Padeciendo mucho más de lo previsible, Peñarol pudo cerrar positivamente la serie ante los ecuatorianos del Barcelona guayaquileño luego de imponerse ayer 2 a 1 en el Centenario y obtener el boleto a los octavos de final de la Sudamericana, donde su próximo rival será el Goiás brasileño. El equipo aurinegro, después de varias temporadas, pudo tener una alegría en el orden internacional, pero tuvo que padecer mucho antes de poder largar el contenido festejo.

En los análisis previos, viendo lo hecho por uno y otro y el resultado del primer encuentro de la llave jugado hace dos semanas en Guayaquil, todo hacía suponer que ayer Peñarol no tendría mayores inconvenientes en pasar de fase. Así seguramente pensaba también la enorme mayoría de los cerca de 40.000 hinchas que se congregaron en el Centenario, que no sabían que, más allá de la alegría final, pasarían momentos de angustia inesperados. Es posible que el hecho de arrancar el encuentro con el 1 a 0 a favor haya sido perjudicial para los de Manolo Keosseian, que ayer jugaron su peor partido en lo que va de la temporada. Después de un emotivo y unánime aplauso en homenaje al malogrado Diego Oreja Rodríguez, comenzó un partido que tuvo un primer tiempo feísimo, en el que los ecuatorianos dispusieron de la pelota la mayor parte del tiempo pero fueron absolutamente ineficaces a la hora de generar peligro a la zaga rival. Lo más cerca que estuvo del gol el Barcelona fue con un remate preciso y lejano del argentino ex boquense Noir, que propició una sensacional intervención de Sebastián Sosa. En esos primeros 45 minutos Peñarol jugó poco, estuvo errático con la pelota y casi no ofendió al arco rival. El segundo tiempo deparó más emociones. Cuando faltando 20 minutos para el final el artiguense Jonathan Ramis anotó el primer gol del partido tras una linda maniobra por la derecha del sauceño Corujo, el más clarito de Peñarol en el partido, todo presagiaba que la serie estaba cerrada. Pero luego una insólita jugada conmovió al Centenario: un centro cerrado del volante argentino Sánchez Prette fue contenido por Sebastián Sosa, aunque dentro del arco, por lo que el árbitro, a instancias del línea, dio el gol, que dejó a los ecuatorianos a un tanto de la clasificación. La distención que había llegado después del gol de Ramis (que en el festejo también recordó a Diego Rodríguez) se evaporó por completo. La taquicardia se apoderó de los corazones aurinegros, que casi se estrujan faltando cinco minutos con un cabezazo del delantero paraguayo Samudio, que fue bien resuelto por Sosa, que pese al fallo clamoroso que tuvo en el gol adverso fue protagonista de varias atajadas providenciales.

Los ecuatorianos, totalmente jugados en busca del milagro, quedaron regalados atrás y así fue que una electrizante corrida de Ramis culminó en un penal que, convertido luego por el Tony Pacheco, valió el boleto para octavos de final en la última jugada del partido.

El apretado festejo se pudo soltar y ahora lo que viene es otra historia, aunque está claro que para seguir escalando en lo internacional Peñarol tendrá que mejorar mucho. Pero es seguro que cuando tenga que medirse próximamente con el Goiás este equipo habrá adquirido más funcionamiento colectivo. Seguramente con el Tony Pacheco en plenitud y con el esperable aporte del argentino Santiago Solari, los aurinegros estarán mucho más cerca de su techo.