La problemática de la falta de acceso a alimentos que tiene la población de América Latina debería estar presente en nuestras agendas públicas de forma recurrente. Somos una región exportadora de commodities, pero con mucha hambre y que está viendo comprometidos sus bienes naturales comunes. Como suele pasar con los grandes temas, se elige un día del año para que cobre protagonismo. Sin ir más lejos, el 16 de octubre es el Día Mundial de la Alimentación. “El agua es vida. El agua nutre. No dejar a nadie atrás”, fue el lema que definió la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para este año. El martes, el organismo coordinó una serie de conversatorios en nuestro país, donde participaron autoridades nacionales, internacionales y académicos.

la diaria conversó con Gonzalo Kmaid, oficial a cargo de la FAO en Uruguay y Luis Lobo, oficial del Programa España-FAO para América Latina y el Caribe, sobre proyectos que se están desarrollando en nuestro país –como la hidrovía que busca unir la laguna Merín con la laguna de los Patos– y los principales retos que tiene el sector agropecuario en un contexto de crisis climática y ecológica.

¿Cuáles son los principales desafíos que tiene Uruguay en lo que refiere al vínculo del agua con la producción?

Gonzalo Kmaid (GK): En la mesa que tuvimos con el ministro de Ambiente, Robert Bouvier, y el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos, se dio la visión de la política pública sobre el tema del agua. Colocaron bien los desafíos que tiene Uruguay como país en torno al recurso. En la mesa técnica tuvimos varios aportes, tanto desde la perspectiva de la salud, del agua subterránea, de escurrimiento, como del agua para riego agrícola. En balance, te diría que fue un llamado de atención en el sentido de que el Uruguay tiene que empezar a pensar en políticas de largo plazo para atender el tema del agua. Tuvimos muchas crisis hídricas que involucraron al agro. Esta última, de casi cuatro años de crisis agropecuaria –sigue declarada la emergencia–, no había desatado demasiado comentario. Era parte de lo que le sucede al agro en general, que cada tantos años se enfrenta a una seca. Sin embargo, la conjunción de la emergencia agropecuaria y la crisis hídrica, vinculada al agua potable para el consumo en Montevideo y zona metropolitana, puso en el tapete este tema de que algo está pasando con el agua, disparó la necesidad de tener respuestas. Está vinculado a los cambios humanos, al cambio climático y a cómo hemos gestionado, y muchas veces nos hemos equivocado en la gestión del agua. Creo que hay que prestarle atención. Uruguay siempre tuvo agua y siempre fue fácil conseguir agua, pero la situación amerita que la miremos desde otro punto de vista. Tenemos agua, tenemos que saber usarla.

El tema también es la calidad del agua que tenemos.

GK: Puede ser. Toda el área que tenemos para plantar, la plantamos. No hay más frontera agrícola que expandir. Ergo, lo único que podemos hacer es aumentar la cantidad de producto. Para aumentar la cantidad de producto, en la mayor parte de la producción agropecuaria, se necesita agua. Esa agua hay que gestionarla de manera muy sostenible, muy responsable. Para eso hay que tener buena ciencia, buena información.

El agua compite entre distintos usos. Uno no puede poner tomas de agua donde quiera, porque es un aspecto que está bajo regulación de la Dinagua [Dirección Nacional de Aguas], pero además porque los caudales son finitos, no todos se pueden usar. Hay un concepto cada vez más importante en su manejo, se conoce como caudal ambiental, que quiere decir que en una cuenca o en un curso de agua hay que mantener un caudal ambiental mínimo, que es el que sostiene la vida de esos ecosistemas. Ya no es extraer todo lo que se pueda, es extraer agua de una manera sostenible que respete los caudales ambientales. Eso necesita de mucho más conocimiento y de mucho más formatos distintos para poder regar. Uruguay tiene una ley de riego aprobada no hace demasiado, pero posiblemente se necesite una buena evaluación y ver cuáles son los desafíos en términos de formas de trabajo. El riego es caro, está asociado a la escala. Para un pequeño productor rural es difícil represar y regar porque, por definición, tiene poca superficie. No siempre va a tener un lugar adecuado donde colectar y represar el agua. Hay que pensar en soluciones asociativas. En un agro que ya tiene presencia de riego, donde productores pueden hacerse cargo de obras de riego, hay que pensar también en cómo hacer que esas obras de riego puedan llegar a la pequeña producción, a la agricultura familiar, porque ahí hay lugar para crecer.

Me habló de los desafíos de cómo extraer y almacenar agua, pero también está la problemática de los efluentes y la contaminación que genera el agro.

GK: Siempre es un desafío. No hay intervención humana, ni en la agricultura, ni en la industria ni en el turismo que no tenga consecuencias ambientales. En la agricultura es particularmente relevante porque dialoga directamente con el ambiente. Lo que pasa en un campo de sembradío o en un campo donde se cría ganado termina directamente afectando a los cursos de agua, a los ecosistemas, y sobre eso hay que ser muy consciente y tener normativas, políticas y controles. Uruguay cuenta con la política de autorizaciones de uso de suelos, según el mapeo y la caracterización de suelos que hace el Ministerio de Ganadería. Seguramente necesite todavía mayores esfuerzos de contralor en ese sentido, pero es siempre un área en la que hay que estar muy atentos.

La polémica “revolución verde”, término que se utiliza para hacer referencia al incremento de la producción y paquetes tecnológicos que tuvo lugar a partir de 1960, generó diversas bibliotecas y consecuencias en el ambiente. Hay posiciones que son muy críticas con respecto a este período, principalmente provienen desde organizaciones sociales y académicos. Sin embargo, FAO fue impulsora de ese modelo en su momento. ¿Cuál es su visión actual?

Luis Lobo (LB): Nosotros estamos promoviendo la transformación de los sistemas agroalimentarios para que la producción de alimentos sea lo más sostenible posible, respetando el medioambiente. También más resilientes en este contexto donde hay fenómenos extremos recurrentes debido al cambio climático. También deben ser más inclusivos. No nos olvidemos de esa palabra. Hay que hablar de la brecha de género dentro de los sistemas agroalimentarios. Esa es nuestra visión, así vemos el mundo de los sistemas agroalimentarios. Para eso, por supuesto, estamos desarrollando y apoyando diferentes tipos de procesos que buscan la sostenibilidad de los sistemas de producción. Hace poquito apoyamos una ley marco de agroecología en este país. Se aprobó por primera vez y es uno de los países que siempre ponemos de ejemplo en el tema de la agroecología. Es decir, esa es nuestra visión: la transformación de los sistemas agroalimentarios hacia sistemas más sostenibles, más inclusivos y más resilientes frente a todo el contexto que vivimos.

En setiembre, autoridades gubernamentales presentaron un informe que encargaron a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) donde se aborda la hidrovía que busca unir la laguna de los Patos y la laguna Merín. ¿Cuál está siendo la participación de FAO en el proyecto?

GK: FAO está empezando un proyecto binacional de gestión integral de recursos hídricos con Brasil en laguna Merín. Tiene que ver con el manejo integral de los recursos hídricos de la laguna y no con el establecimiento de la hidrovía, que es un proceso con un fuerte empuje brasileño y apunta a la inversión en infraestructura. Por ejemplo, la construcción de un puente nuevo que complemente el puente actual para unir Yaguarón y Río Branco, obras de interconexión, drenaje de la laguna y demás, para hacer una conectividad fluvial. Está CAF [Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe] trabajando. Nosotros no estamos participando ni en los estudios de obras de infraestructura ni en las obras en sí, no es el mandato de FAO. Sí estamos por comenzar un proyecto que eventualmente será complementario de los estudios que se hagan de la hidrovía. La gestión integral de los recursos hídricos presupone la obtención de medios de vida para la gente que vive en torno a la laguna Merín, incluyendo la agricultura. Necesariamente va a dialogar con las posibilidades de transporte, de comercio. Nuestro proyecto está comenzando, el de la hidrovía también.

¿En el proyecto que va a funcionar como complemento de futuros estudios vinculados a la hidrovía se van a tener en cuenta los impactos ambientales? En el informe que hizo la Cepal se habla de que “el incremento de la superficie productiva podría expandirse 274% hacia 2030, desde 350.000 hectáreas hasta 960.000”.

GK: No sé los cálculos que está haciendo la Cepal. Conozco la existencia del informe, no lo estudié en detalle. No sé qué presupuestos de carga están haciendo sobre cómo fundamentar en el sentido de cuánta carga le ponen a la hidrovía. La zona tiene una cierta carga y obviamente en nuestro proyecto de recursos hídricos el tema ambiental es el centro. Es un proyecto de gestión que está financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente. Por definición, el medioambiente es una parte integral del proyecto de la FAO.

La cuenca de la laguna Merín está siendo fuertemente explotada, incluso hay investigaciones que han demostrado la contaminación de sus aguas, que han denunciado la afectación de la salud de las poblaciones debido al uso intensivo de agroquímicos, también se ha planteado la problemática de la destrucción de cerritos de indios para construir obras vinculadas a la producción. ¿FAO tiene una postura sobre el tema de la hidrovía en general? ¿Lo ve con buenos ojos o se piensa que hay que tener cuidado con el incremento que pueda haber de la producción?

GK: A FAO no le corresponde juzgar decisiones libérrimas de los estados. Es una decisión del Estado brasilero y del Estado uruguayo. No tenemos un juicio ni tenemos mandato sobre qué obra de infraestructura están haciendo y cómo la van a llevar a cabo.

¿Cómo se explica que una región productora de alimentos como América Latina tenga tanta hambre?

LB: América Latina y el Caribe es una región que tiene 43 millones de hambrientos, 43 millones de personas que padecen hambre. Es una región que tiene 248 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria grave o moderada. Es decir, 248 millones de personas tienen problemas todos los días para acceder a una alimentación saludable. Es una situación crítica que exige una respuesta rápida. Además, es una región que produce alimentos. La gran paradoja.

Cada país también tiene su propia dinámica. No es lo mismo el Cono Sur que Centroamérica. Pero sí que es un elemento que nos tiene que llamar la atención. Yo creo que el tema de la alimentación, como dice mi jefe, el representante regional Mario Lubetkin, de alguna forma ha venido para quedarse, como el tema del cambio climático. No solamente ha venido para quedarse por el tema del hambre o la malnutrición en general, ya sea por defecto o por exceso, sino que también está vinculada directamente con la estabilidad social. La gente que no se alimenta genera sociedades donde hay cierta inestabilidad. Y también está vinculado con el cambio climático. Si el 70% del agua natural que usamos se dedica a la agricultura, algo tiene que ver la agricultura y los sistemas agroalimentarios con el cambio climático.