¿A qué te dedicás y desde cuándo?
Soy carnicero y arranqué en el oficio a los 18 años. Llevo 34 años en este rubro, empecé con el abuelo de mi señora, que fue quien me enseñó [dice entre risas] “a destrozar la carne”.
¿Cómo afectó tu vida la pandemia?
No llegó a afectarme mucho. En setiembre del año pasado me quedé sin trabajo y estuve un par de meses parado, y entonces me jugué a abrir este local. No sé si está bien o si está mal, lo que sé es que hace unos ocho meses que la vamos llevando.
¿Qué faltaría hacer para mejorar tu rubro?
Falta sensatez, sensatez por parte de los empresarios, y sensatez por parte de los empleados. Es un gremio difícil, el dueño de la carnicería quiere ganar y que el empleado no se le acerque.
¿Qué pensás que pasará en el futuro?
El futuro no es fácil, creo que el desenlace de la pandemia va a terminar económicamente a mucha gente. Hay que ayudarnos entre los que podemos darnos una mano. Estoy colaborando todas las semanas con la olla popular de Ciudad Vieja para dar una mano al barrio. Básicamente les doy falda, alitas de pollo con carcasa, menudos, y bueno, lo que puedo dar lo doy, que no es mucho, pero en la suma lo es.
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