Trihalometanos: esta es una palabra no muy amigable, pero fundamental, que ha estado ausente en el debate vinculado a la crisis por el abastecimiento de agua suministrada por OSE. Son compuestos volátiles que se forman durante la desinfección del agua con cloro y no suelen encontrarse en aguas naturales sin procesar, ya sean subterráneas o superficiales. Existen 27 especies y entre las más conocidas están el cloroformo y el bromoformo. Antes de dar una nueva razón sobre por qué el agua corriente que llega a Montevideo y parte de Canelones en la actualidad no es potable, nunca está de más partir de una definición. “La definición de agua potable es agua apta para consumo humano –incluida la higiene personal– que no genere riesgo para la salud. Tiene implícitos los riesgos agudos y crónicos, también que no genere rechazo a la población”, dijo a la diaria Danilo Ríos, docente del curso Potabilización de Aguas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar) y gerente general de OSE en el período 2006-2015.
Contó que la generación de trihalometanos puede estar influenciada por varios factores, como la temperatura (su concentración aumenta cuando hace calor), la materia orgánica, el tiempo de contacto entre el agua y el cloro, las dosis de cloro y la presencia de bromuros en el agua bruta (cabe resaltar que en el agua dulce de ríos, arroyos y lagos interiores están en muy bajas concentraciones, mientras que predominan en el agua salada). Recordó que estos compuestos están regulados por el Decreto Bromatológico Nacional, donde se establece un valor máximo permitido. “La norma que tenemos está basada en la Guía de la Organización Mundial de la Salud [OMS]. El agua no puede tener contaminantes que afecten la salud de forma inmediata. Por ejemplo, un agente biológico. Si el agua está contaminada con bacterias y virus, tomás el agua y en un plazo corto te enfermás. Esto es un riesgo agudo. ¿Cómo se combate? Aplicando cloro, desinfectando el agua. El cloro que aplicás al agua puede generar algunos compuestos, como los trihalometanos, que producen efecto a la salud a largo plazo”, explicó Ríos.
Enseguida, indicó que desde hace muchos años existe evidencia de que son “nocivos” para la salud cuando se aplican en grandes cantidades y, por esta razón, se clasifican como “contaminantes de efecto crónico”. “Esto significa que la ingesta continua de agua con concentraciones elevadas de trihalometanos durante períodos prolongados –mínimo de 15 a 20 años– o la exposición a través de otros métodos, como la inhalación de vapores de agua y la absorción dérmica, aumenta la probabilidad de contraer algunos tipos de cáncer”, informó. Aclaró que “en ocasiones se suele intuir que una o varias ingestas puntuales de agua alterada por algún contaminante de este tipo produce daños a la salud a largo plazo”, cuando, en realidad, para que exista “riesgo” la ingesta debe ser prolongada.
En este contexto, se visibiliza un problema que no es nuevo en OSE: la falta de datos disponibles sobre la calidad del agua. A pesar de este punto, el ingeniero comentó: “Uno de los precursores de los trihalometanos son los bromuros. Los bromuros están en el agua salada. Por lo tanto, existen altas probabilidades, hay certeza casi absoluta, de que también están en la toma de Aguas Corrientes”. Recordemos que, debido a la crisis hídrica, el directorio de OSE tomó la medida de aumentar el valor máximo permitido de sodio a 440 mg/l –cuando la normativa permite hasta 200 mg/l– y de cloruros a 750 mg/l –cuando el máximo es 250 mg/l–. La decisión se tuvo que tomar dado que la empresa comenzó a extraer agua bruta de una zona del río Santa Lucía que recibe influencia del Río de la Plata y tiene mayor nivel de salinidad.
Ríos sostiene que, en el caso de encontrarse trihalometanos por encima de los valores estipulados en la normativa, “no se puede decir que el agua no tiene ningún producto que no afecte la salud”. “Sería equivocado decir que el agua es inocua. Hay que explicar qué es lo que pasa. No existe evidencia de que lo que se está afirmando sea real, porque no hay información analítica disponible. Esto es lo que hay que reclamar: que se presente toda la información”, exigió. Enseguida, sumó: “Hace mucho tiempo tengo la postura de que hay que mostrar todos los análisis. Mostrar todo, no sólo los promedios, que ya están disponibles. Si te hacés un análisis de colesterol hoy y te da alto, no puede ser que no te importe porque el promedio anual te dio bien. Tenés que preocuparte por lo que tenés ahora. Con el agua es lo mismo. Hay que publicar todos los análisis, los que dan bien y los que dan mal, para generar confianza. Está bueno explicar el porqué de los valores y qué planes hay para afrontarlos. Siempre sostuve esto”. Entiende que no brindar la información “va en contra de la propia empresa”, porque “a la larga todo se sabe” y es peor “ocultarlo”.
Aguas Corrientes y la difícil situación actual
El ingeniero declaró que la planta de Aguas Corrientes –encargada de abastecer a la zona metropolitana– está “diseñada para potabilizar agua dulce, no agua salada”. “Por lo tanto, el sodio, los cloruros y los bromuros no son retenidos y, aunque el descenso de la temperatura podría ser un factor favorable en esta época del año, el incremento de la salinidad está asociado a un aumento de la concentración de trihalometanos en la red de distribución de agua potable”, desarrolló.
Para poder reducir la salinidad se necesitan plantas desalinizadoras. Este martes en una conferencia de prensa, el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, anunció la compra de una de ellas que fue diseñada por la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC). “Son plantas de ósmosis inversa, que tienen la capacidad de quitar estos iones del agua. El problema es que para el volumen de Montevideo no van a encontrar una planta en los plazos que se necesitan ahora. Montevideo consume 25.000 metros cúbicos por hora de agua. La planta de la que están hablando produce 150 metros cúbicos por hora. Es irrisorio frente al total que se consume. Quizás esté dirigida a producir agua, abastecer hospitales y algunos centros puntuales, no para el abastecimiento general de Montevideo”, apuntó Ríos. A su vez, dijo que el proceso de desalinización “es muy caro energéticamente” y “una parte del agua se rechaza”.
El exgerente de OSE también puso sobre la mesa uno de los aprendizajes que nos dejó esta crisis en el abastecimiento. “No hay que salir a lo loco a implementar una solución, como pasó con Neptuno. Neptuno es una de las alternativas para Montevideo. Fue desechada en 2013, se hizo un estudio de todas las alternativas. Se estudiaron todas las posibilidades: tomar agua del Río de la Plata, desalinizar, hacer la represa de Casupá, tomar de los aluviones. Se hizo un estudio económico y técnico, en el que se estableció que la mejor solución era Casupá. [Con el cambio de gobierno] se borró eso y se arrancó directamente por Neptuno. Si algo se aprende de todo esto es que debemos pensar qué es lo mejor. No podemos decir: ‘Yo defiendo Casupá y vos defendés Neptuno’. No aporta nada a lo que va a ser la solución definitiva. El tema debería plantearse desde una perspectiva técnica y hacer un estudio sobre qué es lo más conveniente”, finalizó.