La agenda de festejos por el 182º aniversario de la Policía Nacional fue variada. En todo momento se apuntó a demostrar a la población la infraestructura recientemente adquirida y el material de defensa con el que cuenta la Policía y el Ministerio de Interior (MI) en general. El miércoles y jueves hubo demostraciones de equipamiento y armamento y de distintos grupos de trabajo, como la Policía comunitaria, las mesas locales y la Escuela Nacional de Policía. El fin de semana estaba previsto que, en las canteras del Parque Rodó, se desarrollaran demostraciones de Bomberos, Guardia Republicana, Equinoterapia, Policía de Transito, plantel de perro, y que se cerrara la jornada con espectáculos artísticos; pero las actividades se suspendieron por las lluvias pronosticadas. Ayer, en la plaza Independencia, Bonomi hizo un balance de la gestión y describió cuál será la labor de ahora en más. Luego hubo un desfile de las distintas divisiones encargadas de garantizar la seguridad a lo largo del país.
Responsabilidad compartida
El ministro de Interior, Eduardo Bonomi, señaló que el acto de ayer significó "un reconocimiento oportuno" porque "la seguridad sigue siendo el problema que más preocupa a los uruguayos, pero, al mismo tiempo, sigue siendo uno de los temas que se utilizan para hacer políticas partidarias". Calificó esto último como un "doble error" porque de esta forma se debilitan las instituciones, al tiempo que se "rompe el puente sobre el cual después se deberá cruzar". Opinó que para que cambie la situación de seguridad en el país es necesario tener "una percepción compartida de la amenaza". Recordó que la inseguridad es un problema de desarrollo y convivencia, y sugirió objetivos que deben plantearse los distintos sectores involucrados. Replantear la discusión de políticas de "mano dura" y políticas de "mano blanda" para, en cambio, establecer políticas de "mano justa" fue la primera iniciativa que planteó. También invitó a generar una discusión democrática sobre el tema y que se conforme una comisión de seguridad en el Parlamento para disponer de más herramientas para satisfacer los requerimientos de los ciudadanos. Modernización de las instituciones de control, incrementar la presencia del Estado en áreas problemáticas y mejorar las relación entre las instituciones de control y el conjunto de la comunidad fueron otras de las propuestas que Bonomi dejó planteadas.
Antes que pase
Entre otras cosas, el ministro anunció que la colocación de 108 cámaras de seguridad para vigilar distintos puntos de Montevideo y 214 en siete cárceles del país para reforzar la vigilancia. Mediante las cámaras, 25 efectivos harán un monitoreo directo durante las 24 horas del día desde el Centro de Comando Unificado recientemente creado. El centro de la capital y Ciudad Vieja serán los barrios más custodiados.
En el resto del país también prevén instalar cámaras: seis en Maldonado, nueve en Punta del Este, 14 en Colonia, mientras que en Salto y Rivera se estudia colocar 37 y nueve cámaras respectivamente, según se informa en el sitio www.presidencia.gub.uy. Asimismo, hubo conversaciones con varios intendentes para acordar que grupos de comerciantes que instalen cámaras propias puedan estar en red y visualizarse en los monitores del MI.
Durante la semana pasada, Bonomi hizo declaraciones en distintos medios de comunicación y en su discurso reflejó que la apuesta del ministerio y de la Policía es concentrar esfuerzos en prevención. Entre las acciones destacadas mencionó el aggiornamiento del programa que regula las llamadas que recibe el 911. Esto posibilitará que ingresen mayor cantidad de llamadas más fácilmente y que los operadores visualicen qué patrullero se encuentra más cerca de los hechos del lugar y le deriven el caso.
En relación a las medidas de seguridad que se aplicarán en la capital, dijo que habrá cambios en la organización administrativa. El departamento se va a dividir en cuatro grandes áreas y los investigadores de la Policía también trabajarán en forma fraccionada. Es así que todos los delitos no serán asignados a todos los investigadores sino que será responsabilidad de los policías de cada zona del departamento.
Mucho para ver
El acto central, que tuvo lugar ayer en la plaza Independencia, comenzó con una entrega de premios y reconocimiento a policías por su actuación, que en muchos casos fue catalogada como de “valentía, lealtad y compromiso” con la sociedad. Seguidamente, el ministro del Interior reflexionó sobre la percepción de la seguridad, planteó proponerse “objetivos claros” y luego tuvo lugar el desfile.
A lo largo de toda la plaza estaban distribuidos los grupos de trabajo del ministerio. Se los podía ver uniformados, bien ordenados pero distendidos, lo que le restaba un poco de rigurosidad al encuentro. Algunos permanecían parados junto a los patrulleros o medios de transporte en los que desempeñan su labor. Entre otras cosas, podían verse seis camiones de Bomberos; dos de la Guardia Republicana, cuatro camionetas y unas 10 motos; 20 patrulleros y unas cuantas motos de Policía; seis camionetas de Policía Caminera más autos y motos; además de unos cuantos perros policías del Cuerpo de Plantel de Perros, los cuales permanecían tranquilos, incluso echados en el piso, pero sin que resultara tentador acercase a ellos para acariciarlos.
Mientras funcionarios del MI permanecían ordenados prontos para el desfile, Estela, una señora que llegó hasta la plaza con su hija y sus nietos, dijo a la diaria que lo que más le gustaba era “ver a todos uniformados”. Contó que concurrió porque su yerno es policía y que no suele ir a los desfiles, pero ayer estaba disfrutando de la tarde. “¡'Ta lindo! ¡Me gusta!”, resumió.
Sentada en la primera fila de las sillas instaladas especialmente para la ocasión se encontraba María, esposa de un coracero que participaba en la ceremonia. Cargaba en su falda a su hijo Aparicio, quien se mostraba aburrido y molesto por el retraso que tenía el inicio de la actividad. En conversación con la diaria, comentó sorprendida: “Esta es la primera vez que se hace acá el desfile, yo voy todos los años pero se hace en Paso Molino y ahí sí es puntual; fijate que estoy desde las cinco de la tarde sentada acá”. A diferencia de la plaza Independencia, el desfile en Paso Molino es “más familiar” y un lugar de encuentro con las esposas, maridos e hijos de los colegas de su marido. Orgullosa contó que su esposo se había formado como policía por vocación porque “realmente le gusta el trabajo”, y si bien la familia disfruta de ver cómo se desempeña en su tarea, también padece los aspectos negativos del oficio. Al mal sueldo y la reducción de las horas para trabajar como seguridad 222, le sumó la inseguridad del trabajo. “¡Siempre que va a un operativo esperás que te den la mala noticia! Y cada vez que él no está en casa miro el informativo por las dudas... así es la familia del policía”, señaló. En ese momento, su hijo, de apenas tres años, participó en la conversación diciendo “tiro” y “barriga”. La mamá tradujo lo que Aparicio quiso decir: “Una vez estábamos mirando la tele y escuchó que habían herido a un policía en la barriga y enseguida preguntó: ¿papá?”.
Sobre las condiciones de trabajo también se expresó Roberto Cardozo, integrante del Sindicato Único de Policía del Uruguay, que tiene representatividad en 13 departamentos. Él y otros funcionarios llegaron hasta la plaza con pancartas para solicitar al ministro que “respete los acuerdos firmados” y brinde mejores condiciones de trabajo y remuneraciones o en su defecto tener la posibilidad de hacer más horas de servicio 222. “Pagarle 12.000 pesos a un trabajador que arriesga la vida por un semejante creo que es poca plata”, reflexionó.