Quesito picado

Lo curioso, lo insólito ocurrió en el estadio del Club Nacional de Nueva Helvecia. Dos jugadores, uno de cada cuadro, comenzaron el partido con un número en la camiseta y lo terminaron con otro. A los 17 minutos el lateral helvético Juan García se lastimó y manchó su camiseta con sangre, por lo cual, como indica el reglamento, el juez mercedario lo hizo salir de la cancha y cambiarse la casaca. Como los tricolores helvéticos no tenían dos camisetas con el número 6, que era el de García, volvió a la cancha con el 10 en la espalda. Lo mismo pasó con el arachán Juan Ignacio Silvera, que jugó una parte del partido con la 7 y el resto con la 17. Cosas como ésta pasan en los queridos campeonatos del interior. Sin duda, los más perjudicados son los relatores, comentaristas y cronistas.

Nueva Helvecia es una bellísima ciudad de poco más de 10.000 habitantes, ubicada en el pequeño y fácilmente transitable territorio uruguayo, bien a mano de Montevideo, donde están centrados los medios de comunicación nacionales, donde vive buena parte de la mayor afición futbolera debido a su densidad demográfica y donde, paradójicamente, está la sede de OFI.

Sólo 120 kilómetros separan la ciudad de nietos y bisnietos de suizos de Montevideo, pero por alguna razón la primera de las finales no está bien vendida en términos de promoción, dado que no hay casi expectativa fuera de colonienses y arachanes por el partido de definición. Mucha gente en la cancha de Nacional, tanto en su interesante tribuna como en los improvisados palcos que con sillas playeras los habitués a la histórica cancha forman en el ligero talud de pasto del sector opuesto a la tribuna principal.

Dos decanos se enfrentaron en lo que fue la primera de las finales de la séptima Copa Nacional de Clubes Campeones del Interior. Por un lado el local, el Club Nacional de Fútbol de Nueva Helvecia, que llegó a esta fase final luego de vencer en su campo a San Eugenio de Artigas por tiros penales. El rival fue el elenco arachán de Melo Wanderers, que en el Antonio Ubilla había derrotado a Racing de Durazno. Se trata de cuadros con mucha historia en el fútbol del interior: los albos están festejando su centenario y los arachanes ya tienen 107, producto de la temprana fusión de Melo y Wanderers.

Casi 2.000 personas fueron testigos de este partido en el que el mal estado del terreno de juego les jugó una mala pasada a los actores. La cancha del Nacional, el viejo Parque Haberly, estaba muy baqueteada por el mal estado del tiempo de los últimos días, pero a eso se sumaba que entre semana había habido nutrida actividad por el campeonato local. Esto llevó a que por momentos se obviara el pasaje por el medio de la cancha y se fuera el pelotazo el que sirviera para ambos equipos como principal arma ofensiva. Es un trámite que puede resultar efectivo cuando hay que evitar obstáculos, ya sea de campo, ya sea de capacidad de neutralización del rival, pero que quita precisión al juego de ataque y genera mucha división de pelota.

Siesta prohibida

El que llegó tarde, el que durmió más de lo previsto la siesta dominguera, el que entró al estadio y fue derecho a comerse un chori o una torta frita se perdió de mucho: a los seis minutos el partido ya estaba 1 a 1. Los tricolores helvéticos, una vez más, recibieron un gol digno de ser mostrado en los resúmenes de los informativos sobre fin de año, entre los bloopers, las patadas alevosas y los festejos insólitos. Atento Fernando Lavechia, el presentador de los especiales del argentino TyC, que recopila jugadas de todo el mundo, ya que capaz que éste puede entrar en una primera preselección. A los cuatro minutos de juego llegó un centro que no traía muchas pretensiones sobre el arco del portero Gonzalo Ruiz; éste salió a buscar el balón con un eufórico grito de “voy”; el defensa Rubén Suárez trató de agacharse para dejar pasar, tal como lo había pedido su arquero, con tanta mala suerte que la pelota le rebotó en la espalda y le quedó servida a Juan Silvera, quien no tuvo más que empujarla hasta el fondo de la red.

Traigan copas

El fútbol coloniense sólo tuvo la suerte de tener dos veces cuadros suyos en finales del interior. En 1961 había llegado Sarandí y en 2001 lo hizo Juventud. Ninguno de los dos pudo levantar la copa. Los arachanes ya llevaron una copa a Melo: el tricolor Artigas, en 1993, se consagró como el mejor. En 1980, en plena dictadura, Conventos, el equipo del cuartel de Melo, había perdido las finales con River de Florida.

En versión completa, con audio y todo, seguro iría por lo menos a Planeta gol, como seguramente ya habrá ido otra, que tuvo como actor de reparto a Gonzalo Ruiz cuando hace 15 días el Pulpo Jackson Pérez, golero de San Eugenio de Artigas, le hizo un gol de arco a arco. También sería bueno que se reflejara en esta glosa que gracias a la gestión de Ruiz en la definición por penales ante Río Negro de San José y frente a San Eugenio de Artigas, el Nacional helvético está jugando por primera vez la final del torneo de clubes más importante del interior.

Siempre una monada

Pero este gol frío, traído de los vestuarios, parece haber enfurecido a los tricolores, que más rápido de lo pensado lograron empatar el partido gracias a su goleador, el Mono Mignone. Pierna zurda, latigazo cruzado, después de haber recibido un centro de derecha a izquierda, y una vez más las cosas como desde el principio. Ni el más optimista hincha coloniense esperaba un empate tan rápido.

A partir de ese momento el trámite fue muy parejo. Cada equipo luchaba contra su rival y contra el mal estado del campo. Los remates de larga distancia parecían ser un arma importante para el elenco fusionado, mientras que por el lado de los locales se buscaba explotar la velocidad de sus puntas Daniel Barreto y Martín Rodríguez, quienes más de una vez dejaron mal parados a los defensas, que tuvieron que recurrir a la falta para contener las ofensivas veloces.

Una vez más, el visitante dio la sorpresa. El zaguero tricolor Orsi dejó corta una pelota y obligó a cortar el juego cometiendo falta. Esto dejó un tiro libre muy peligroso para los arachanes, que fue bien aprovechado por Sergio Rivero, quien con certero golpe de cabeza convirtió el segundo gol del Melo Wanderers.

Otra vez los dirigidos por Óscar Lemes se encontraban abajo en el marcador y eso los obligaba a ser los constantes animadores del partido en procura de lograr el empate. Pero enfrente tenían al Melo Wanderers, un equipo que no estaba dispuesto a perder la diferencia y cuando tenía la pelota tocaba mucho en corto, generando momentos de buen fútbol.

Uno menos

A los 41 minutos del primer tiempo el jugador de los melenses Martín Ferreira vio la segunda amarilla y su equipo se quedó con diez hombres. El intenso primer tiempo terminó con un Nacional atacando una y otra vez, quizá abusando del centro, y con un Melo Wanderers tratando de mantener el resultado haciendo tiempo en cada pelota quieta.

Un rayito de sol

El comienzo del segundo tiempo coincidió con el momento en el que la tribuna principal quedó en su totalidad a la sombra, lo que motivó que algunos parciales optaran por volcarse a mirar el partido atrás de los arcos, dándole prioridad a buscar buena sensación térmica y dejando un poco más de lado la visión del espectáculo.

Dentro del campo de juego los locales buscaron por todos los medios un mejor resultado que los haría viajar más tranquilos a Cerro Largo el próximo fin de semana. El equipo visitante mostró que cuando se acordaba de jugar al fútbol lo podía hacer, y muy bien. Tanto Mignone como los puntas helvéticos generaron varias chances de gol pero fallaron en la definición. Lemes puso al mediocampista Diego Niederer, lo que generó que Nacional sea más ordenado a la hora de atacar.

Rojos, de tarjeta y de rabia

El juez mercedario José Luis Sierra, después de ser advertido por el línea Diuchi, expulsó a dos jugadores más, uno de cada cuadro: el tricolor Fabricio González y el visitante Sergio Rivero, quienes se agredieron sin pelota. Tanto la parcialidad local como los jugadores se enfurecieron mucho y desde entonces el trámite del partido se desdibujó mucho. Los cinco minutos que adicionó el juez no les alcanzaron a los tricolores para conseguir, por lo menos, un empate, aunque intentaron atacar por todos los medios.

La revancha se habrá de jugar el próximo fin de semana en el estadio Antonio Ubilla de Melo. Si los amarillos, blancos y negros ganan o empatan serán campeones; si los triunfadores son los helvéticos habrá que esperar una semana más para saber quién se queda con la séptima Copa Nacional de Clubes Campeones, ya que habrá una finalísima en el bonito Juan Antonio Lavalleja de la ciudad de Minas.

Detalles:

Nacional: Gonzalo Ruiz, Pablo Orsi, Miguel Castiglioni, Rubén Suárez, Juan García, Fabricio González, Marcelo Ackerman, Luciano Guerra, César Mignone, Daniel Barreto y Martín Rodríguez. DT: Óscar Lemes. Melo Wanderers: Sergio González, Camilo Olivera, Sebastián Sosa, Luis Pereira, Martín Ferreira, Lázaro Silva, Gabriel Marques, Gonzalo Matos, Jean Paul Marques, Sergio Rivero y Juan Ignacio Silvera. DT: José Manuel Rivero.

Goles: 4’ Juan Silvera (MW), 6’ César Gastón Mignone (N), 31’ Sergio Rivero (MW).