En la primera mitad del siglo pasado la tarde casi veraniega de ayer hubiera sido de playa, baños y algún picnic en el Parque Capurro, hoy disminuido a un anfiteatro y una canchita de baby fútbol. La playa Capurro era el boom de los bañistas de aquellos tiempos; hoy, a pesar del paso del tiempo y del avance del progreso-retroceso, con todos los cambios que esto trae, sigue ofreciendo una de las postales más bonitas de la ciudad. Postal que podés captar desde el Parque Capurro, escenario donde el local Fénix logró tres puntazos ante la visita de Cerrito, en un partido que no aburrió y tuvo lindos goles, de esos que para observarlos tenés que hacer vista con la mano, debido al fuerte sol, todo un ritual.
Los capurrenses, en una de sus primeras incursiones en el área rival, encontraron el gol por las alturas: Nacho Pallas, que hace una semana ante Nacional había sacado una pelota en la línea con un cabezazo, esta vez también con un frentazo conectó un tiro de esquina lanzado desde la izquierda por Matías Porcari, de gran partido, y la bocha terminó a los abrazos con la red.
Posterior al gol, con el correr de los minutos los albivioletas crecieron en el campo, los hilos futbolísticos de mitad de cancha hacia adelante eran manejados por el enlace Fabián Canobbio con su pausa y el mediapunta derecho Luciano Cardinali. A pesar de mostrarse activo en la zona ofensiva, el segundo gol de la viola no llegó, ya que la defensa visitante no daba espacios y neutralizaba al delantero neto de los locales, el Pelo Ortiz.
En ataque hubo muy pocas novedades de la gente del norte montevideano; el que más buscaba era el canterano Joel Burgueño. El Pelo Ortiz había estado peleado con la guinda en la primera mitad, pero al minuto del complemento, el hombre que pasó por muchísimos equipos del medio local marcó un golazo: desbordó, ingresó al área, enganchó y posteriormente definió al palo izquierdo de Salgueiro.
Encontrándose dos goles abajo, el Chifle Barrios mandó al campo al delantero Bam Bam Foletti y al volante ofensivo Niki Núñez. Rosario también realizaba variantes y en una de ellas ingresó Alejandro Silva. Este joven polifuncional que tiene Fénix entró enchufadito y a los 78 minutos se floreó con un gol de globito por arriba del arquero, un muy lindo tanto que se ganó unos cuantos aplausos en la tribuna local.
Pero eso no fue todo: el partido ofrecía más. Cuando faltaban cuatro minutos para el final, Foletti, con un tiro libre lanzado al primer palo, ponía el de la honra para los auriverdes. Tres minutos después, a los 89, el Pelo tuvo la oportunidad de marcar el cuarto de su equipo mediante tiro penal, pero el disparo se perdió afuera.
Rosario Martínez planta sombrilla en la mitad de la tabla de posiciones. Sus pibes, fieles a su libreto, siguen sumando, surcando camino lejos del descenso y, quién te dice, cerca de las copas.