La noticia de que trabajadores tercerizados del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) denuncian reestructura y recortes de los equipos técnicos en el Programa Calle no es nueva. Tampoco es nueva la noticia de que en abril 16 de los 33 centros nocturnos para personas en situación de calle de Montevideo pasaron a ser de 24 horas. Ya transcurrieron tres meses desde la implementación de estos centros y, según dijo a la diaria Diego Andrada, vocero del Sindicato Único de Trabajadores de Instituciones Gremiales y Afines (Sutiga), que nuclea a trabajadores de refugios, ahora se empezaron a “corroborar algunas cosas” que ya “se veían venir”.

En los 16 centros que en abril pasaron a ser de 24 horas se incorporó la figura del “facilitador”, que según Andrada “no está clara en el Consejo de Salarios, entonces las organizaciones están pagando distinto, incluso por debajo del laudo”, por lo que hay funcionarios que “están cobrando por la misma tarea el 30% menos” de su salario.

A su vez, enfatizó que “se quitaron los equipos técnicos de dentro de los refugios”, a diferencia de lo que estableció el exministro de Desarrollo Social Pablo Bartol –quien estuvo apenas un año en la cartera– al crear el sistema de “colmenas”, que consistía en un equipo técnico cada tres refugios, integrado por un trabajador social y un psicólogo.

Según explicó a la diaria una trabajadora del Programa Calle que prefirió mantener su identidad en reserva, ahora “los centros nocturnos, sobre todo, no cuentan más con equipo técnico y los de 24 horas tienen un referente técnico para los cinco centros que gestiona”. De este modo, se crearon los centros de asistencia técnica (CAT), que comenzaron a funcionar el 1° de abril, cuando comenzó la reestructuración, y están integrados por psicólogos, trabajadores sociales, un coordinador y auxiliares de servicio.

Directora del Mides: “No es que los equipos técnicos desaparecieron, sino que se reformuló el sistema”

En diálogo con la diaria, la directora nacional de Protección Social del Mides, Fernanda Auersperg, refutó las afirmaciones de Andrada sobre que se han reducido los equipos técnicos. Según ella, eso “no es así” y lo que se hizo fue centralizar a los técnicos en los CAT, que consisten en “un equipo técnico que va a estar mirando desde afuera cómo funcionan estos centros nocturnos y mirando perfiles” para definir cupos en los centros de 24 horas.

Estos equipos pueden identificar, por ejemplo, que “una persona que termina en calle por un tema de ingresos tiene todo un potencial de autonomía, no tiene ningún problema de convivencia ni de consumo y puede ser una potencial postulación para el Programa de Viviendas con Apoyo”.

Para Auersperg, en estos centros, donde conviven 12 personas, “no requieren tanto equipo porque son personas que pueden autogestionarse en muchos aspectos”. Asimismo, destacó que “los técnicos del CAT continúan acompañando a esa persona”. “Justamente, el rol del CAT viene para eso, porque muchas veces en los centros nocturnos los técnicos terminaban haciéndose cargo de la cotidianidad del centro”, y el trabajo “terminaba impregnado” del día a día y de “apagar incendios”, explicó.

La jerarca afirmó que lo que se intentó fue “despegar a los técnicos y que puedan hacer seguimientos de las trayectorias de las personas, visualizar perfiles pero desde afuera, no desde lo cotidiano del día a día”, y así derivar a las personas a los programas de la cartera que correspondan, ya sea por una “problemática de salud mental” o si existe “consumo problemático” de drogas y la persona está dispuesta a “adherir a un tratamiento”.

“No es que los equipos técnicos desaparecieron, sino que se reformuló el sistema en función de que muchas veces veíamos que las personas quedaban cronificadas en los centros nocturnos y no lograban salir; era una respuesta ineficiente y parcial”, apuntó. “La persona que llega con necesidades de poder alimentarse, de poder bañarse, no tiene ganas de que un psicólogo le empiece a hablar, y a la vez ese psicólogo tenía 20 personas más para atender”, por eso se tomó la decisión de “separar ese rol técnico de lo cotidiano”, agregó.

Educador referente de centro de 24 horas señaló que hay un “desdibujamiento” del rol del facilitador

Al igual que Andrada, Marcelo Bentos, integrante de Sutiga y educador referente en un centro de 24 horas, señaló a la diaria que la figura del facilitador es “nueva” y “no aparece en los Consejos de Salarios cuál es su rol”.

“Lo que nosotros visualizamos es que el facilitador tiene tareas que son mucho más cercanas a las de un educador y de coordinación”, indicó. “El facilitador es el que está ahí todo el día con ellos, entonces es difícil que no tenga tareas de educación social”, planteó. A su vez, criticó que “no necesariamente son gente formada”, por lo que hay una “desprofesionalización del laburo”.

En ese marco, según consta en el llamado que lanzó el Mides antes de la reestructura, los requisitos para los educadores son tener “bachillerato completo con experiencia de trabajo con población en situación de vulnerabilidad socioeconómica igual o superior a un año; o ciclo básico completo con experiencia no menor de tres años con población en situación de vulnerabilidad”.

Para Bentos, se creó el rol para “recortar” gastos, y ya “no hay más técnicos trabajando sobre los procesos de los usuarios y llevando un seguimiento real dentro del centro y cuerpo a cuerpo”. “Los técnicos fueron barridos del campo y están haciendo un trabajo que es plenamente burocrático”, criticó.

La eficiencia de los Centros de Atención Técnica

Consultada sobre si los CAT están siendo eficientes para atender las necesidades de las personas, la asistente social que trabaja en estos centros respondió en forma negativa y argumentó que “no dan abasto” y no pueden trabajar con “cada una de las personas y hacer un seguimiento como tal”, sino que, sobre todo, están abocados a atender las situaciones “más graves”.

Remarcó que las personas con “problemas de salud mental” o que “hace mucho tiempo que están en calle” quedaron en los centros nocturnos, donde “no se les puede dar una atención integral porque son muchas personas y pocos educadores que no son técnicos”.

“No cuentan con estos recursos, entonces tienen que esperar a que vayamos nosotros para ver qué podemos hacer, y no estamos en el día a día para trabajar con esa persona”, subrayó.