El sábado pasado la máxima boxeadora local, Chris Namús, enfrentó a la española Loli Muñoz en el Palacio Peñarol. No se trataba de una pelea más: estaba en juego el título mundial de las superligeras de la Federación Mundial de Boxeo Profesional. Y definitivamente no fue una pelea más: quedó en evidencia la falta de transparencia de quienes la organizaron, así como la precariedad del título que retuvo la uruguaya.

Rompió los ojos

Caía la tarde y el papelón ya era mundial, más que el título en juego. Entonces, a última hora de la tarde de ayer, La Federación Uruguaya de Boxeo decidió anular el combate, luego de mirar al detalle el video de la tramisión televisiva y de comprobar que terminó 32 segundos antes. El Ministerio de Turismo y Deporte, como organismo rector, se había comunicado con la FUB: "le solicitamos que tomara medidas y aplicara sanciones. Fue un bochorno", dijo el director general de la cartera, Antonio Carámbula.

Chris Namús tiene su talento encima del ring. Pero, todos lo saben, su guardia deja mucho que desear. El combate comenzó con la púgil local más ordenada, y parecía imponerse a la poco ortodoxa española. Si Namús no tiene una buena guardia, era obvio que Loli ni siquiera tenía algo parecido a una.

Sin embargo, ya en el tercer round de los diez pactados, Muñoz demostró que lo suyo era tirar golpes -sobre todo ganchos volados- a un ritmo abrumador. Y pasó lo que pasa siempre cuando una boxeadora que va para adelante y pega fuerte se enfrenta a una boxeadora prolija pero que carece de golpes profundos y de buena guardia: la cara de Namús comenzó a hincharse mientras la española se adueñaba del centro del ring. Desde el quinto round ya era evidente que Muñoz era superior. Por su parte, Namús buscaba en el clinch la misma protección que busca una niña asustada cuando abraza a su mamá. Claro que Chris, tal vez sin saberlo, contaba con una ayuda especial: el juez Aníbal Andrade tuvo, tal vez ex profeso, el peor arbitraje de su carrera.

Cada vez que Namús abrazaba a Muñoz buscando el fin al castigo, el juez Andrade intervenía. Pero en lugar de separarlas y obligar a cada una a dar un paso hacia atrás, como debe hacerse en esos casos, alejaba siempre a la española poniéndose entre ésta y Chris. Fueron tantos los clinchs de la uruguaya, que la catalana se dejó ganar por la frustración y en un par de ocasiones golpeó a Namús cuando el juez ya había ordenado que se separaran. Debió perder un punto en alguna de esas ocasiones, pero Andrade, sabiendo cómo era la cosa, se avergonzó de castigar con puntos a quien ya estaba castigando con su pésimo arbitraje.

En el último round, cuando la derrota de la compatriota era evidente hasta para los obsecuentes conductores de la televisación de Canal 12, sucedió el momento más terrible de la noche. La andanada de golpes de Loli Muñoz volvió a sacudir violentamente el rostro de su rival. Sus piernas se tambalearon como un rascacielos en un terremoto cien veces peor que el de Japón. Buscó el clinch. La española logró sacársela de encima y cuando se disponía a ultimar a la mujer que se interponía entre ella y el título, Namús escupió su protector bucal para ganar tiempo. El juez obligó a Loli a mantener distancia mientras, sin prisa, la esquina de Namús enjuagaba el protector mientras dejaba agonizar el round. Andrade dio por finalizado el combate -hay quienes dicen que aún faltaban unos cuantos segundos para que terminara el round- y todos se dispusieron a escuchar el fallo de los tres jueces, sabiendo que Muñoz era la ganadora. Chris, con su rostro más deformado que en cualquiera de sus anteriores combates, ya lo sabía: si en el mundo existiera algo así como la justicia, había perdido el título. Pero no fue así.

Las tarjetas de los jueces dieron ganadora a Namús por 97 a 94, 95 a 95, y 96 a 95. ¡Seguimos teniendo a la campeona mundial de los pesos superligeros! Namús lloraba. ¿Estaba emocionada o le repugnaba el arreglo que la favorecía? Los españoles se retiraron del ring antes de terminar de escuchar el fallo de los jueces. Estaban indignados. Y con razón. A modo de consuelo sería bueno que alguien les explicara que no se puede pretender justicia sobre un ring cuando aún existe la Ley de Caducidad.