Rodeados por la mejor escenografía de la sexta fecha, Nacional y Liverpool hicieron poco más que un programa de cable de bajo presupuesto. Entre cuatro tribunas repletas, sobre la espectacular cancha del Parque Central y bajo el mejor sol primaveral que se ha visto en lo que va del año, gestaron un 0 a 0 que los aleja un poco más de la pelea. En algún momento, los dirigidos por Favaro entendieron que robar un punto en La Blanqueada podía ser el comienzo de una recuperación tras dos fechas malas. En ese momento Nacional llenó la cancha de delanteros y volantes ofensivos, pero el reloj fue el 12º jugador negriazul y no le dio tiempo al milagro.

No fue el empate sin goles prototípico, porque el trámite arrojó emociones espaciadas. Emociones de frecuencia comparable con la del 115, pero emociones al fin. Figueredo jugó por él y por varios de los buenos pies que rindieron por debajo de las expectativas. El volante negriazul trasladó la pelota con inteligencia hacia las inmediaciones del área ajena. Rodales fue el que mejor lo interpretó. El lateral-volante derecho protagonizó varias paredes con el enganche, de esas que en cuatro o cinco toques cortos terminan abriendo la puerta del área. El conductor tuvo menos compañía por la banda de Montero. Sin embargo, por ese lado se originó el mejor de los casis de la visita: el carrilero zurdo pisó el área a los 27 minutos, cambió de pierna y tiró bajo y hacia el segundo palo, donde Viruta Vera no pudo conectar por medio talle. El delantero había malogrado una posibilidad cuando amanecía, con un remate frontal que pudo cambiar el resultado en el primer minuto.

Pese a la amargura que invade el paladar tricolor, el partido arrojó alguna novedad positiva. Goñi le puso cara a ese comienzo con mucho fútbol ajeno por su banda y terminó redondeando una correcta tarde. Si bien en el horizonte de Nacional asoma la vuelta de Pernía, el ex cervecero se reivindicó en parte. El fútbol del Liverpool del complemento pasó por el otro extremo, siendo más utilizado el timbre de Núñez que el de Teto. Peralta volvió ser el más lúcido con la pelota en los pies, faceta en la que Pereyra puede dar más y en la que algunos intentan dar lo que no pueden: Ferro repite excesos de traslado y Lembo se adelanta excesivamente cuando el paso de los minutos se combina con un resultado no deseado. Los mejores aportes ofensivos del sauceño llegaron por la derecha, por donde sorprendió un par de veces en combinación con Núñez. En una ocasión, el Morro casi grita.

Pese a la acaparación de roles que lo caracteriza, el ex danubiano fue el más destacado de los locatarios que dieron la pelea del medio. Palau está por debajo del nivel mostrado no hace mucho. Hubo mucha chispa, porque la dupla Macchi-Pozzi no da pelota por perdida. Aunque la historia pudo haber sido otra si el árbitro hubiera expulsado al primero, que castigó duramente a Peralta cuando ya estaba amonestado. Era para roja directa, pero ni siquiera vio la amarilla. Favaro aceptó el regalo al sacar al rifado por Cristian Silvera, que jugó un buen partido. Ojo: no llegó a dar tanto como Jonathan Souza, un zaguero juvenil que se cansó de anticipar la soledad del Morro y la ansiedad de Chávez.

Lo mejor llegó al final, cuando Nacional cerró la tarde con Pereyra, Cabrera, Mirabaje, Peralta, García y Cauteruccio juntos. Cuando Liverpool se reforzó atrás pero agregó a Lalinde arriba, forzando el mano a mano entre su triple ataque y una improvisada línea de tres locataria. A los 36 minutos del segundo capítulo, Vera pudo sacarles jugo a los nuevos metros pero llegó tarde. Al rato, el Morro y Mirabaje se perdieron las dos más claras de la casa. El primero se llevó puesto el reglamento y definió mal tras meterse al área. El segundo reventó el horizontal en los descuentos. Fue el no te puedo creer que el partido precisaba para convencerse de que el cero se iba a tomar hasta el último rayo de sol.