La sensación de que su equipo contestó a tiempo y de que lo hizo ante un rival de nivel que empezaba a amenazarle el liderazgo de la Tabla Anual devolvió la calma a los hinchas de Nacional. Los dirigidos por Eduardo Acevedo derrotaron a Liverpool por 2 a 0 con dos tantos del Chapita, el encargado de marcar una diferencia justificada: el Nacional del Clausura al fin se reconoció en su espejo del Apertura, ante un irreconocible equipo negriazul.

El primer desnivel entró a la cancha casi con los equipos. Durante prácticamente 20 minutos, pareció injusto. Sin embargo, el final del primer tiempo lo fundamentó y hasta pudo aumentarlo. Es que la rápida diferencia parcial que tomó Nacional en el partido pasó de ser cuestionada a parecer exigua. Nació a los seis minutos en una buena combinación ofensiva. Mauricio Pereyra adelantó que se mandaría un gran partido, recibió un toque corto del Morro García y convirtió en puñalada un pase bien aprovechado por Sergio Blanco. Mucho más efectivo que marketinero, Chapita confirmó lo que vale con una definición perfecta en el cara a cara con Matías Castro. También, que su resultado es bueno como pocos en la relación entre tiempo jugado y goles convertidos, y que se vuelve una opción respetable ante algunos de los problemas que arrastra Eduardo Acevedo para conformar el ataque.

Liverpool piropeó el empate casi inmediatamente después de recibir el golpe, pero no aprovechó las llegadas acumuladas mientras su mediocampo ganó la pulseada y Nacional pegó la cola al arco de la Colombes para defender el juego de Mauricio Díaz & Cía. Por eso, el conformismo le ganó a la ambición y el 0-1 no le cayó tan mal cuando finalizó la primera parte. Poco antes, Nacional había salido del sitio para intentar aumentar la ventaja. Nunca estuvo tan cerca como cuando el Morro se lo perdió casi con arco libre. Fue el comienzo de una telenovela que está en el aire desde el remate del año pasado y que reservó nuevos capítulos para el complemento.

El delantero volvió a estar a punto a los 48 y a los 58 minutos, pero el arco se le hizo de baby fútbol y la pelota se negó a entrar, aunque parecía más sencillo que pasara lo contrario. Es probable que la ventaja parcial tricolor y la percepción de que su rival no funcionaba hayan pesado para que el murmullo que castiga a los que andan en la mala dejara su lugar a los cánticos de reconocimiento para con el delantero, que dejó la cancha para que Viruta Vera ocupara su lugar.

Liverpool lució demasiado vulnerable y, aunque suene raro, hasta estirado. Para colmo, no consiguió que a Nacional le pesara la mochila de las situaciones erradas en seguidilla. Para eso debió generarle riesgo a Muñoz, transmitir la sensación de que tanto gol errado podía volverse en contra del que ganaba y no liquidaba. Pero no: mientras que en el complemento el empate estuvo a la mano, el equipo del Lolo Favaro no generó un solo remate. Nacho Medina intentó algo así pero un pelotazo que ensayó en el área terminó rebotando en un rival, luego de una jugada por la derecha. Los negriazules apenas amagaron con hacer lo que nunca harían cerca del cierre, cuando en un par de avances explotaron la banda defendida por Goñi. Aunque no alcanzó, a esa altura ya había entrado el juvenil Carlos Núñez, dueño de un par de firuletes que invitan a seguirlo.

Al rato, Vera recibió un pase profundo y Blanco bajó tardía pero merecidamente la cortina. Nacional quiere y puede.