En un partido durísimo los trico lograron una victoria esencial ante el Flu gracias al inapreciable aporte de la dupla conformada porel Morro García y el Muñeco Gallardo, quienes en la segunda parte y después del ingreso del crack argentino, que después fue expulsado, resolvieron el juego. El equipo de JR mantiene la chance de seguir adelante en la Copa Libertadores y para ello deberá vencer al América de México en las próximas semanas.

El comienzo del partido fue un infierno, pero de los que uno imagina como infierno de los buenos si es que los hay. Mucha pero mucha presión por todos lados, y los protagonistas con toda la compresión, que no comprensión.

Ida y vuelta permanente. Los brasileños com más posesión de pelota, los orientales con mayor verticalidad y fuerza. Antes de los 5 minutos ya Rodrigo Muñoz, haciendo la de dios, salvó un mano a mano increíble ante Souza. Los brasucas siguieron con verdadero tiqui tiqui y Carrasco debe de haber junado que esos mozos no pueden quedar tan solos, tan cómodos como para jugar la pelota. A los 10, otra vez Popi Muñoz salvó a los bolsos cuando, de pelotazo nomás, volvió a quedar solo Souza frente al arquero. Estaba difícil de aguantar aunque la tribuna empujara con el “dale, dale, bo”.

Parecía bastante claro, como observador estratégico externo, que Fluminense, con mayores aptitudes técnicas para el juego colectivo, era muy peligroso para Nacional porque los de Carrasco no los podían neutralizar de manera alguna y encima les daban espacios y, casi siempre, la pelota.

El infierno a esa altura del partido ya era sólo para Nacional porque los cariocas amenazaban una y otra vez. Es que los tricolores, como seguramente les pasa a la mayoría de los equipos protagonistas, sin la pelota son muy poco y entonces, si encima los que la tienen son virtuosos, la cosa se complica y mucho.

Nada, ni una pelota. La agarraba uno de blanco y a los dos segundos ya era de los de camiseta roja, verde y blanca. Y se sabe que así no se puede, y menos aun si no hay alguna alternativa que se pueda tomar como válida y natural, como el juego aéreo mediante la pelota quieta -en disputa era siempre de ellos- o con remates de distancia. Nada.

Sólo faltaba que al guionista de esta película se le ocurriera fundir una escena de otra, digamos una tonada de una de amor en una de terror, y así fue como se vio que alguien que en una segunda visión se advirtió que era Matías Cabrera metía una larga pelota bombeada que optimizó con impresionante gesto técnico el Morro García, metiendo terrible cabezazo de distancia por encima de Berna para anotar el primer gol del partido. Entonces cambió todo: a Fluminense se le quemaron los papeles y ya no rendía la posesión de pelota sin ataques contundentes. Tenerla para no perder no es lo mismo que tenerla para ganar.

Por ahí fue la cosa hasta que a los 21 minutos, ya con Gallardo en la cancha haciendo roncha, metió una pelota muy dulce para García, que en el área definió a lo grande con la zurda y plantó el 2-0.

Unos minutos después, otra nueva conexión Muñeco-Morro terminó con una exquisita definición del goleador del Complejo América que fue limpiada en la mismísima línea por un zaguero brasileño. Hasta el final fue todo fiesta excepto la expulsión de Gallardo.

Ahora hay que ir por el América de México para seguir adelante.