Desde hace algunas temporadas, la disputa de la fase más importante de la Liga Uruguaya de Básquetbol marca la agenda deportiva del comienzo del año. La emoción incomparable de esta instancia, en que en una fracción de segundos se puede definir seguir en carrera o quedar fuera de competencia, la vida o la muerte deportiva, pega fuerte en los seguidores de siempre del básquetbol, aunque también caen cautivados por el imán del momento muchos que no lo son. El calor va de las canchas a las tribunas cuando la pelota naranja sube y el reloj comienza a andar. Las noches de verano predisponen los cuerpos, que empiezan a sudar mientras los pitazos arbitrales y los cánticos de tribuna retumban, alimentando la pasión por los colores del barrio.
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