Alrededor de 5.000 hinchas de Nacional estuvieron presentes en la cancha para ver cómo su equipo rompía la racha negativa, anotaba por primera vez en esta copa y además lograba ganar una vez más a domicilio en la principal competencia continental. Con la victoria de ayer, los tricolores suman 13 ediciones consecutivas de la Libertadores ganando al menos un partido en condición de visitante. El equipo de Carrasco, que ya el fin de semana pasado ante Liverpool había insinuado una mejoría, confirmó el repunte y ahora mira las cosas de otra manera.

El primer tiempo de Nacional anoche fue muy bueno. Salió a jugar arriba, atacando al rival, y la fórmula le resultó. El buen laburo de los volantes, particularmente el del coloniense Píriz -de soberbia gestión a lo largo de todo el encuentro- bien secundado por Matías Cabrera, fue la base de varias incursiones ofensivas filosas. Jugando rápido y por abajo, como quiere su entrenador, Nacional lastimó a la zaga argentina. Viudez fue un azote por la derecha y Porta hizo lo suyo en la zurda. El Morro García jugando de cabeza permanentemente hostigó a sus marcadores y en base al buen juego colectivo el equipo uruguayo se fue adueñando del partido.

Los locales no podían generar juego, básicamente por la marca agresiva de Nacional. Las pocas veces que se arrimaban al área además se encontraban con una firme respuesta de la zaga. La dupla formada por el debutante Jadson Viera y por Coates bancó, situación que se mantuvo a lo largo del encuentro y fue determinante para el resultado final. La buena tarea fructificó en un gol, a la postre el único, obra del Morro García, que obligó a un zaguero argentino en una bola larga que había peinado Porta, forzó el error y luego definió de manera notable. Después del tanto que conmovió al Maradona, Argentinos Juniors tuvo sus mejores minutos en el partido y arrimó la bola hacia el arco rival, aunque no pudo concretar y el pitazo final del primer tiempo alivió a Nacional.

En el segundo tiempo los locales se fueron arriba y Nacional comenzó a recostarse peligrosamente contra su arco. En ese momento cualquier técnico hubiera reforzado la marca en la zona de volantes y eso fue lo que hizo Carrasco, que dejó de lado el dogma de las tres puntas innegociables y optó por un sano pragmatismo, camino más seguro hacia la obtención del resultado final. Primero ingresó el argentino Gallardo, que una vez más demostró su jerarquía, y luego, para meter pata junto al enorme Píriz y el aplicado Cabrera, entró Calzada. Nacional quedó parado con 4-4-1-1 y con ese dispositivo táctico jugó y bancó la recta final del partido, que tuvo las características clásicas de un triunfo de un equipo uruguayo fuera de casa. El padecimiento, la fuerza y el orgullo a flor de piel se vieron reflejados en el mancomunado esfuerzo de los tricolores en la cancha.

Los bichos se fueron arriba, pero en forma desordenada, básicamente tirando centros y aunque el final del partido era ansiado por todo Nacional, los tricolores de contragolpe bien pudieron haber aumentado la cuenta, de no ser por algunas fallas en la definición. De todos modos, el escueto 1-0 mantuvo la angustia hasta el final, pero seguramente el sufrimiento valió la pena. A Nacional le quedan por jugar dos encuentros como local y si los gana, avanzará a la próxima ronda de la Libertadores. La tarea no será fácil, aunque tampoco imposible.