Los pies del arquero darsenero Luciano dos Santos dieron el puntillazo final para el pasaje del equipo de Juan Ramón Carrasco a las semifinales de la Sudamericana, donde su rival será el ganador de la llave que definirán hoy la Liga Deportiva Universitaria de Quito y Vélez Sársfield.

La contención del rechoncho golero artiguense ante el remate penal del ex defensorista Pablo Pintos puso fin al duelo de 180 minutos en el que terminó prevaleciendo el buen juego riverplatense. Si muchas veces las series definitorias desde los 12 pasos son injustas o una lotería, en este caso premiaron al mejor.

Porque ayer River, que empezó jugando en el Nuevo Gasómetro cuervo perdiendo 1-0 por el revés sufrido en el Centenario hace dos semanas, logró revertir la serie y lograr finalmente la hazaña del pasaje de ronda en base a un muy buen partido, planteado de manera inteligente por JR y bien realizado por los intérpretes en la cancha.

Los darseneros fueron ampliamente superiores a los azulgranas argentinos durante todo el partido, e incluso cuando finalizó el tiempo reglamentario ayer quedó la sensación de que River podía haber sentenciado la serie sin necesidad de llegar a la angustiosa instancia de los penales. La prevalencia de los albirrojos en el partido se basó en el habitual buen manejo de la bola, pero además tuvo el ingrediente de una solidez defensiva, elemento que ya no es sorprendente. En ese sentido, el aporte del brasileño Ronaldo Conceição ha sido y fue también ayer esencial. El jugador norteño le da un lustre de firmeza a la retaguardia darsenera que da confianza en la zona final, sumada a la sobriedad que aporta desde el arco el fronterizo Dos Santos, de buena faena durante el partido y vestido con un ajustado traje de héroe en los penales, donde, además de atajar dos, metió el que le tocó patear.

El gol del Canguro Porta en el arranque del segundo tiempo fue la rúbrica que le faltaba a River, que en el primer tiempo había sido más que su rival pero no había podido concretar su supremacía en la red adversaria.

Antes y después de esa incidencia, San Lorenzo fue un equipo apático, desprolijo, sin ningún brillo y las pocas veces que inquietó la última zona uruguaya fue por algún centro lejano o por un ocasional tiro libre. River fue ordenado, tuvo algún chispazo de tiqui tiqui arriba y le agregó a la receta ganadora algunos trancazos, que gracias a una carga antropológica impregnada en nuestro ADN resultan irresistibles para el espectador uruguayo medio. Colocado no ya en el pequeño escenario local sino expuesto a los reflectores de buena parte de América, JR mostró lo mejor de sí en la planificación del juego y en la realización de los cambios, dejando de lado decisiones alocadas y actuando de manera acertada, hasta quedarse con una variante en la manga hasta el final, que no fue necesario utilizarla. En pro de vender su buena propuesta de la mejor manera, JR dejó su costado hosco a un lado y hasta se dignó a dar una pequeña entrevista a un notero de Fox que estaba dentro de la cancha del Nuevo Gasómetro porteño en la antesala de la definición por penales, que a la postre marcó el hito más importante de la historia deportiva del club darsenero, metido entre los cuatro mejores de una competencia continental. Gran parte de la responsabilidad en este presente de gloria, inolvidable para cualquier riverplatense, la tiene Carrasco, que ayer dejó mudos a todos los hinchas del ciclón, que creyeron ir a la cancha a ver una segura clasificación y terminaron con un chupete a la medida de una copa internacional.