La propuesta para esta “acción global” era reunirse “cualquier persona, asamblea u organización humanitaria independiente” a reflexionar sobre “un sistema que día tras día reprime libertades básicas y favorece la avaricia de unos pocos en detrimento de las necesidades de la mayoría [...] que financia guerras, monopolios alimentarios y farmacéuticos, apoya regímenes dictatoriales en todo el mundo, destruye el medio ambiente, y manipula y censura los flujos de información”.
Tarde de parque
El grupo de indignados de Uruguay, que desde el 15 de octubre se reúne semanalmente en diferentes espacios públicos, el sábado lo hizo en el Parque Rodó, cerca del monumento a Confucio.
Aunque había programados talleres sobre derechos humanos, alimentación, libertad de expresión en internet y software libre, finalmente los temas se trataron, alternándolos con otros más o menos relacionados, en pequeños grupos espontáneos de conversación que iban rotando con la libertad de cualquier reunión informal.
Bordeando uno de los caminos del parque se armó una gratiferia. Sobre telas en las que se ordenaron los objetos a exhibir, se dispuso ropa, objetos varios, libros y otras publicaciones que los caminantes podían elegir para llevarse, sin pagar. Las chicas a cargo explicaban con naturalidad a quienes se detenían a mirar: “Si les gusta algo, lo levantan y se lo llevan; es así de simple”.
Las gratiferias surgieron en Argentina y desde hace unos meses se organizan también en Uruguay en instancias como la de esta convocatoria, donde se juntan personas a discutir temas o acciones relativas al “cambio global”. La idea es hacer circular objetos que uno tiene y no usa, sin necesidad de dinero o trueque de ningún tipo y considerando las siguientes premisas: “Si está para arreglar no está para la gratiferia, está para arreglar; si está para lavar no está para la gratiferia, está para lavar, y, si está para coser no está para la gratiferia, está para coser”.
Corpus asistemático
En las conversaciones era frecuente escuchar la aclaración “esto lo digo por mí, no por el grupo”. Es que, según se dijo, el grupo uruguayo de Indignados no siente la necesidad de definirse más allá de las líneas globales que pueden ser aplicadas a cualquier país. Y aunque al juntarse por primera vez evaluaron usar un nombre que hiciera referencia al “cambio positivo” al que aspira el movimiento, más que “al enojo o la crítica al sistema actual”, terminaron usando el nombre internacional para enfatizar el aspecto global del reclamo.
Igual que el resto de los Indignados, no se sienten “representados por la democracia tal como la conocemos hasta hoy” y aspiran a “superar la idea de que el pueblo funciona por intermedio de los representantes políticos”.
En general destacan el valor de la reunión semanal del grupo como un canal donde intercambiar información para que cada uno, en la medida de sus afinidades y posibilidades, individualmente o en colectivos por ahora pequeños, desarrolle acciones de cambio en temas que tienen que ver con tecnología, ecología, relaciones humanas, uso de la energía, alimentación, etcétera.
Según uno de los jóvenes, para mantener el grupo es importante “manejar la ansiedad porque no somos un partido político que esté buscando gente y además el objetivo no pasa por salir a cambiar el mundo sino por saber cómo es la realidad y que hay acciones que desde nosotros mismos podemos hacer para generar cambios”. Y señaló que aunque a la primera reunión del grupo asistieron casi 100 personas y después el número bajó y la concurrencia cambia cada semana, eso no es un problema porque “aunque no participen en las reuniones, las ideas están en cada uno y las van a aplicar y comunicar donde estén”.
Para abordar el tema de los derechos humanos alguien repartía un texto con los 30 artículos de la declaración. “Queremos manifestar que sabemos que existen y darnos cuenta de que podemos tomar acciones para que se respeten”, explicó. Otro agregó: “Los políticos tienen que hacer que se cumplan porque es su obligación”, y un tercero completó oponiendo “lo que tenemos ahora”, que es “concentración de riqueza y exclusión de personas”.
Una de las asistentes regulares a las tertulias, después de leer el primer artículo -que dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”-, levantó la mirada del papel y dijo: “Con este artículo tenemos bastante para trabajar; éstas son palabras escritas, pero no es así en la vida”. Y contó una experiencia personal: ella se relacionaba con sus vecinos hasta que un día, al saber que practicaba yoga y meditación, la “empezaron a mirar raro”, entonces se alejó, “porque soy una persona sensible y eso me hace mal”. La mujer reflexiona que ni la actitud de sus vecinos ni la propia, al “encerrarse”, cumplen con ese primer artículo. “Los derechos humanos empiezan por casa y por la relación con quienes están más cerca”, opinó.
Distintas búsquedas
El sábado hubo quienes se acercaron por primera vez al grupo y manifestaron su alegría por haberlo encontrado en Uruguay, donde creían que no funcionaba un agrupamiento de Indignados.
También se acercó un militante del Partido Nacional. Según admitió, su partido “cometió muchos errores” y, por eso, junto con otros militantes, están impulsando un nuevo sector con una candidatura diferente. Su intención al acercarse al grupo es “tomar ideas” sobre “qué es lo que quiere la gente”, explicó.
El militante blanco aclaró que no hablaría de su proyecto político pero sí expresó muchos conceptos y opiniones acerca de la política y los políticos. Aseguraba que todos los aparatos políticos, tanto de partidos como de sindicatos, “tienen una estructura vertical y siempre es el sector de arriba el que marca la agenda”. Además opinó que estas estructuras “median entre las necesidades de la gente a las que se supone que representan para finalmente ignorarlas”.
Los demás, un poco abrumados por el sincericidio del político que describía “situaciones indignantes”, explicaban que en el grupo, cuando tienen que tomar decisiones que los involucran a todos, lo hacen por consenso. Son varias las agrupaciones políticas que siguen el perfil y el grupo de Facebook de Indignados Uruguay.