Empezar un partido que con -3 es difícil. Saber que no ganar por tres goles es lo mismo que perder cambia el escenario de un partido común y corriente. Cerro salió a la cancha del Centenario sabiendo que tenía que ganar por tres goles de diferencia -o más- para clasificarse a los octavos de final de la Libertadores.

El buen equipo de Pablo Repetto empezó jugando bien, como nos tiene normalmente acostumbrados, con toques y llegadas bien laburadas. Presionando al rival y yéndose claramente arriba, buscando lo que tenía que salir a buscar: goles rápidos, jugadas colectivas interesantes, con toques continuos para entrar al área. La inclinación hacia el arco de Elizaga igualmente no marcaba una peligrosidad muy grande, eran llegadas, pero no del todo claras.

A los 20 minutos del partido remató Morita cruzado y después el mismo delantero tuvo un par más, pero a esa altura el argentino -nacionalizado ecuatoriano- Elizaga empezaba a constituirse en figura del partido. El albiceleste llegaba en reiteradas oportunidades, con mucha gente en ataque y un montón de ganas, pero nunca pudo meterla adentro. La única vez que entró, el línea boliviano se encargó de levantar el banderín para marcar offside.

Lluvia que no moja

Cuando iba un poco más de la mitad del primer tiempo se largó en el Centenario una lluvia tremenda, que cambió las características del terreno de juego y llevó a que muchos de los 5.000 que se arrimaron al Estadio buscaran cobijo en alguno de los techos de los anillos de las tribunas. Cerro siguió buscando, pero la historia siguió igual.

De arranque, en el segundo tiempo la cosa cambió. No porque los de Repetto hayan dejado de presionar, sino que con menos tiempo y la misma cantidad de goles a convertir la cabeza empezó a laburar mucho más y la desesperación pasó factura en la cancha. Con el ingreso de Alves por Amarilla, quedó claro que Cerro se iba a desnudar aun más en la zona de atrás para revestir el ataque. Más gente, más centros, pero sin resultados. Dadomo cabeceó fortísimo y bien dirigido, Pellejero colocó otro buen testazo y Mora probó con las dos piernas; en todas Elizaga se quedó con la pelota e impidió el grito de los miles de hinchas que estaban en la Olímpica, esperando poder sacar el grito contenido.

Más delanteros en la cancha, menos jugadores porque se fueron más temprano Seba Suárez de Cerro -agredió a un ecuatoriano- y Quiroz, que tontamente se demoró en salir de la cancha y vio la segunda amarilla. El equipo de la Villa lentamente se daba cuenta de que no le iba a alcanzar, pero quería irse con el honor de ganar y terminar segundo, sabiendo que de ser una Copa con formato normal hubiera pasado a los octavos de final. No se le dio. En su segunda participación copera volvió a quedarse en la fase de grupos, pero mostró una imagen muy buena. Está claro que el recuerdo más rápido que vino a la mente de todos los cerrenses fue el gol recibido en Quito a falta de nada, para robar un puntito de la altura, pero ahora ya fue. Es historia.