A falta de tres fechas para su culminación el torneo Apertura está hecho una brasa. Cuando hoy en las oficinas de la Asociación Uruguaya de Fútbol se efectivice el reclamo de Danubio de su partido ante Racing, en el que los de Sayago alinearon a un jugador inhabilitado, los franjeados quedarán en soledad en la cima del campeonato, dado que ayer el que venía arriba en las posiciones volvió a perder.

Peñarol tuvo una tarde para el olvido y cayó sin atenuantes ante Wanderers, equipo que fue superior y que justificó claramente su imposición. El encuentro ganado por los de Carreño estuvo cargadísimo de emociones. Una buena concurrencia ambientada por la tarde esplendorosa que acarició Montevideo se acercó hasta el Centenario para ver, entre otras cosas, el primer enfrentamiento del Tony Pacheco ante su ex club. El volante, radiado de filas aurinegras hace pocos meses por Diego Aguirre, fue uno de los protagonistas de la gran imposición de los albinegros, que tuvieron como goleador en la jornada al ecuatoriano Richard Mercado, un delantero negro con un tremendo porte físico que salió del anonimato con dos anotaciones que conmovieron al campeonato. Una vez más el equipo peñarolense volvió a jugar muy mal, fue una fuerza frágil, que defendió mal y atacó de igual manera y cedió los tres puntos ante un conjunto que no ha tenido un buen Apertura pero que sumó dos victorias en sus últimas presentaciones. La tarde fue absolutamente oscura para Peñarol, que en la fecha previa al clásico perdió el liderazgo, y además para el encuentro tradicional del domingo no podrá contar con su delantero más peligroso, Marcelo Zalayeta, que ayer fue expulsado.

Hora caliente

Hasta el primer gol de Wanderers, que llegó poco después de los 30 minutos, el duelo entre aurinegros y bohemios había sido muy malo. Los del Prado habían sido algo más incisivos pero el cuadro general era de un 0-0 clavado, por lo que fue casi una sorpresa la primera anotación del ecuatoriano Mercado. Casi enseguida el atacante del Pacífico volvió a sacudir la red de la Colombes al rematar con precisión una linda jugada colectiva iniciada por el Zurdo Rodríguez y continuada por el Tony Pacheco, que asistió para el gol. No estaba escuchando el relato radial de Kessman, pero apuesto a que utilizó la frase “sorpresa y estupor” para describir la sensación general que se vivía por esos minutos. Quizá algo exagerada, la ventaja de dos goles tranquilizó a Wanderers a la vez que potenció el descalabro mirasol. Empujado por la obligación histórica en el segundo tiempo Peñarol se paró un poco más adelante y entró a empujar, aunque lo cierto es que en todo momento, al contrario de lo que muchas veces pasa cuando los grandes heridos salen a ofender, nunca pareció que los de Gregorio lo podían dar vuelta.

La falta de ideas aurinegras fue alarmante y con el único recurso de meterle bolas largas a Zalayeta, ante la inexistencia del brasileño Pedro y la falta de llegada de los otros volantes, Wanderers se afirmó en defensa e incluso pudo haber aumentado la cuenta en algún contragolpe. El bohemio a lo largo de toda la tarde fue mejor que su rival, básicamente porque fue ordenado y efectivo. Los nervios iban de la tribuna a la cancha, los albinegros se quedaron con diez, pero todo siguió igual. En el medio de la tarde trágica de Peñarol hasta hubo tiempo para que un hincha ingresara a la cancha para entregarle una remera y un pegotín al Tony Pacheco, que es exactamente el tipo de jugador al que Peñarol echó de menos ayer, el del tipo pensante que puede cambiar un partido cuando la mano viene torcida. El incidente terminó con una nueva muestra de la conocida bonhomía del retacón volante, que acompañó al sujeto en forma casi paternal, retribuyendo besos y abrazos, hasta la entrada de la platea América donde la policía le siguió haciendo compañía. Pero la sonrisa que en algunos hinchas carboneros pudo haber provocado el episodio rápidamente se disipó cuando la atención volvió a centrarse en el partido. Ahí todo siguió igual, aunque en realidad un poco peor, porque la expulsión de Zalayeta agregó una incertidumbre adicional de cara al clásico venidero. Del otro lado, el puñado de hinchas wanderistas festejaba la victoria con ganas, en el rincón de la América contra la Colombes, que es su primera gran alegría en la temporada. El descuento de Rosano en las postrimerías fue anecdótico, porque la historia estaba resuelta desde hacía rato y los danubianos ya estaban disfrutando su liderazgo.