La continuidad casi exacta de la base celeste que cumplió gran actuación en la última Copa Mundial volvió a las canchas, como bien acostumbrada está desde hace varios años, y se midió con un rival siempre ubicado entre los cinco más destacados.

Jugaba ayer en el suroeste alemán, en una pequeña ciudad de menos de 40.00 habitantes, el cuarto representativo del Ranking FIFA contra el séptimo. Alemanes y uruguayos. Un amistoso importante como será, en pocos días, Uruguay-Holanda (tercero en el ranking) en el Centenario, una tarde de miércoles laborable. “La celeste se quedó sin revancha”, tituló anoche la página web de la FIFA en su portada, centrando el asunto en el lógico recuerdo del partido por el tercer puesto que, en Sudáfrica, ganaron 3-2 los dirigidos por Joachim Low.

Alemania con una formación mucho más refrescada cumplió su objetivo de medirse con una selección que le exigiera a fondo y dio oportunidades a algunas jóvenes revelaciones de la temporada que terminó hace poco, entre otros, al defensa Hummels, al lateral izquierdo Schmelzer, al muy juvenil mediocampista Mario Götze, de 18 años (los tres del campeón Borussia Dortmund), y al delantero Schürrle. Y quedó casi pronta para afrontar sus próximos desafíos, los partidos con Austria y Azerbaiyán, el 3 y el 7 de junio, por la serie clasificatoria de la Eurocopa 2012.

Idas y vueltas de un partido movido

El toque alemán primó en los primeros minutos sin mayores problemas para la defensa uruguaya hasta que, a los cinco minutos, el sanducero Walter Gargano se mandó hacia el área alemana con una conducción de 40 metros logrando tirar y haciendo intervenir bien, como lo repitiría luego, varias veces, el golero Manuel Neuer.

Enseguida, Diego Forlán hizo un excelente apoyo hacia la entrada al área de Palito Pereira, quien tiró muy suave y mal parado en su primera defección. Aprovechemos para decir que la ubicación en la cancha más difícil de encuadrar fue la del jugador del Porto: no fue volante de contención porque nunca unió su juego con el de Gargano y el de Egidio Arévalo Ríos, pocas veces fue útil en la salida por la banda izquierda y fue siempre candidato a ser el primer sustituido, destino que accionó Tabárez a los nueve minutos del segundo tiempo. Fue muy floja su actuación, sobre todo teniendo en cuenta la buena actuación que había mostrado pocos días atrás en la conquista de un título UEFA, jugando en su club como lateral izquierdo.

A los nueve minutos, Maxi Pereira fue a buscar un buen pase de Forlán al corazón del área, y aunque estaba adelantado y su tiro se fue afuera, resultaba una demostración de poderío y mostraba que el equipo uruguayo no estaba en la cancha como mero partenaire, sino que estaba dispuesto a jugar un partido de igual a igual. Una tercera acción de Forlán con Luis Suárez sobre los 13 minutos confirmaba lo anterior.

En ese tren, una desgraciada acción de posesión de pelota defensiva trajo un gol alemán cuando no había una posición dominante del equipo local. Godín pasó a Lugano, éste se confió y el impetuoso Mario Gómez, hijo de españoles, lo marcó y le quitó la pelota. El zaguero canario, pesado y falto de velocidad de reacción -muy distinto hubiera sido que eso le sucediera al propio Godín o a Cáceres, poseedores de otra vivacidad en su juego defensivo-, no tuvo respuesta y el delantero alemán definió ante la salida indefensa de Muslera.

El 1-0 no era se correspondía con lo visto en el partido, aunque tampoco hay que creer que Alemania no daba la talla. Por el contrario, desde principio a fin, ese equipo de Low mostró que sabe jugar, que tiene gran solidez en todas sus líneas, que es muy peligroso como rival aunque nunca apabulló al equipo de Tabárez y en los primeros 20 minutos Uruguay estaba mejor.

En los diez siguientes, Uruguay sintió el sacudón y las oportunidades fueron para los locales. Entre otras acciones se destacaron una en la que Lahm buscó a Özil y Muslera mandó al córner, y otra en la que Gómez tiró alto al culminar otro ataque masivo.

Enseguida se implantó un juego de ida y vuelta que seguiría vigente todo el partido. Nunca se cerró ningún equipo en dar prioridad al juego defensivo. Los dos fueron protagonistas, buscando ir al ataque y herir al rival. La anotación de diversas acciones importantes se hace imposible, pero ése fue el marco. Así llegó el segundo gol alemán, en una jugada de ataque simple y perfecta. Özil entraba por la derecha y la defensa uruguaya se cerraba para impedir la entrada alemana por esa zona del área, cuando el creativo alemán cambió el juego totalmente hacia la izquierda con una pelota paralela a la línea más larga del área penal. Por allí entraba solo el movedizo joven André Schürrle y, actuando como los que saben, encontró, rápidamente, el mejor ángulo de tiro y se la colocó a Muslera en el palo opuesto. Gran gol para una diferencia exagerada pero ganada a ley de juego.

Varias acciones uruguayas en ataque marcaron el final del primer tiempo: la última fue un tiro libre de Forlán que le quemó las manos a Neuer, pero antes había habido un gol de cabeza en posición adelantada de Cavani y un tiro de esos de 30/35 metros, característico de Forlán, atajado. Para compensar, Gómez estuvo cerca de convertir el tercero con pelota que se fue paralela a la línea de gol.

Final a toda orquesta

Los dos goles de Alemania estaban muy bien, pero estaba mal que Uruguay no hubiera podido concretar. En el comienzo del segundo tiempo se hizo justicia con el gol de Gargano, que definió desde el punto penal, pescando en el área, tiró de zurda y a quemarropa. El 1-2 estaba mejor y abría posibilidades que se buscaron permanentemente hasta terminar en un hostigamiento brutal contra los alemanes en los cuatro minutos de descuentos.

El segundo tiempo fue de igual a igual, otra vez con fútbol abierto y hacia delante que daba gusto ver. El tanteador no se movió del 2-1 que quedó clavado a favor de Alemania, que impuso su solidez, y con variantes valiosas con hombres que tenía en el banco Uruguay dejó intacto su prestigio, ganado hace menos de un año en Sudáfrica. Hay derrotas que dejan enhiesto al vencido.