“No es sequía, es saqueo”. La frase se transformó en un emblema de las organizaciones sociales y personas autoconvocadas que defienden nuestros bienes comunes desde el comienzo de la crisis hídrica, social y sanitaria. Cuando los altos niveles de sodio, cloruros y trihalometanos eran evidentes en el agua que salía por las canillas de Montevideo y el área metropolitana, sirvió para sintetizar su mensaje. Busca poner en el foco de la discusión que lo primordial es atacar las causas de la emergencia para poder obtener resultados que aseguren la vida a largo plazo.
Al principio, día tras día, se manifestaron frente a la Torre Ejecutiva, el Palacio Legislativo, la sede del Ministerio de Salud Pública y de la OSE en busca de respuestas. Si bien con el paso de las semanas las movilizaciones en las calles fueron más espaciadas, también se acompañaron de charlas vinculadas a problemáticas socioambientales y asambleas barriales. De esta forma, el conocimiento se fue expandiendo, más colectivos se fueron sumando y la lucha se fue diversificando. Sin ir más lejos, la concentración más reciente fue este jueves; tuvo lugar frente al Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y la convocatoria fue acompañada por la Coordinadora Popular y Solidaria de Ollas por Vida Digna. “Hay hambre y hay sed: la comida y el agua no son un negocio”, decía una de las pancartas que se podían observar.
la diaria conversó con integrantes de distintas organizaciones socioambientales y personas autoconvocadas para conocer su análisis sobre el movimiento que se gestó a raíz de la emergencia. Existen diferencias, pero son mayores las coincidencias. Cada uno de los entrevistados y entrevistadas entiende que la situación fue causada por el modelo productivo hegemónico, que es necesario tomar medidas drásticas y que la militancia en defensa del agua trascendió la política partidaria.
A llenar las calles
“Es cierto que hay un montón de gente que se sumó y hasta ahora no estaba movilizándose por estas temáticas, pero no hay tanto movimiento como debería, teniendo en cuenta la problemática que estamos enfrentando. Es una problemática que no es particular de este gobierno, aunque tiene las responsabilidades que han tenido otros también, pero no es una cuestión de partidos políticos. Lamentablemente deberíamos ser muchas más personas en las calles. En lo personal, me preocupa. Esto no sólo es por la crisis hídrica, es por la crisis de los territorios, del modelo productivo extractivista y saqueador que cada vez se está profundizando más”, dice Marcos Umpiérrez, integrante de la Asamblea por el Agua del río Santa Lucía.
Entiende que pueden estar jugando factores como que la cultura de movilización en Uruguay “no está suficientemente aceptada” y que “estamos viviendo una época del mundo donde las redes sociales son un terreno de catarsis; cuando te manifestaste por esta vía, a través de un texto o de compartir algún material manifestando tu posición frente al tema, te parece que hiciste algo”. Por esta razón, admite que le alegra ver “un montón de gente joven que se está juntando presencialmente” y resalta que “es un fenómeno que en los últimos años no venía pasando”.
Mientras tanto, Marcos señala que el sistema político partidario “se ha dedicado a pasarse facturas unos a otros, sin la más mínima sensibilidad hacia el resto de la población que la está pasando muy mal”. Por ejemplo, cuenta que en la convocatoria del jueves “mucha gente marchó defendiendo sus derechos a sabienda de que se iban a quedar sin lugar para entrar a los refugios” o que lo hizo después de “comer un plato de guiso de la olla que estuvo frente al Mides”.
Asimismo, el activista expresa que es evidente una utilización de la problemática de cara a la campaña electoral cuando, por otra parte, los partidos políticos han ignorado a las organizaciones sociales. Recuerda que el artículo 47 de la Constitución determina que “los usuarios y la sociedad civil participarán en todas las instancias de planificación, gestión y control de los recursos hídricos”. En este contexto, declara que la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida (CNDAV) presentó diez medidas para afrontar la crisis en la Comisión de Cuenca del Río Santa Lucía. Sin embargo, sólo se trataron dos de ellas y los gobernantes se abstuvieron de votar o lo hicieron de forma negativa. “Eran fundamentales para dar un mensaje claro a la población de que hay que defender el agua y los bienes comunes. Son las niñeces de hoy, que van a ser los adultos en el futuro próximo, los que van a tener una problemática muchísimo peor. Son nuestros hijos los que van a tener que encarar el tema con muchísimas menos herramientas, posibilidades”, alerta. Enseguida, invita a “pensar en el agua del futuro, porque se nos va la vida y no existe un argumento de mayor peso”.
Un momento de quiebre
Carmen Sosa, referente histórica de la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida, percibe que la crisis hídrica fue “un momento de quiebre” en cuanto a cómo la sociedad concibe las problemáticas socioambientales. “¿Quién no quiere defender el agua? ¿A quién le gusta tomar agua en mal estado? Sobre todo en Uruguay, un país acostumbrado a tomar agua de buena calidad, que lamentablemente hace mucho tiempo no tenemos”, comenta. En la misma línea, manifiesta: “El modelo del saqueo ha sido defendido por todos los partidos políticos. Ninguno, por lo menos los que hemos tenido en los últimos 30 años, lo ha querido cambiar. No importa quién esté en el gobierno, la defensa de los bienes naturales y el ambiente es uno de los temas que no se lo podemos confiar a los políticos. Es demasiado importante y todos tenemos que estar involucrados, todos tenemos que hacer una vigilancia cuerpo a cuerpo de lo que se está haciendo. Cuesta, porque debido a nuestra idiosincrasia tenemos una excesiva confianza en las decisiones políticas”.
La activista expresa que desde 2004 -año en que se aprobó con más del 60% de apoyo popular el plebiscito por el agua- “nunca se aplicaron” sus cometidos. “La ley de riego, que las comisiones de cuenca y consejos regionales no sean vinculantes, el no darle la participación a la gente. Evidentemente el modelo productivo no se quiso cambiar y llegamos a este momento”, plantea. Asimismo, recuerda que uno de los principios rectores de la reforma constitucional radica en entender a la educación ambiental como “una herramienta social para la promoción del uso responsable, eficiente y sustentable de los recursos hídricos en sus distintas dimensiones”. “Nosotros insistimos mucho en esto, porque la participación debe ser mediada por una educación ambiental donde la gente comprenda no solamente el problema, sino también por qué lo tiene. No me refiero a lo que hace OSE de ir a las escuelas a hablar con los niños y decirles que al lavarse los dientes cierren la canilla. Es necesaria una comprensión de la naturaleza, de cómo funcionan los sistemas hidrológicos y cómo los usos productivos afectan el ciclo”, apunta.
Sosa sostiene que “los medios hegemónicos de comunicación, salvo algunas excepciones, están invisibilizando” las consecuencias del modelo productivo actual. Vinculado a este punto, también menciona que “tendría que haber muchas más personas en las marchas”. Sin embargo, remarca que “los avances que hemos hecho en los últimos cuatros meses de comprensión y difundir conocimiento a la población son adjudicables solamente a los movimientos sociales”.
Complementarse
“Me parece interesante que no veo tendencias partidarias dentro de los movimientos”, manifiesta Raúl Viñas, integrante del Movimiento por un Uruguay Sustentable (Movus). Opina que las diferentes organizaciones se han complementado para lograr cubrir diferentes ámbitos sociales. Por ejemplo, si bien ellos difunden las marchas que han tenido lugar en los últimos meses y las apoyan, han centrado sus esfuerzos en otras herramientas de militancia. “Ha habido una gran cantidad de charlas al alcance de todos donde se aborda la problemática. Nosotros hemos hablado sobre la falta de planificación que tenemos en el tema del agua en Salto, Durazno, Paysandú, Montevideo”, apunta. Sin embargo, considera que la cobertura que han realizado los medios masivos de comunicación de las movilizaciones populares ha sido escasa. “Será por razones de la editorial del canal, del diario, o lo que sea, pero se juntan 50 personas con la bandera de un partido político y va todo el mundo a cubrirlo. Si se juntan más de 300 para defender el agua, ni se sabe y no se ve por ningún lado”, cuestiona.
No es sólo un derecho vulnerado
“Es el sistema capitalista que agobia, depreda, extermina, extranjeriza, que quita la dignidad a la vida. Es el que genera injusticias y desequilibrios en la Tierra”, resalta Soraya Marta, una de las vecinas autoconvocadas y militante feminista. Cuenta que el contacto con la Coordinadora de Ollas se dio porque compartían espacios comunes. “Ellos han sostenido su actividad desde hace muchísimo tiempo y tienen una manera de distribuirse en los territorios más afianzada e imbricada con lo que son las necesidades. Además, la sed y el hambre son necesidades básicas de la población”, enfatiza.
Dice que el movimiento ha convocado a más de 20 manifestaciones y cortes en aproximadamente tres meses. Un punto no menor es la presencia de policías en las convocatorias. Sin embargo, Marta, al ser consultada sobre este punto, responde que “el poder no podrá con tanto amor”. También que la coyuntura los obligó a repensar las formas en que generan “la política para que realmente se entienda” la problemática. Ellos y ellas optaron por seguir un camino horizontal y descentralizado, con asambleas en diferentes barrios. “Son muchos fueguitos, como decía Eduardo Galeano. Son modos diferentes de movilizarse, pero que te hace pensar en forma territorial y buscando acuerdos”, explica. Al igual que Sosa, Marta considera que la situación puede marcar un antes y un después, aunque al mismo tiempo reconoce que “desde hace muchísimo tiempo un grupo de hombres y mujeres venimos denunciando las consecuencias de este modelo con muchísimo fracaso, porque no era un tema que estuviera sobre la mesa”. “No nos gusta tener la razón sobre esto. En los últimos 30 años pasaron muchas cosas en el medio y llegamos a esta instancia, que para mí sí fue un quiebre. Pero vivimos en un mundo de muchísima inmediatez, donde los medios hegemónicos dicen que esto ya pasó y continúa la locura de la vida”, manifiesta.