Danubio llegó a la tercera fecha luego del duro golpe de haber perdido ante Bella Vista. Debió recibir en Jardines a un Miramar que llegaba invicto. Por si la cosa no estaba del todo complicada, a los ocho minutos nomás, Eduardo Acevedo debió hacer un cambio de forma obligada. El pibe Sebastián Diana se torció el tobillo y Washington Tais entró en su lugar.

Los dos equipos salieron en busca de la victoria. A pesar de que Danubio fue el que tuvo las más claras desde el arranque, los monos siempre fueron al golpe por el golpe. A los 15 minutos Anderson Gonzaga luchó una pelota al borde del área y se metió para definir por abajo. Parecía que la franja se iba a quedar con los tres puntos de forma sencilla porque enseguida lo tuvo Sebastián Píriz con un tiro desde lejos y siguió con dominio del balón. Pero no contaban con el momento espectacular de Diego Fernández. El veterano lateral pasó por todos los equipos y todos lo dejaron ir. Ya se lo hizo pagar a Peñarol con un golazo y ahora le metió otro tan lindo a Danubio. Le pegó desde afuera del área, la pelota dio en el palo y entró. Sobre la hora de la primera mitad los cebritas quedaron con uno de menos por la doble amonestación de Ángelo Paleso. En la segunda amarilla paró un ataque franjeado con la mano.

Con lo que ya parece una especialidad de Miramar, los misilazos, la visita pasó a ganar a falta de media hora para el final del partido. Sebastián Fernández, desde muy lejos, la puso en un ángulo. La hinchada se le empezó a ir arriba a su propio equipo a puro “¡pongan huevo!” y Acevedo mandó a la cancha a Diego Perrone. Uno de los goleadores históricos del club le cambió la cara al ataque. En la segunda que tuvo la colgó de un ángulo y empató a falta de 13 minutos. Enseguida Recoba metió una delicia de tiro libre contra un palo y 3-2 para el local. Dos minutos después el Chino se fue solo de contragolpe y definió por bajo para cerrar el encuentro. El quinto también fue de Perrone, quien, de cabeza, por el segundo palo, puso el 5-2 definitivo, que fue mucho más luchado y sufrido de lo que suena.