Defensor Sporting, el mejor equipo de todo el año, se terminó quedando con el título de la Liga barriendo a un gran rival como Malvín en una gran serie final. Los dirigidos por Jauri, que encabezaron la tabla desde el arranque de la LUB, tuvieron el mejor cierre de campeonato posible llegando a finales ajustada pero muy merecidamente, y terminaron arrasando en la final.

Malvín empezó con un juego demoledor. Hizo 23 puntos en los primeros ocho minutos de juego, con Fernando Martínez como abanderado en el juego ofensivo. El Enano ya había convertido trece puntos, con tres triples de forma consecutiva para que el azul playero sacara diez puntos de diferencia. Un comienzo similar al de aquel primer partido que empezó el miércoles pasado pero por las goteras terminó el jueves.

Los dirigidos por Pablo López comenzaron su juego de adentro hacia afuera. Colocando la pelota en el poste bajo y aprovechando los ajustes defensivos del equipo de Jauri encontraban a sus perimetrales (especialmente al Enano) para embocar tiros de distancia. El Tito Borselino se hizo muy fuerte en el cuarto inicial. Con agilidad ganó sobre la defensa y consiguió ser un gran aliado de Braggs en el poste bajo. Robó pelotas en defensa y sacó a correr más de una vez al equipo. Malvín llegó a sacar diez puntos como máxima ventaja en esos minutos iniciales y llevaba un promedio de puntos muy superior al que registró en las finales. Los de López fueron al descansito corto con ventaja de ocho, 27 a 19.

Para el segundo período Jauri conversó con los suyos y el equipo ajustó bien la defensa. Cortó algunos circuitos que habían sido bien utilizados por el azul en el cuarto inicial y de esa manera pudo obtener ofensivas más claras. El Tallarín Izaguirre penetró, al igual que Diego González, mientras que Jackson siguió pesando mucho debajo del tablero. Aunque Robby Collum no encestaba sus tiros iniciales -empezó peleado con el aro- aparecieron otros y esta vez fue muy importante el juego interno del equipo fusionado. El extranjero perimetral de Sporting no convirtió ningún tiro de cancha en los primeros veinte minutos de juego, pero igualmente fue importantísimo, con pases, defensa, faltas y más aportes.

El playero, que sabía que era de vida o muerte, se volvió a poner en juego fuerte y alimentó constantemente a Braggs, que estaba duro en el uno contra uno, superando en ocasiones a Jackson con movimientos de pies muy interesantes. Los de López ya no encontraban los triples del arranque del Enano ni las corridas que hacían fáciles los goles. Con más trabajo, igual logró conseguir puntos, pero las ventajas se achicaron. Torraye tomó la responsabilidad en el ataque: el fortísimo pivot malvinense sacó faltas, tomó rebotes y obligó a cometer faltas a sus rivales.

Sporting se mantuvo cerca y sacó faltas. Collum llegó a sus primeros puntos con libres y descontó. Aquellos diez puntos que lo alejaban del título se achicaron a casi nada. Braggs se tomó en serio el mano a mano con Jackson y lo obligó a agachar la colita una y mil veces. Los ganchitos -zurda y derecha- fueron efectivos para mantener a Malvín con unos puntitos de renta. El triplazo, ese jueguito comercial que quiere hacer propaganda y dejar bien a un par de empresas, se hizo con el tablero electrónico prendido marcando victoria playera 42 a 46.

El arranque del segundo tiempo, extrañamente, fue mucho más frenético y exaltado que el comienzo del partido. Cambiaron gol por gol y corrida tras corrida. Un montón de tiros de cada uno de los quintetos, sobre todo de Sporting, que no encontró los goles. Apareció una figura que había quedado oculta antes, porque Brian Laing se destapó en la zona ofensiva y con el uno contra uno superó a sus defensores. Malvín sacó la mayor ventaja del partido. Ese afán de querer ganar el partido en una sola pelota hizo que las defensas cayeran en algunas distracciones.

Malvín mostró nuevito el libreto del ataque rápido en una jugada que terminó Laing con una hundida genial. La pelota fue de derecha a izquierda en un solo toque y por el eje de la cancha llegaba como bólido el norteamericano, que la revolcó con violencia y mucha clase para hacer estallar a la hinchada playera. Llegó a sacar trece puntos de ventaja, pero la barra que indicaba la diferencia fue disminuyendo con el paso de los minutos. La viola se puso de vuelta ahí nomás cuando quedaba poco para el cierre. Bruno Fitipaldo, acurrucado en una esquina, encontró un tiro limpio de tres y aseguró la plata que había en el banco, pero sólo por un ratito, ya que en el cierre Collum la pudrió de triple y dejó a Sporting sólo a cinco puntos.

Robby Collum se encargó de dictar un clinic en la cancha en el último cuarto para que Defensor Sporting pasara a ganar a falta de cinco minutos y terminara el partido por 78 a 77. El yanqui, sin pinta de ser tal, sacó todo su repertorio: pases y goles con una clase genial.

Otra vuelta

La ventaja se fue. Malvín ya no comandaba en el tanteador y el juego deparaba un cierre dramático y digno de picos altísimos en cualquier cardiograma. Pelota a pelota, suspiro a suspiro, doble por doble se vivieron los últimos minutos del cuarto período. Braggs fue importante en Malvín y además de Robby en Sporting era importantísimo el Gusanito Álvarez, que a la postre arañaría el cielo de la gloria.

Bruno Fitipaldo convirtió dos triples consecutivos increíbles. El pibe, de 18 años de edad, fue el más experiente. Con gran sangre fría pero el corazón muy caliente mandó a guardar dos triples seguidos para adentro. Pintaba que el azul forzaba un nuevo partido. Se acababa y tenía seis de ventaja, pero Collum siguió y además de clavar de tres en otra asistió a Diego Gonzálezy lo dejó solito después de atraer toda la marca; lo mismo pasaría después en la jugada que marcó el resultado final.

El final fue insólito. Braggs cacheteó como para quedarse con el partido y, muy vivo, Diego González se la boleó al Gusanito, que corrió y dejó la bandejita con más presión de su corta carrera deportiva. 96 a 96 y alargue.

Esos cinco minutos fueron tremendos. Muy cortado, con muchas faltas y libres, llevó a que jugadores que venían derechitos en ese rubro fallaran en el diván del personal. Pablo Morales clavó dos triples y otra vez pintaba que se iba a la playa, pero Diego Castrillón en la última terminó de quebrar la paridad y se hizo amigo del reloj, que ya se acercaba al cero. Sporting volvió a dar vuelta el resultado y se quedó con el campeonato, el objetivo más esperado por el equipo de la farola.