Nacional se probaba a sí mismo ante un partido inaugural de temporada -cuando no todo está ajustado sino a la inversa-, que siempre demanda ganar los puntos ante un rival de menor poderío potencial y, en lo posible, hacerlo mostrando la hilacha de equipo con aspiraciones de llegar a ser el mejor tras un período de pases que lo tuvo como primer protagonista comprador. Eso lo consiguió a plenitud. Cerro Largo, local en Montevideo esperando una recaudación mucho mayor a la concretada, dio lucha, salvó el honor y espera zurcir, con la entrada de Roberto Bobadilla y otros, un equipo que pase de pelear abajo como en la última temporada, a hacerlo en el medio de la tabla. Si algunos lectores se quejan de la escasez de buenas noticias en la diaria, hoy las tenemos para los hinchas tricolores. El equipo que está conformando el entrenador Eduardo Acevedo (y la Comisión de Contrataciones) ilusiona y ofrece buenas perspectivas más allá de las discusiones tribuneras tanto sobre la inconveniencia de la ida del Grillo Biscayzacú y Alexis Medina como cierta sorpresa por la vuelta al plantel de Diego Vera. Primeras comprobaciones. El equipo propuso ante el club del noreste un funcionamiento colectivo, asumió protagonismo y sus integrantes dieron prioridad a la buena utilización de la técnica futbolística para progresar en el terreno e imponer superioridad. Dos buenos laterales fueron los debutantes Christian Núñez y Aranda. OJ Morales pasó a ser único volante tapón por lo que estuvo algo más contenido que de costumbre en sus despliegues de avance. Delante de él, Acevedo formó una zona fuerte del equipo. Por derecha un Gianni Guigou, sazonado a la italiana, se mostró dinámico, muy activo, extremadamente criterioso en sus múltiples participaciones tanto defensivas como ofensivas, entre estas últimas su gran aporte en el único gol obtenido. Por el centro, con libertad de accionar creativo estuvo Matías Cabrera, quien mostró que está para más porque fue el mismo que creaba fútbol a raudales en Cerro no sintiendo para nada el cambio de club y de exposición pública. A la izquierda de esa zona de enlace triple se colocó el argentino Matute Morales, quien agregó su fútbol que podrá ir en ascenso con mayor continuidad y ritmo. Golero y defensas centrales anduvieron parejos y, en ataque, el Chapita Blanco jugó por él y por el debutante Balsas. Nacional tuvo dominio de cancha y pelota pero pasó apuros concretos. Uno fue a los 33 minutos, cuando el sanducero Leo Rivero cabeceó con precisión un centro pasado de derecha a izquierda que OJ salvó en la línea del arco y también estuvo a punto de caer cuando, a los 39’, una pifiada de Matías Rodríguez provocó una entrada libre de Rino Lucas, a quien Muñoz debió parar con falta y la tarjeta amarilla consiguiente, antes de que entrara al área. Nacional, en cambio, no falló en la última oportunidad del primer tiempo. Ésa fue una diferencia clave pero, además, creó una cantidad mayor de llegadas al área rival cuya especificación narrativa no sería un asunto muy práctico. Danielo Núñez cambió tanto la fisonomía de su equipo para el segundo tiempo que se puede decir que Cerro Largo jugó con dos equipos distintos. Hubo dos laterales nuevos (Cristiano Gomes y Antonio Fernández), Dean Silvera pasó de la izquierda del mediojuego a la derecha, Rino pasó a estar un poco más en ataque y Luigi un poco menos, no se supo por qué fue excluido Yair (a mí me gustó y a Danielo no: debe de tener razón él) y tampoco para qué entró el ex River Fabricio Núñez, apático por unanimidad. Nacional tiene otras fichas para ir mostrando, al caso Lembo, Regueiro, el polémico Vera, más tiempo para el Tata, el Tito Ferro, capaz que el paraguayo Derlis Florentín y la banda de la sub 20 dentro de algún tiempo. Y tendrá que ir subiendo en coordinación y en concreción de oportunidades de gol. Para los melenses puede no ser fácil concretar su interés de estar en la parte de arriba de la tabla aunque llegar al octavo puesto no parece una ambición excesiva.