La ambigüedad se comió el pospartido de Jardines. La casa danubiana se debatió entre el aplauso al flamante vicecampeón y la desazón de quedar en la orilla del título. La franja estuvo a 10 minutos de la vuelta. Le ganó a Bella Vista pero no recibió la ayuda de Liverpool que precisaba. Goleó 4-1 y regaló minutos disfrutables. A tono con el paladar de su hinchada, justo al final de un torneo en el que fue protagonista con una propuesta bastante menos lucida. Honró un estilo tan histórico como Diego Perrone, que hizo tres goles que lo erigieron en figura y le permitieron igualar a Ruben da Silva como máximo anotador del club.

La goleada empezó en la semana, cuando el técnico Sánchez pensó en poner al nuevo hombre récord y a Yeladian. Fueron trascendentes para que, desde bien temprano, la incertidumbre fuera patrimonio exclusivo del Centenario. La supremacía de Danubio se percibió casi siempre. El armenio aportó el juego que escaseó una semana atrás. Fue el armador ideal para una delantera revitalizada gracias a Perrone. Además, Bella Vista no pudo con el enorme despliegue del doble cinco franjeado y sufrió continuamente por su derecha, desnuda ante ataques en abanico dotados de remates o centros. Uno de ellos fue el que habilitó el gol que abrió la cuenta a la media hora.

El equipo de Alonso pareció demasiado tibio. Antes del 0-1, apenas dispuesto a manejar la pelota con parsimonia, como esperando que el nerviosismo avanzara sobre un rival obligado. Después, impotente y extrañamente vulnerable: el experimentado Carlos Gutiérrez cometió dos penales inapelables e innecesarios al tocar la pelota con la mano, como si aspirara a que la dirigencia de Auriblanco le echara un ojo para jugar en la Divisional Tercera de Ascenso. Su equipo también pagó en euros los excesos. Pregúntenle al volante Otreras, que achuró a Malrechauffe y lo dejó con diez futbolistas a los 38 minutos.

El primer tiempo fue una locura. Tuvo el primer tanto, la roja y dos penales errados. Porque Perrone demostró que es humano y falló tras la primera mano. Y porque Bella Vista encontró plata en un bolsillo y pudo empatar a los 45, cuando Nicolini también erró uno. No volvería a pasar al comienzo del complemento. Diego puso el segundo de su cuenta tras la segunda mano del futbasquetbolista.

La canilla se abrió del todo. Danubio golearía ante un rival que hizo cambios osados para descontar. Lo consiguió, pero la ilusión duró lo que demoró Melazzi en entrar, tocarla y hacer el tercero. Fue la antesala del momento más lindo de la tarde. El que calzó con el gol de Nacional ante Liverpool. Justo cuando la mala nueva copaba Jardines, Perrone hizo el tercero de su cuenta: fue el cuarto de Danubio y el 71º del jugador con esa camiseta. Rompió en llanto. Ya había igualado al Polillita. Marca registrada. Es que el Danubio del segundo tiempo tuvo cosas de los de Maneiro o de los de Nacho y Grossmüller.