdades, todas reflejadas en temas como el trabajo, el empleo o la salud, y ya tenían poblaciones que eran más afectadas. Esto ha quedado demostrado en los informes de la Cepal que plantean que nuestro PIB recién en 2023 podrá empezar a verse encaminado para las mujeres y los jóvenes. Las cooperativas han venido trabajando desde larga data en América para incidir en esta desigualdad, pero es la realidad que atraviesa nuestro territorio. Por supuesto que nosotros no tenemos la receta mágica para nada. En este momento, aquellos que no entiendan que sólo saldremos a través de diálogos sociales, con mucha humildad, sin soberbia, sin creer que tenemos todos los conceptos para solucionar los temas, no saben dónde estamos parados. Lo que hemos puesto en práctica aquí es nuestro compromiso con la comunidad y el desarrollo local en territorio, generando, a través de las cooperativas, las posibilidades de financiar pequeñas actividades para lograr ampliar las fuentes de trabajo y revertir el desempleo en toda la región. Pero, sobre todo, a nivel de Cooperativas de las Américas como institución, hemos buscado diálogos con todos los organismos intergubernamentales, tratando de visibilizar esta situación de falta de trabajo, de desempleo y de informalidad. Las cooperativas sociales han sido históricamente, en el continente, una respuesta para las familias y los sectores más afectados y vulnerables. Creemos que el cooperativismo sigue siendo una herramienta para esos lugares donde campea la informalidad, donde la gente debe continuar trabajando porque, si no lo hace, no tiene forma de subsistir, y donde además el sistema de salud no está amparado.
Recién decías que han financiado “pequeñas actividades” para generar fuentes de trabajo. ¿Podrías poner algún ejemplo?
El continente americano ha buscado desde Canadá a Tierra del Fuego apoyar pequeños emprendimientos a través de marcos acuerdos en las cooperativas. Por ejemplo, en Costa Rica hemos celebrado acuerdos mediante el proyecto Casas de la Alegría, de la Unión Europea con Cooperativas de las Américas, para amparar el trabajo de los inmigrantes, capacitando y educando en la herramienta cooperativa, y buscando emprendedurismos en el sector agrícola costarricense, sobre todo en las plantaciones de café. Por lo tanto, es un proyecto que ha amparado en territorio y ha logrado crear nichos de trabajo. Las cooperativas de Estados Unidos, a través de la NCBA CLUSA [National Cooperative Business Association], su organización federada de relevancia, ha apoyado a Perú en el fortalecimiento del sistema cooperativo, en materia gremial, en la capacidad técnica, a los efectos de formar cooperativas de trabajo que den ingresos a los jóvenes. Por otro lado, hemos iniciado un intercambio con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO], que empezó en 2019, a los efectos de buscar la digitalización para que aquellos emprendimientos de la agricultura familiar de nuestro continente puedan ser capacitados tecnológicamente por las cooperativas agrarias más desarrolladas. Se trata de poder llevar adelante el e-commerce, el comercio tecnológico, y lograr la digitalización en las zonas más lejanas a los sectores urbanos. Entonces hay pautas concretas de trabajo en territorio para llevar adelante una inserción social, donde además hoy la innovación es clave. También se busca, a través de la Organización de las Cooperativas Brasileñas, el desarrollo en territorio llevando adelante nuestro concepto de negocio. Estamos convencidos de que el negocio cooperativo es una herramienta clave para el desarrollo sostenible y para crear organizaciones empresariales sobre la base de nuestra identidad cooperativa, con nuestros principios y valores, que se desarrollen en las localidades y comunidades, con el respeto al trabajo decente y al medioambiente. También para lograr oportunidades de negocios mediante la intercooperación. En este concepto, además, es clave lograr que todo nuestro sistema cooperativo financiero apoye los pequeños emprendimientos por medio de la capacitación.
La FAO advierte sobre enormes consecuencias de la pandemia en el sector de la alimentación y el agropecuario. ¿Cuáles son las prioridades en esta materia a nivel cooperativo?
La prioridad es el sector agropecuario, es decir, la necesidad que existe de 9.000 millones de personas que hay que alimentar hacia 2050. No podremos avanzar con un sector agropecuario que abastezca esa necesidad de la población mundial sin un alto desarrollo del sistema productivo, sin los conceptos de innovación tecnológica que deben estar arriba de la mesa, siempre respetando los objetivos del desarrollo sostenible. Entre esos desafíos hemos señalado en la conferencia de la FAO de octubre de 2020 la facilitación de la operación a pequeña escala. Es clave lo que se hace a pequeña escala con los pequeños productores, y creemos que eso es la base de las economías locales. Por eso, debe haber un apoyo desde las políticas públicas. Creemos que hay que favorecer el acceso a la digitalización, a la tecnología y a la inclusión financiera, y en eso estamos trabajando. Sin un apoyo de sistemas financieros a los pequeños agricultores, a las cadenas de valor productivas y a todo lo que existe en el territorio, va a ser sumamente complejo. En esa línea, en esta última conferencia le planteamos a la FAO y a los gobiernos que sólo por medio de los mecanismos de diálogos abiertos, donde estén presentes todos los sectores privados de la sociedad, vamos a lograr una mejor negociación para las cadenas productivas y para la inserción social de los pequeños productores. Además, con políticas públicas que traduzcan estas necesidades. La pandemia es una situación que nos ha atravesado a todos y que profundiza esas desigualdades existentes; en algunos lugares de nuestro continente ya hay llagas. Pero no son cuestiones incontrolables. Hoy, a través de las políticas públicas, debemos hacer la traducción correcta de estos términos y tener claro que hay sectores que tienen la necesidad de ser atendidos a través de diversas herramientas. El agro es uno de los temas centrales en nuestro continente. Nosotros formamos, como cooperativas, esa cadena brutal de desarrollo para lograr los resultados alimentarios. Para el cooperativismo, el sistema alimentario está presente desde la producción hasta la distribución y el consumo. En esa cadena de valor completa queremos trabajar, y ahí aparecer como negocio cooperativo. Si no logramos incidir fuertemente en el negocio cooperativo como cooperativas agrarias para lograr sistemas alimentarios que respeten los objetivos del desarrollo sostenible, nuestros negocios cooperativos se transforman en complejos, entonces necesitamos resultados en ese terreno.
Durante la pandemia, “el cooperativismo ha continuado su relacionamiento gremial y en territorio, puso arriba de la mesa el conocimiento, la tecnología y la innovación, y se mantuvo”.
¿Qué mecanismos ha activado el cooperativismo para, en líneas generales, contener el impacto de la crisis en los distintos sectores?
El cooperativismo no ha activado nada en especial, porque se ha mantenido trabajando en la virtualidad, a diferencia de otros sectores que han quedado paralizados. El cooperativismo ha continuado su relacionamiento gremial y en territorio, puso arriba de la mesa el conocimiento, la tecnología y la innovación, y se mantuvo. Lo que hizo en este contexto de pandemia es clave: puso en marcha su compromiso con la comunidad, apoyando a sectores que no están organizados desde el punto de vista cooperativo, brindando sobre todo apoyo a los sectores más vulnerables. Dentro de las cooperativas, que es su objetivo central, estuvo apoyando a su masa social. Las cooperativas lo que han hecho en territorio es cubrir y apoyar las necesidades de sus socios en los distintos sectores que se desempeñan. No hay que olvidar que el sistema cooperativo se desempeña en todos los sectores de la actividad económica. Entonces, atendió a su masa social, siguió trabajando, produjo excedente para mantener el trabajo de sus socios cooperativistas. En lo que tiene que ver con el ahorro y el crédito, favoreció la capacidad de sus socios para mantenerse y tener montos posibles en el crédito para seguir sobreviviendo y realizó acuerdos con sus socios para que pudieran continuar. Los sistemas de seguros tan desarrollados en la zona del Caribe, América Central y Argentina, han realizado sistemas de apoyo en las localidades. Un ejemplo es Surco, apoyando a la comunidad en los sectores donde faltaba alimentación y abrigo. Otro es Sancor, en el desarrollo de la investigación sobre las vacunas en territorio. Otro tema es el consumo, que se ha visto sumamente afectado porque los trabajadores de la mayoría de los países han quedado bajo los sistemas de seguro de paro o desempleo. Las cooperativas de consumo les han facilitado el consumo a sus socios y han buscado mecanismos para que no pierdan alimentación. En el tema de las cooperativas de vivienda, Uruguay es el gran ejemplo en territorio. El modelo cooperativo de vivienda ha sido una solución histórica en el continente y, sobre todo, en nuestra región.
¿Desde Cooperativas de las Américas hay pensadas acciones que se centren particularmente en la situación de las mujeres, que en la mayoría de los países –sobre todo en América Latina– son las más afectadas por el desempleo y la pobreza?
Cooperativas de las Américas tiene un plan estratégico 2021-2023 que tiene dos puntos clave. Uno es el de equidad de género –reflejado en el Comité de Equidad de Género de la organización, que tiene representación de todo el continente– y el otro tiene que ver con los jóvenes y la necesidad de un intercambio intergeneracional en el movimiento cooperativo. América viene desarrollando desde 2018, cuando asumí la presidencia de Cooperativas de las Américas, el liderazgo en el tema de la mujer y en el desarrollo político de las lideresas en el continente. El Comité de Equidad de Género tiene un desarrollo relevante en América desde el punto de vista político y gremial; tal es así que hoy el Comité Mundial de Equidad de Género de Cooperativas de las Américas lo representa la doctora María Eugenia Pérez Zea, que es una abogada colombiana. Por lo tanto, América viene trabajando en este tema profundamente, y esto tiene su punto culminante este año, en un proyecto que Naciones Unidas desarrolla en todo el continente, en conjunto con Cooperativas de las Américas, que es el proyecto Ganar-Ganar, que tiene que ver con la capacitación de las lideresas del movimiento cooperativo de la región en el idioma de género y en el idioma cooperativo. La semana pasada se presentó la guía para llevar adelante el desarrollo de este proyecto, y creemos que es clave en este momento formar a nuestras dirigentes cooperativistas en equidad de género.
El lema de este Día Internacional de las Cooperativas es “Reconstruir mejor juntos”. ¿A qué apunta?
El lema de este año apunta a reconocer que estamos ante un momento complejo, lleno de incertidumbres al momento de buscar cuáles son las salidas, pero la actividad de las cooperativas ha logrado incidir en los continentes, dando la voz, por ejemplo, ante la desigualdad en la producción y el abastecimiento de las vacunas. En ese sentido, desde Cooperativas de las Américas lanzamos un comunicado ante los organismos intergubernamentales que se han unido a nosotros planteando la necesidad de la vacunación a toda la población. Nosotros entendemos que esos son los mensajes de una reconstrucción juntos: visibilizar cuáles son las necesidades de la ciudadanía y entender que deben ser abastecidas, porque el concepto final del cooperativisimo es que en el centro de todo está la persona. Por lo tanto, nuestro sistema tiene como tema central un compromiso en base a la solidaridad y un compromiso para el desarrollo de los territorios, teniendo en cuenta la identidad cooperativa en nuestros principios y valores. Ahí está la intercooperación y la necesidad de alianzas. Esa es la idea que queremos trasladar este año: no detenernos y continuar trabajando desde una mirada colectiva.