La investigación que llevó a Sofía Rivero, Aldo Coor, Helen Silva, María José Sosa, Ivanna Ferreira y Santiago Méndez al Institut Pasteur se denomina “Efecto potenciador de las plantas medicinales en fármacos hipoglucemiantes para el control de la diabetes mellitus II”. La experiencia fue desarrollada en el liceo Aníbal Acosta Estapé de Río Branco, en el departamento de Cerro Largo, en el marco de los clubes de ciencias que promueve la Dirección de Innovación, Ciencia y Tecnología (Dicyt) del Ministerio de Educación y Cultura.

María José resumió en conversación con la diaria de qué se trata el trabajo realizado: “Comenzamos a interesarnos por el tema de la diabetes porque nos interesó un caso en especial, el de una persona que tenía que empezar a usar insulina y dejó de hacerlo porque comenzó a usar hierbas medicinales, además de los medicamentos convencionales; éstas eran pata de vaca, carqueja blanca y hoja de guayabo”.

“A partir de eso decidimos empezar a experimentar y trabajamos con ratas wistar blancas”, agregó. Durante los cuatro o cinco meses de experimentación las ratas de laboratorio ocuparon un lugar muy importante en la vida de los jóvenes científicos. Fueron centro de atención de los alumnos del liceo, y hubo que aprender a hacerse cargo de ellas para impedir que vivieran situaciones de estrés que alteraran los resultados del estudio centrado en las tres hierbas medicinales. “Al principio costó bastante tener ejemplares vivos en el liceo”, comentó Sofía. A lo que Santiago añadió: “Sí, porque estaban expuestos al público. Como es un liceo chico el laboratorio no se podía dejar sólo para nosotros, estaba a disposición de otras clases y muchos chiquilines iban y miraban”. Pero aclaró que los animales estaban domesticados y convivían sin dificultades con los curiosos estudiantes que deambulaban por el laboratorio.

Pero los problemas surgieron antes de que llegaran al laboratorio del liceo. La veterinaria Gabriela Silvera, quien participó en el seguimiento de la investigación y viajó con los chiquilines desde Río Branco a Montevideo, contó: “No las querían [a las ratas] en el liceo. ¡Claro!, la gente escucha ‘rata’ y se asusta y piensa en enfermedades y cosas raras”. Entre risas, Ivanna exclamó: “¡Nos dijeron que íbamos a hacer una expansión de ratas en toda la ciudad! ¡Tenían miedo de que se escaparan y se reprodujeran!”.

Además del alboroto que causó la propuesta del club de ciencias entre los funcionarios del liceo, también generó cambios en la vida de los jóvenes, que tuvieron que asumir la responsabilidad de cuidar a los animalitos. Aprendieron a limpiarlos todos los días, a cambiarles la viruta, a alimentarlos y a dejar cosas de plástico lejos de su alcance porque los roedores, según contaron, comían todo lo que hallaban a su paso.

“Al final de la investigación llegamos a la conclusión de que los fármacos sumados a las hierbas medicinales eran el mejor de los tratamientos para las ratas [a las que se les indujo diabetes temporal], porque tenían una mejor calidad de vida y se curaban más rápido”, resumió María José.

Por su parte, Silveira destacó que la experiencia y el manejo de ratas abrió un precedente, por lo que a futuro podrán efectuarse nuevas investigaciones con animales pequeños. Una vez culminado el estudio, cuando las wistar estuvieron curadas, las regalaron a los compañeros que se comprometieron a cuidarlas.

En la capital

Luego de un breve recorrida por el Institut Pasteur, ubicado en Mataojo y Rambla Euskal Erria, los estudiantes compartieron con la diaria sus impresiones. La mayoría dijo que el centro de investigación era “tal cual lo imaginamos”. Ivanna comentó: “Me lo imaginaba así, lleno de científicos haciendo cosas”. Santiago reforzó la idea: “Sí, lleno de científicos haciendo experimentos y explosiones”, comentario que causó mucha gracia al resto de sus compañeros.

La visita les permitió conocer la labor de los investigadores y más de uno le dará un nuevo rumbo a su carrera. La mayoría cursa sexto año de liceo y en 2012 ingresará a la universidad. Todos aseguraron que vendrán a Montevideo a estudiar; la centralización que todavía persiste en la enseñanza terciaria no les da otra opción, sobre todo en el campo de las ciencias biológicas. Pero la idea de establecerse en Montevideo no la viven con temor. “Desde chicos vemos que nuestros vecinos, compañeros y amigos se van a estudiar; y muchas veces no vuelven porque se acostumbran al estilo de vida de acá”, contaron. Por otra parte, criticaron la falta de posibilidades para quienes viven lejos de la capital, puesto que muchas veces la situación económica de las familias es una limitación para seguir estudiando.

Sofía aseguró que quiere venir a Montevideo y que no tiene intención de volver a Río Branco, mientras que Santiago expresó todo lo contrario: “Yo me voy a estudiar y vuelvo”. No obstante, ambos reconocieron ser conscientes de que con el tiempo las cosas cambian y sus vidas pueden tomar un nuevo rumbo. Por lo pronto, este año intentarán conseguir fondos para seguir indagando en la influencia de las hierbas medicinales en la enfermedad, pero esta vez estudiarán cada planta por separado.