Como antes

No deja de ser extraño que ahora sea extraordinario lo que antes era ordinario: en tres fechas jugadas Peñarol está primero, solo, invicto y con puntaje perfecto, lo que sólo podría igualar Fénix, que ha disputado un partido menos. Los aurinegros han evolucionado muchísimo con Diego Aguirre como entrenador y ayer avasallaron al Racing Muletto por 3 a 0. Quedaron solos porque el otro que había ganado todo lo que había jugado le empató en la hora a Danubio 2 a 2. Pero hay otros datos que no son menores, como los que entrega la victoria de Defensor sobre Nacional 1 a 0 el sábado en el Parque Central. Representó los primeros puntos de los violetas en lo que va del torneo, el quinto punto perdido de los tricolores y la pérdida de ventaja en la tabla anual, donde ahora tiene 4 puntos sobre Liverpool, a quien enfrenta el próximo fin de semana, y 5 sobre Peñarol. Rampla, que le ganó 2 a 1 a River, está quinto en la suma de puntos y tanto pelea por entrar a una copa como por evitar el descenso. En esa tabla, la que se lee al revés, están tratando de salir de abajo Fénix (dos victorias en igual cantidad de presentaciones), que le ganó a Wanderers 2 a 1; Atenas, que en Maldonado le quitó el invicto a Tacuarembó, a quien derrotó 2 a 0; y Cerro Largo, que derrotó en Montevideo a Central 2 a 1. Quien ahora no consigue triunfos es Cerrito, que perdió con Cerro 4 a 1.

A falta de diez minutos ya la fiesta era casi total, porque hasta los de Racing cantaban como despreocupados por el tropezón. Pero la euforia que calentó el cemento nació desde la Amsterdam, donde los hinchas se mofaron con “oles” cuando el rival no la agarraba, además de lanzar los usuales ataques al rival de siempre y hasta de abrigar esperanzas en augurios de un título que se demora pero que ayer pareció regalar un primer guiño. La historia arrancó temprano, con Martinuccio ofreciéndose a picar por todo el frente de ataque para abrir fisuras en la zaga de Racing. No pasó medio minuto y Peñarol ya estaba cobrándose el primer córner. Verzeri plantó un equipo cauteloso, tanto que Cauteruccio fue el único jugador asignado al ataque. La línea de cinco (o de tres, cuando atacaba) no conseguía obturar los circuitos que Peñarol generó tocando en corto y rápido, con Ramírez y Urretaviscaya bien abiertos, pasando y yendo a buscar la devolución para ganar metros.

Atónitos

A partir de un pase largo por izquierda Martinuccio se las ingenió para controlar, burlar a su marcador y servir un pase rasante que Pacheco recibió sobre el área chica. El Tony tan sólo desvió con su pie y la violencia con que venía el disparo hizo inútil cualquier esfuerzo de Contreras, que de hecho ni siquiera atinó a una reacción. Parece obvio advertirlo, pero Racing no estaba preparado para recibir un gol tan sólo a 11 minutos de empezar, porque el planteo rayano en lo mezquino que ideó Verzeri sucumbió repetidas veces apenas la pelota atravesaba la mitad del castigado campo de juego (gracias, Joaquín). La calma con que trabajó la línea final de Peñarol sorprendía minuto a minuto. Claro, en parte por las ya develadas falencias del accionar racinguista, pero en gran medida también mérito del tándem Arévalo-Orteman, que tanto marcan como hacen jugar a los suyos. Así que antes de la media hora el carbonero pudo aumentar dos veces el score, con Ramírez la primera vez y Martinuccio sobre los 20, cuando Albín lo dejó de cara al gol con gran pase desde la mitad de la cancha. Allí Contreras entregó la primera de las tantas atajadas que salvaron a su Racing de una catástrofe aun peor.

Urreta FC

Para el inicio del segundo tiempo Verzeri mandó a su estrella juvenil y habitual titular, el hábil Matías Mirabaje, para ver si agarraba alguna bocha y quizá con un par de quiebres y un pase conseguía lo que nadie con su misma camiseta: llegar hasta Sosa. Pero su compañero de selecciones y rival circunstancial fue quien se robó todo el crédito, afincado por derecha, tutelado por la Torre de los Homenajes.

Si quedó un surco por la América por el escenario que utilizó Sabina, ayer quedó otro por la Olímpica por las incursiones de Urretaviscaya. Las más peligrosas situaciones de gol que generó Peñarol nacieron de sus pies, o pasaron por sus pies, o fueron concluidas por esos mismos pies. A poco de arrancar la segunda mitad combinó con Aguirregaray, que no logró definir porque lo trabaron justo, y al córner. Un minuto después, dejó solo a Orteman por izquierda, con un pase que atravesó no menos de seis pares de piernas, y allí el Loco Contreras se apuntó otro poroto para ser figura del perdedor. Sobre los 56 habilitó en gran forma a Martinuccio, que no consiguió definir pero pudo servir a Pacheco para aumentar a dos goles y casi sentenciar el asunto. Una pequeña pausa en el monólogo fue un zurdazo de Mirabaje, pero Urretaviscaya retomó el papel protagónico, se cambió de punta y se mandó por izquierda para llegar hasta Contreras con poco ángulo, razón por la que el experimentado arquero pudo cerrar bien el arco y apuntarse otra atajada formidable. La más clara que tuvo fue gracias a un gran pase de Pacheco que lo dejó de frente al arco, pero definió muy alto, apurado por un zaguero y el golero. El cierre de su actuación fue un cambio de frente que Ramírez transformó en zurdazo para nueva demostración acrobática de Contreras. Y curiosamente, no fue parte del jugadón que derivó en el tercer gol, en el que se presentó en sociedad Bosco Frontán, quien con un delicioso pase medido colocó la pelota en la cabeza de Martinuccio para concretar la goleada y desatar la locura en el Centenario.