La Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó este martes el Panorama Laboral de América Latina y el Caribe con datos y análisis sobre los efectos de la crisis en el empleo y la evolución de los indicadores laborales en 2022. En el informe se destaca que la desocupación en la región bajó el año pasado a 7,2%, pero “persisten los problemas de calidad de empleos mientras la inflación impacta en el nivel de los salarios”.
El documento señala que, después de tres años de comenzada la pandemia por covid-19, “la tasa de ocupación retornó a los valores previos a la crisis”, si se compara el segundo trimestre de 2022 con igual período de 2019. No obstante, “la tasa de participación en la fuerza laboral regional aún continúa siendo levemente inferior a los registros prepandemia”. “Como resultado de la recuperación completa del empleo y de la recuperación parcial de la oferta laboral, la tasa de desocupación es significativamente más baja que en 2019”, se destaca.
Según una nota de prensa elaborada por la OIT, la directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Claudia Coenjaerts, dijo al presentar el informe que la tasa de desocupación promedio estimada a fines de 2022, de 7,2%, es “una noticia positiva, en especial tras la crisis de grandes dimensiones que provocó la pandemia”. Sin embargo, advirtió que durante 2023 podría haber un estancamiento: “El escaso dinamismo de la economía pronosticado para 2023 afectará negativamente la generación de nuevos empleos y eso hará que en 2023 la desocupación registre variaciones”, llegando a niveles de entre 7,2% y 7,5%.
“En este momento es urgente la implementación y fortalecimiento de diferentes tipos de políticas que contribuyan a la creación de empleo formal y al sostenimiento de los ingresos laborales”, afirmó Coenjaerts.
En el informe se señala que la baja de la desocupación se debió a la creación de empleo y a la recuperación de la tasa de participación laboral, aunque aún permanece levemente más baja que en 2019. También se destaca que esta recuperación en 2022 “fue más intensa entre mujeres que entre hombres, y entre jóvenes que entre los adultos”, pero “las brechas estructurales por género y por edad siguen presentes en los mercados laborales”, porque tanto mujeres como jóvenes fueron de los grupos más golpeados en términos de empleo como consecuencia de la pandemia.
El documento no deja de señalar que la región se ha visto afectada por múltiples problemas a nivel global como la invasión de Rusia a Ucrania, una pandemia que no termina de irse, las perspectivas de un bajo crecimiento económico, la inflación, los reducidos espacios fiscales y los altos niveles de endeudamiento.
Con este escenario a la vista, Coenjaerts expresó que “el problema laboral más urgente para la región es el de la calidad del empleo y los insuficientes ingresos laborales y totales generados por los trabajadores y sus familias”.
El impacto de la informalidad
En este sentido, el informe de la OIT enfatiza que entre el 40% y el 80% de los empleos generados y que impactaron en la recuperación laboral tuvo que ver con el aumento de la informalidad. “La realidad es que una de cada dos personas trabaja en la informalidad, que suele estar acompañada por inestabilidad laboral, bajos ingresos, sin protección social”, dijo Coenjaerts. Según estimaciones de la OIT, “los trabajadores informales tienen entre 3 y 4 veces más probabilidades de ser pobres que los trabajadores formales, a la vez que explican entre 70% y 90% de la pobreza laboral total”, señaló la directora regional.
Por su parte, Roxana Maurizio, economista laboral de la Oficina Regional de la OIT y coordinadora del Panorama Laboral 2022, dijo que el impacto de la informalidad, “sumado al de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, es fundamental para entender por qué debemos estar alertas al 'fenómeno del trabajador pobre', es decir, de aquellas personas que aún teniendo un empleo, incluso un empleo formal, pueden encontrarse en situación de pobreza”. Agregó que en América Latina y el Caribe los ingresos laborales representan 80% de los ingresos de las familias y, por lo tanto, determinan la entrada y salida de las personas de la situación de pobreza. Por eso se necesitan “políticas de sostenimiento y creación de más y mejores empleos, especialmente de empleos formales”, sostuvo.
Para la OIT, se necesita reforzar el salario mínimo y la negociación salarial como mecanismos para afrontar el contexto de alta inflación, y según Coenjaerts para avanzar hacia una región con mayor justicia social y menor desigualdad. “Será necesario adoptar medidas contundentes para generar más y mejores empleos”, señaló.