Los hechos que se conmemoran el 28 de febrero, con el denominado Grito de Asencio, marcaron el inicio de la revolución artiguista. Ese día de 1811 un grupo de revolucionarios liderados por los caudillos Pedro Viera y Venancio Benavides partieron desde orillas del arroyo Asencio, en Soriano, y tomaron Mercedes y Santo Domingo de Soriano. No luchaban por la independencia de Uruguay sino más bien contra Montevideo y la corona española. Unas semanas más tarde, el 11 de abril, José Gervasio Artigas instaló su cuartel general en Mercedes y realizó una convocatoria al “pueblo oriental” a sumarse a la revolución, en lo que se conoció como “la Admirable Alarma”. Allí exhortó: “A la empresa, compatriotas, que el triunfo es nuestro; vencer o morir sea nuestra cifra; y tiemblen, tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del sur están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio”.

La historiadora y directora del Museo Histórico Nacional, Ariadna Islas, recordó ayer -según consignó el sitio en internet de Presidencia- que fue un movimiento que “conmovió a una nación que en ese entonces comprendía dos océanos. La monarquía se conmovió en todos los rincones y esa crisis generó revoluciones a lo largo de toda América”. De hecho, la revolución en el Río de la Plata contra la monarquía había empezado el 25 de mayo de 1810 con la formación de la Junta de Buenos Aires y la instalación de un gobierno autónomo. El movimiento que comenzó el 28 de abril también fue un acto de adhesión a esa junta.