Una falla en la última jugada del partido impidió a Uruguay ganar en Asunción ante Paraguay. La historia decía que los celestes nunca habían conseguido ni un punto jugando por eliminatorias en el Defensores del Chaco y esta vez estuvo a segundos de conseguir el triunfo.

La primera parte no arrojó mayores inquietudes para Uruguay y muchas más para los paraguayos, que tuvieron más peligros en su área de los que crearon en la ajena.

Un café en La Paz

En el estadio Hernando Siles de la bonita ciudad andina de La Paz, el local Bolivia, que llegaba de una derrota ante a los uruguayos, enfrentó a la debutante selección de Colombia dirigida por Leonel Álvarez. El cotejo arrancó muy movidito. Los locales, con la ventaja de los 3.600 metros de altura, salieron a ahogar al rival con tenencia del balón y disparos de larga distancia. Pero Colombia de a poco fue creciendo y el ex River Plate uruguayo Óscar Sánchez y Guarín en la mitad del campo comenzaron a ganar el balón y a arrimárselo a los volantes ofensivos, Dorlan Pabón y James Rodríguez. En el arranque del complemento, Pabón, futbolista del Atlético Nacional, tras un contragolpe se encontró de cara al gol y no perdonó: con una buena definición ante el portero boliviano puso el 1-0. Desde la apertura del marcador hasta el final se desarrolló un trámite previsible: los cafeteros aguantaron y se mandaron alguna contra, mientras los locales acorralaron probando de afuera del área. Faltando seis minutos, el volante Flores con un latigazo a distancia marcaba la igualdad y sembraba incertidumbre. Los colombianos aguantaban bien y daba la sensación de que todo terminaba igualado, pero en la última, el joven James Rodríguez y Moreno activaron otro contraataque que terminó habilitando al recién ingesado Tigre Falcao, quien en el tercer minuto de los descuentos puso el 2-1 agónico.

Se podría decir que Uruguay tuvo el control del juego, y en muchos pasajes se correspondió con el control de la pelota también mejor en los celestes, faltando, eso sí, el pase de concreción final en situación plena de ataque.

El partido arrancó con tanta dinámica que en menos de un minuto ya habían sucedido dos jugadas de peligro, la de los paraguayos fue una internación en el área y la nuestra de contra una jugada en tres pases que terminó en remate de Forlán. Una fortísima infracción sobre Cavani fue apenas la introducción a la violencia con la primera amarilla para Tacuara Cardozo por tirar su cuerpo sobre Lugano.

Los guaraníes pretendían poner presión sobre tres cuartos pero los orientales resolvían positivamente la situación aunque equivocando algunos pases decisivos en la gestación o en la aceleración de los ataques. En el cuarto de hora aparecieron las combinaciones de ofensiva de los celestes que afinaban el juego calentando motores. Es que hay una suerte de señal de esta selección que otorga el certificado de garantía de las posibilidades de juego.

Un gran desborde con caño del Mono Pereira, a los 20 minutos, terminó en un ajustadísimo centro que casi genera el grito de los uruguayos.

Los de Tabárez ejercían el control sobre la situación con incesante trabajo de cada uno de sus futbolistas neutralizando cualquier intento paraguayo. Los albirrojos crecieron, luego de la primera media hora, fundamentalmente en pelota quieta, pero los celestes siguieron defendiendo acertadamente sus posiciones.

A los 35 minutos estuvo a poco del gol Uruguay cuando Forlán mandó un centro que casi conecta Luis Suárez, e iban 37 cuando una contra de tres pases de los celestes pudo haber terminado en las redes de Barreto si el remate de Cavani hubiese sido más acertado o si le hubiera pasado la pelota a Forlán o a Suárez.

Un empate sin goles muy luchado, pelado pelota a pelota, bien de uruguayos y paraguayos.

En la segunda parte, el partido se perfiló más para el ataque paraguayo y disminuidas contras de Uruguay que quedó muy atrás en su intención de acomodarse al juego.

A los 15 minutos del complemento los locales concibieron la mejor jugada ofensiva, pero el menor de los hermanos Barreto remató apenas afuera. Una jugada después, el delantero del Palermo prefirió tirarse a seguir y el peligro se diluyó.

Sebastián Eguren debió ingresar por el lesionado Ruso Pérez y con su cadencia en mediacancha reafirmó el sostén del juego oriental. En tres, cuatro minutos hubo una clara sucesión de jugadas de gol de los celestes hasta que una maravillosa apilada de Luis Suárez terminó en un centro gol para que Diego Forlán se convirtiera en el máximo goleador de la historia de la celeste.

La solidez del juego uruguayo para defender y contragolpear se empezó a notar y los de Tabárez casi aumentan en un espectacular ataque que no terminó en gol porque Tata González -que había ingresado por Palito Pereira- la tiró apenas arriba de Barreto, el arquero guaraní. Otra terrible contra propició el casi gol de Cavani que no le pudo embocar al arco. El partido entró en esa compleja dinámica de ataques por arrebato de los paraguayos y contras muy propicias de los celestes y la diferencia de un gol pendulaba entre una victoria más amplia o el empate local cuando Fernando Muslera hizo otra terrible atajada de las que quedan para la historia sacándole el gol a Santa Cruz.

Los paraguayos, con ese espíritu de lucha tan admirable siempre, estiraron el umbral de la esperanza hasta que en la última jugada del partido, casi como en aquel amistoso con Holanda, Ortiz empató en el área chica.

Ya no había más. De poder ganar a quedarse con el primer punto en la historia de las eliminatorias en Asunción pasaron las sensaciones , evaluaciones y proyecciones de lo que podrá hacer la selección en su camino a Brasil 2014. Da la impresión de que aunque el camino es peligroso, nuestro paso es seguro.