Compromiso asumido

ciudadanos que participen en Uruguay Trabaja recibirán una retribución nominal de 2,35 Bases de Prestaciones Sociales, lo que equivale a unos 5.200 pesos nominales y a 4.200 líquidos. El pago se efectuará a mes vencido, siempre y cuando se cumpla con las condiciones generales de participación. Éstas implican, entre otras cosas, cumplir con las jornadas diarias de seis horas, de lunes a viernes. Se prevé que se dediquen cuatro días hábiles a la realización de tareas operativas, mientras que las instancias de capacitación y formación se llevarán a cabo en el día hábil restante. Asimismo, deberán asistir como mínimo, mensualmente, a 80% de las jornadas operativas y de capacitación. Tendrán una tolerancia de 15 minutos para llegadas tarde sin aviso y deberán firmar todos los días la planilla de asistencia certificando su concurrencia. La experiencia dura ocho meses, es decir que se extenderá hasta diciembre.

Se hicieron varios sorteos a lo largo del país para determinar los puestos de trabajo, los cuales fueron programados en función de las zonas donde se anotaron los interesados y los barrios o las localidades donde serán realizadas las tareas de carácter social.

Al sorteo efectuado en el local Casa Abierta de El Abrojo, en Montevideo, concurrieron algunos de los inscriptos. Fueron hombres y mujeres, algunos asistieron en familia porque más de un integrante de ésta se anotó para participar en la nueva edición del programa.

Alegrías y tristezas

Días atrás, al llegar a Casa Abierta, ubicada en Vicente Basagoity 3922 esquina Ángel Salvo, en Paso Molino, no era fácil darse cuenta de que allí se desarrollaría el sorteo de Uruguay Trabaja. Faltaba la chapa de numeración en la puerta, lo que dificultaba saber que adentro un puñado de gente aguardaba por una nueva oportunidad. Los niños que jugaban en la vereda fueron responsables de orientar a quienes preguntaban por el sorteo, y a la salida indagaron con curiosidad quiénes habían salido favorecidos.

Previo designar el orden de los titulares y los suplentes mediante un programa informático, voceros del Mides y de El Abrojo explicaron cómo sería el trabajo, de cuánto sería el subsidio y recordaron que el Banco de Previsión Social (BPS) tenía que confirmar que la persona cumpliera con los requisitos establecidos.

La lista de titulares estuvo integrada por 35 nombres, mientras que en la de suplentes figuraron las 39 personas restantes inscriptas. Hombres y mujeres fueron sorteados al mismo tiempo al presionar una sola tecla de la computadora. Quienes dirigían el sorteo leyeron primero la lista femenina, luego la masculina y finalmente la de los suplentes; a esa altura algunos ya se habían retirado desconformes por su ubicación en la tabla.

Cada vez que nombraban a uno de los presentes lo felicitaban con aplausos y con alguna que otra palmada en el hombro. Los aplausos para las mujeres titulares se hicieron esperar, pues las primeras cinco sorteadas no se encontraban en el lugar; la sexta, María de los Ángeles, no avisó que estaba allí y Graciela Morales, quien quedó séptima, fue la que se llevó las felicitaciones acumuladas del público. Pero la alegría para ella no fue completa; su hermana, que se encontraba a su lado, ocupó un lugar entre los suplentes.

“De tantas veces que me anoté era justo que saliera, pero no estoy del todo contenta porque no quedó mi hermana; ella también se anotó varias veces y ninguna vez habíamos quedado”, comenzó diciendo a la diaria. Explicó que ambas son vendedoras ambulantes y que tenían ganas de probarse trabajando en otras cosas. “Vender en la calle es difícil porque podés tener un día en el que vendés y otro en el que no; igual voy a seguir vendiendo mientras agarro este trabajo para complementar un poco más”, indicó Morales.

Javier fue otro de los que resultaron favorecidos al ocupar el puesto número 11 en la lista de titulares, pero tampoco se manifestó del todo contento. “Esto no es lo que nadie espera, ni la plata ni el trabajo, de hecho, no vamos a recibir aguinaldo, ni salario vacacional, ni nada; es un subsidio, no un sueldo”, manifestó. Y agregó: “Una persona no vive con 4.200 pesos y menos las personas que tienen hijos”.

Por otra parte, dijo que hace tiempo que no se desempeña en el sector formal, por lo que, inevitablemente, se mostró conforme con el resultado. Adelantó que la experiencia va a ser muy “sensibilizante” para los involucrados y que es posible que haya peleas o alguna situación complicada entre pares.

Quien celebró con gran emoción fue el que obtuvo el noveno puesto: Miguel Guillermo. No esperó a escuchar los aplausos de los demás, se paró inmediatamente y empezó a aplaudir con entusiasmo su nominación. “Estaba verde de aburrido encerrado en casa, entonces agarré y dije ‘por sí o por no me voy a inscribir, capaz que me da suerte y me sale trabajo'”, compartió con la diaria. Señaló que actualmente vive de la recolección de residuos, pero el paso del tiempo y su estado físico no le permiten salir siempre. Por último, recomendó jugarle a la cabeza al 99 porque su sobrina también resultó beneficiada en el sorteo ocupando, al igual que él, el noveno lugar en la lista de titulares.

Experiencia completa

Mariela Fodde, directora de Economía Social del Mides, detalló que se inscribieron unas 16.500 personas en todo el país para participar en la edición 2011 de Uruguay Trabaja.

Adelantó que algunas de las personas sorteadas no podrán desem- peñarse en el programa porque deben cumplir con los requisitos previstos. Éstos son ser ciudadanos mayores de 18 años y menores de 65; poseer nivel de escolaridad inferior a tercer año de Ciclo Básico o su equivalente; haber permanecido en situación de desocupación laboral por un período inferior a dos años e integrar hogares en situación de vulnerabilidad socio-económica, para lo que evalúan los ingresos del hogar, las condiciones habitacionales y del entorno, la composición del hogar, la situación sanitaria y el nivel educativo.

Beatriz López, integrante del equipo técnico de Uruguay Trabaja, quien estuvo presente en el sorteo en Casa Abierta, explicó que muchos se inscriben sin cumplir con los requisitos solicitados, lo que genera gran movilidad en la lista inicial, hasta que el BPS confirma los datos.

Por su parte, Valeria Caggiano, del programa sociolaboral de El Abrojo, organización que será responsable de guiar, capacitar y controlar que las personas seleccionadas cumplan sus compromisos, explicó cuáles son las labores que desarrollarán: “Tareas de recuperación edilicia en general, desde revoque hasta pintura, pasando por mampostería, rejas, tareas de sanitaria no especializadas, de electricidad básica, de herrería básica, recuperación de mobiliario, aberturas, persianas, etcétera”. En el caso de los 35 sorteados en el local Casa Abierta se desempeñarán en tres liceos públicos y en tres hogares del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay.

Enfatizó que las actividades previstas implican “polifuncionalidad”, lo que les brindará una amplia experiencia.

Tanto López como Caggiano destacaron que el programa es, más que una oportunidad laboral que les brinda beneficios en materia de seguridad social, una posibilidad de inserción social. “Hay que tener en cuenta que es un programa socioeducativo, si bien está explícitamente declarada la inserción laboral, la expectativa de inserción es de 20% en un grupo de 35”, declaró López.

Ambas coincidieron en que el resultado final depende de diversos factores, como es el barrio o la localidad donde viven y les toca trabajar, el momento personal de cada uno y el punto de partida de las personas. “Donde sí impacta el programa es en cómo reconstruir un primer escalón de inclusión social, o sea que la gente pueda pertenecer a un grupo, salir de su casa, hacer uso de algunos de los derechos básicos que le corresponden. [...] digamos que lo primero que hace es devolverles la ciudadanía a las personas”, puntualizó la vocera de El Abrojo.

Con sentido del humor, contaron que la experiencia de empleo transitorio transforma a las personas, tanto en lo social como en lo físico. El hecho de vincularse con otros y de tener que salir diariamente a trabajar a la calle genera que todos mejoren su apariencia física; esto se hace más visible en las mujeres, que comienzan a maquillarse, cambian de look, tiñen su cabello y hasta consiguen novio en el ámbito laboral.

“Capaz que en diciembre, cuando termine la experiencia, la persona no está 100% pronta para ingresar al mundo del trabajo pero seguro algo pasó, algún cambio positivo hubo”, concluyó Caggiano.