“La agroecología es una propuesta todavía bastante removedora que cuestiona determinada forma de vínculo entre la ciencia y la sociedad”, dijo a la diaria Alberto Gómez, coordinador de la Escuela Abierta de Agroecología (EAA) de la Intendencia de Montevideo (IM). Según explicó, esta disciplina supone modos de producción, distribución, consumo y organización social, que escapan de lógicas “difusionistas” del conocimiento y requieren del diálogo con actores “no académicos” y productores.

Gómez subrayó que la idea de que “la tecnología se genera en centros experimentales o académicos y que después hay extensionistas que van a difundir esos conocimientos en los agricultores, que son los que no saben”, pierde valor con la agroecología, cuyas bases reconocen saberes que provienen de la tradición indígena o popular. En este sentido, elaborar formaciones vinculadas a la materia implica un desafío y una nueva manera de enseñar, estudiar y trabajar.

“Hay un modelo dominante que funciona” y cuestionarlo “genera resistencias”, advirtió. Aunque esta disciplina es aceptada, no tiene un lugar de peso en espacios en los que podría tenerlo. “Un agrónomo o un veterinario pueden pasar toda su carrera sin haber visto agroecología”, argumentó el coordinador de la EAA.

La escuela, que depende de la Unidad de Montevideo Rural de la IM, fue lanzada en 2021 y el año pasado vio pasar por sus cursos, talleres, prácticas y jornadas a alrededor de 500 personas que se formaron en huerta, agricultura urbana y compost, entre otras cosas. El 15 de marzo comenzó la segunda edición de una de sus actividades más importantes por su alcance al interior del país: el curso para promotores y promotoras de huertas agroecológicas comunitarias y educativas. Su objetivo es “contribuir a la formación de agentes comunitarios y educadores/as que promuevan y fortalezcan el desarrollo de huertas agroecológicas inclusivas y generativas en áreas urbanas, periurbanas y rurales”, de acuerdo a su presentación en la web.

El curso es gratuito, surgió a partir de una demanda de la Red de Huertas Comunitarias (RHC) y es implementado con apoyo de la Facultad de Agronomía, la Universidad de la República (Udelar), el Centro Emmanuel y la Red de Agroecología del Uruguay (RAU), además de la RHC. Se brinda en un formato que combina 60 horas de clase por Zoom y 45 horas en huertas de diferentes lugares. Está destinado a personas de Canelones, Durazno, Montevideo, Salto, Soriano y Treinta y Tres; las sedes varían según la ubicación de cada persona.

Por otro lado, una de las instituciones vinculadas a la EAA, el Centro Emmanuel, de Colonia Valdense, ofrecerá un curso de introducción a la agroecología a partir del 14 de abril, en colaboración con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, la RAU e investigadores de las facultades de Agronomía, Veterinaria, Humanidades y Comunicación de la Udelar.

Ivette Sibille, su organizadora, contó a la diaria que el curso también fue pensado luego de observar un interés compartido por los allegados al centro, fundado en 1959 y concebido como un lugar de referencia. Está orientado a técnicos, productores y estudiantes avanzados, durará seis fines de semana y tendrá cuatro módulos: introducción a la agroecología, metodologías para el análisis de sistemas productivos con enfoque agroecológico, sostenibilidad y un taller integrador. La meta es capacitar a personas que deseen trabajar con agroecología pero que aún no tienen las herramientas, y responder a un movimiento que se observa, poco a poco. “Mucha gente está trabajando en agroecología y no lo estamos sabiendo. Por ese motivo nos animamos a ir a más”, agregó Sibille.

En construcción

En 2022 la Universidad Tecnológica (UTEC) dictó por primera vez una materia sobre agricultura urbana y agroecología en su formación en Ingeniería Agroambiental, de cinco años de duración, que se brinda desde 2019 en el Instituto Tecnológico Regional Centro-Sur, ubicado en Durazno. Natalia de Almeida, Sofía Cortizas y María Umpiérrez, docentes integrantes del Grupo de Agroecología, Sustentabilidad y Medioambiente (Gasma) que estuvieron a cargo del curso, dialogaron con la diaria sobre sus búsquedas y afirmaron que, dado que todo es “muy nuevo”, se encuentran en un proceso de “construcción continua”.

“La formación que estamos construyendo no se da sólo desde la docencia, desde una materia específica”, contó De Almeida. El alcance es mayor: apunta a la investigación y, a través de la extensión, al trabajo en territorio. De acuerdo a Umpiérrez, la agroecología “posibilita y genera diálogos entre los distintos conocimientos” de organizaciones, redes y productores. Por lo tanto, a la hora de elaborar los programas curriculares, las docentes se perciben como un “canal de transferencia” y no buscan “estructurar” los contenidos.

Lo abordado va desde la reflexión sobre los modelos de producción y cómo afectan a los sistemas alimentarios, hasta el diseño, la evaluación y el monitoreo de agroecosistemas que apunten a la sustentabilidad. A partir del carácter tecnológico de la UTEC, desde el Gasma buscan rescatar las tecnologías que usan los y las productoras y ampliar las perspectivas sobre qué define a la tecnología, porque “no es sólo usar un instrumento”. La pregunta que priorizan refiere a qué pueden aportar los estudiantes a la sociedad, explicó Umpiérrez. Además, sostienen que la agroecología es más que una disciplina a la que dedicarse luego de la jubilación, como suelen decirles varias personas. “Tiene un montón de teoría y años de práctica atrás, y puede llegar a sustentar a una familia”, concluyó.