Era una parada muy difícil de arranque, porque era Brasil, que había mostrado altibajos en su desempeño pero siempre que llegan estos momentos acelera. El arranque del partido fue parejo y hasta de estudio táctico para los dos. Se conocían del Sudamericano y se habían visto jugar, pero ésta dolía más que ninguna. Uruguay no demostró gran capacidad ofensiva y se empezó a ver superado por Brasil, que sin ser con gran peligro tocaba cerca del área nuestra. Los norteños hacían valer el toque y presentaban superioridad en hombres dejando atrás a los futbolistas celestes.

Nico Lodeiro se asoció con Abel Hernández en una jugada aislada y el delantero del Palermo italiano disparó de afuera del área, pero sin peligro para Rafael. Brasil tocó y a destiempo llegó la defensa uruguaya para hacer falta cerca del área. La verdeamarela demostraba comodidad en el juego que desplegaba y le cabía la forma como se daba el ordenamiento del partido. Uruguay, en cambio, demostraba cierta desconfianza, sin poder mantener la pelota y perdiendo ante las llegadas de Brasil.

Una pelota perdida en la mitad de la cancha desató diez minutos de sufrimiento y desazón celeste. Urretaviscaya se entreveró cerca de la línea media y perdió ante dos rivales, un gran pase en profundidad hizo correr al goleador colorado Alan Kardec, que definió muy bien de derecha contra el palo de la misma mano de Martín Rodríguez. Un error de Uruguay transparentaba las desatenciones en el fondo y cómo podía darse lo siguiente. Es que dos minutos después Brasil elaboró una jugada sensacional. Colectivamente llegó tocando desde la mitad de la cancha y por el sector izquierdo de la defensa volvimos a fallar. El lateral derecho Douglas trepó -le hizo la del 30 a Cabrera- y metió la pelota en el punto penal, a donde llegó Alex para tocar y definir. El número 7 había comenzado la jugada y la terminó; fue la gran figura de los brasileños durante todo el partido.

Desconcertado en la cancha, Uruguay se encontró con dos goles de corrida y cambiaba todo lo que estaba pensado para el resto del juego. La celeste esbozó un corrimiento hacia arriba, pero sin claridad, sólo con las ganas que merecía salir a revertir el adverso resultado. En un mal desdoblamiento celeste, Brasil volvió a sacar el manual e hizo una contra genial, llegó al ataque en igualdad numérica con respecto a nuestros defensas y con tres toques llegó la definición exquisita de Alex Teixeira una vez más, para cortar la ilusión celeste. Antes del tercero ya habían tenido otra, que contuvo Martín Rodríguez. Uruguay comenzó a demostrar inestabilidad y se perdió en la cancha, viéndose ampliamente superado por los vestidos de amarillo.

No dio

Dentro de los primeros cuarenta y cinco minutos, Uruguay encontró su mejor momento después de recibir la tercera bofetada. Se asociaron por la izquierda y llegaron tocando, tanto Urretavizcaya como Leandro Cabrera y por derecha intentó trepar el Colo Gunino. Brasil retrocedió unos metros, pensando en cerrar así el primer tiempo, pero en una jugada entreverada Mauricio Pereyra asistió bien a Abel Hernández que definió mal y el golero tapó, pero en el rebote fue inteligente el número nueve, que se apoyó en Urretaviscaya para que éste concretara el descuento. Faltaba mucho y el gol era la luz esperanzadora para cambiar el rumbo. Antes del pitazo final la celeste llegó alguna vez más, pero no pudo encontrar el mejor escenario posible que hubiera sido el segundo gol de descuento.

En el complemento Diego Aguirre buscó más fuerza de ataque, sacó a Maximiliano Calzada para darle cancha a Tabaré Viudez y encontrar más espacios por las puntas. La velocidad del jugador que pasó por el Milan se encontró con los toques de Lodeiro y las llegadas por el otro lado de Urretaviscaya, pero el paso del tiempo mostraba a un Brasil cerrado atrás muy firme y esperando tener un contraataque que liquidara el partido.

Uruguay tuvo alguna, con centros y llegadas espaciosas, pero no logró concretar. Abel Hernández remató, el ingreso del Morro puso más peso y Coates llegó al área a cabecear, pero se vio que las vías no eran las adecuadas.

Un penal

Cerca del final y con toda la carrocería arriba, la celeste encontró un penal, que tampoco terminó en gol.

Los brasileños fueron superiores, pero Uruguay cometió errores, perdió muchas veces la referencia en defensa y se equivocó de mitad de cancha hacia arriba. Aquellos diez minutos electrizantes de Brasil fueron sentencia en los octavos de final. Se mostraron realmente superiores y llegaron a pasarnos por arriba. Uruguay se despertó, pero eso no alcanzó. La selección favorita ante cualquier campeonato sigue su rumbo y con fuerzas va en busca de un título que no logra desde 2003. La celeste vuelve a casa con una gran experiencia mundialista, que no pudo alargar en la cancha pero intentará hacerlo con el crecimiento de un proceso de buenos futbolistas, procurando desarrollar las grandes líneas de un estilo de juego que se adapte a nuestra forma de vivir el fútbol, con nuestras carencias y fortalezas.