El actual contexto internacional ha creado las “condiciones propias” de una etapa de “estanflación”, esto es, un período de alta inflación y bajo e “insuficiente” crecimiento económico en simultáneo. Se trata del primer episodio de estanflación a escala mundial desde la década de 1970, según sostiene la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su último informe acerca de las perspectivas sociales y de empleo para 2023. Naturalmente, el organismo anuncia que esto tendrá consecuencias en el mercado de trabajo.

El documento sostiene que las “nuevas tensiones geopolíticas” generadas por la guerra entre Ucrania y Rusia, así como el proceso de “recuperación desigual” de las economías tras la pandemia y “la obstrucción de las cadenas de suministro”, han fomentado un rápido aumento de los precios. “En consecuencia, la crisis del costo de la vida merma progresivamente el poder adquisitivo de los ingresos disponibles de los hogares y reduce la demanda agregada”, marca el texto de la OIT.

Según el organismo, uno de los principales riesgos es que “las economías dominantes adopten un programa de políticas centrado en sus problemas internos sin tener debidamente en cuenta su posible impacto colateral” en el resto de las economías “en desarrollo”. No hay por el momento una “coordinación adecuada” de las políticas a nivel global.

La denominada “policrisis” que observa la OIT “podría situar el crecimiento económico mundial en 2023 por debajo de 2%”. En Uruguay, las últimas proyecciones del Banco Central sugieren una expansión de 2,6% del PIB en 2023.

En este escenario “los trabajadores podrían verse obligados a aceptar empleos de menor calidad”, “mal pagados y carentes de seguridad laboral”, advierte el informe. En parte, porque el organismo prevé una reducción de la carga horaria. El promedio de horas trabajadas disminuiría “ligeramente” en 2023 hasta situarse “por encima de las 41 horas semanales”.

Asimismo, la OIT estima que dado que “los precios aumentan más rápido que los ingresos nominales por trabajo” es probable que “la crisis asociada al costo de vida” provoque un incremento de las personas en situación de pobreza. En tal sentido, el informe recuerda que la pandemia “mermó los avances logrados a lo largo de un decenio para disminuir la pobreza”.

El director del Departamento de Investigaciones de la OIT, Richard Samans, remarcó que debido al “menor ritmo” que se observa en la generación de puestos de trabajo “las pérdidas ocasionadas durante la crisis de covid-19 probablemente no se compensen antes de 2025”. También expresó su preocupación por la caída de la productividad, que “es esencial para afrontar crisis mutuamente relacionadas en cuanto a poder adquisitivo, sostenibilidad ecológica y bienestar humano”.

Tres millones de desocupados más

El “déficit mundial de empleo” fue de 473 millones de personas en 2022, esto es, 33 millones más que en 2019. El indicador de la OIT, que mide “la necesidad insatisfecha de empleo en el mundo”, comprende tanto a las personas desocupadas, cerca de 205 millones, como a las personas que quieren trabajar pero no forman parte de la población activa, alrededor de 268 millones.

La OIT calcula que en 2023 habrá tres millones de desempleados más que en 2022, lo que “invertiría la tendencia a la baja del desempleo mundial registrada de 2020 a 2022”. De todos modos, a pesar de la recuperación que hubo en el último tiempo del mercado laboral, hoy la cantidad de desocupados continúa siendo superior -en 13 millones de personas- al nivel que tenía en 2019.

De confirmarse el pronóstico de la OIT, en 2023 habrá una tasa de desempleo de 5,8% a escala mundial. En Uruguay, según la última medición del Instituto Nacional de Estadística, correspondiente a noviembre, la tasa de desempleo se situó en 7,8%.

Asimismo, el organismo proyecta que, a diferencia de lo que ocurrió en Uruguay, donde luego de la pandemia se constató una disminución de la informalidad en el mercado de trabajo, a nivel global en 2023 “la actual escasez de oportunidades para mejorar las condiciones de empleo probablemente se agravará con la desaceleración [económica] prevista, desplazando a los trabajadores hacia empleos de peor calidad y privando a otros de una protección social adecuada”.

La “justicia social” en riesgo

El informe de la OIT advierte, por último, que el aumento “insuficiente” del empleo, al igual que “la dificultad para fomentar el empleo decente”, “puede poner en riesgo la justicia social”. Al respecto, el director general del organismo, Gilbert Houngbo, afirmó que “la necesidad de fomentar el trabajo decente y la justicia social es clara y acuciante”. A su entender, se requiere “un nuevo contrato social a escala mundial”. “La OIT abogará por una coalición mundial que promueva la justicia social a fin de lograr el apoyo necesario a tal efecto, formular las políticas pertinentes y sentar las bases del futuro del trabajo”, aseguró.