Es conocido que más allá de los cuidados y controles que se apliquen, la explotación minera prevista para el Uruguay produciría significativos e inevitables impactos en el ambiente, y es precisamente este aspecto del proyecto el más polémico en el ámbito de la sociedad civil.
Considerando el marco de la convocatoria, en el evento, realizado en el salón de actos de la Facultad de Ciencias, faltó un abordaje ambiental más abarcativo. Las exposiciones se adecuaron más a una celebración del campo laboral de los geólogos que a una conmemoración del medioambiente. El público que participó en la instancia de preguntas, sobre todo profesionales del ámbito científico, reclamó "la visión de los profesionales" de las ciencias ambientales.
Érase una vez el hierro
El geólogo Claudio Gaucher abrió el enuentro con la idea de que "el hierro es la columna vertebral de la civilización".
Hizo un análisis del mercado mundial y explicó que China es el mayor productor en el mundo, pero también el mayor consumidor. Tanto consume que necesita importar. Según Gaucher, en Uruguay "esto nos muestra una oportunidad".
A continuación se presentaron en el escenario un grupo de 12 geólogos de Aratirí. Uno de ellos explicó el trabajo actual en la empresa, suyo y de sus colegas, y el que tendrían de concretarse el proyecto. Describió los distintos departamentos de la empresa y la cantidad de empleados en cada uno.
Helga Chulepín, geóloga y gerente de logística de Aratirí, señaló con emoción: "Estamos pasando a ser un país minero y para quienes nos formamos en esto es un orgullo". Según dijo, en Aratirí se prioriza la mano de obra nacional, "queremos estar prontos y listos, que no vengan otros a ocupar nuestro lugar". Para eso, contó, la empresa brinda capacitación laboral: clases de inglés, salud ocupacional y alimentación saludable. A su vez, el departamento de Recursos Humanos ofrece asistencia para casos de violencia doméstica.
Chulepín manifestó que Aratirí trabajó en la integración social porque el proyecto "nos lleva a la casa de los productores rurales y eso es nuevo". Con referencia al aspecto social, agregó que la Facultad de Medicina está haciendo estudios de línea de base en la zona para conocer el estado de salud actual de los individuos que en ella habitan y expresó que el proyecto "va a tener que desarrollar centros de salud".
Describió el aspecto funcional del proyecto, que consta de un área formada por cinco minas, un embalse de relave donde se va a depositar la piedra que no se vende, depósitos de estériles y caminería interna. Serán unas 6.200 hectáreas que se ampliarían a un polígono de 13.000. Aclaró que las 120.000 hectáreas, dato que había circulado hasta ahora, corresponden al área de prospección.
Además, está el mineroducto, de 212 kilómetros de largo y 62 de diámetro, enterrado bajo tierra a un metro de profundidad, junto al que también se instalará un acueducto. Entre ambos ocuparán un ancho de 40 metros en el que no se podrá construir ni forestar. Estos ductos que transportan hierro y agua llegarán a una terminal portuaria para barcos de gran calado en Rocha, a dos kilómetros y medio de la costa, en un predio ubicado entre Punta del Diablo y la Esmeralda, propiedad del Ministerio de Defensa.
Ambiente desconocido
Ciro Croce, ingeniero responsable del área de medio ambiente de Aratirí, quien, según el cronograma del evento, hablaría del estudio de impacto ambiental realizado por la empresa, se refirió a los estudios ambientales de línea de base, o sea, el relevamiento de la situación ambiental antes de que la empresa empezara a operar. Dijo que "dio información que no se tenía [y esto] es soberanía para Uruguay". Según explicó, nuestro país tiene ahora una carta de suelos, un estudio paleontológico y estudios marinos. Además manifestó que la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) tendrá que renovar los permisos a la empresa cada tres años.
En cuanto a los impactos, se refirió a "cuatro que son noticia": el agua, el turismo, la actividad agropecuaria y el cierre de la minera. Sobre el primero, dijo que Aratirí consumirá un millón de metros cúbicos de agua por año y que esto no es mucho en términos empresariales. En materia de turismo, dijo, que éste no se verá afectado porque la terminal portuaria estará a ocho kilómetros de Punta del Diablo y a seis de La Esmeralda. La actividad agropecuaria no podrá desempeñarse en la zona minera pero destacó que el después de la minería "es un lindo impacto [porque] permitirá a los uruguayos decidir qué quieren hacer en ese territorio". Ejemplificó con el parque nacional de Peña Cabarga, en Cantabria, España, que fue inaugurado después del cierre de la mina de hierro a cielo abierto.
No hizo referencias a los posibles impactos en el aire por la emisión de gases y generación de polvo por las explosiones diarias y la circulación de vehículos con materiales ni a los niveles de ruido ni a las potenciales fuentes de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas ni al impacto en el suelo y pérdida de servicios ecosistémicos.
Martín Ubilla, quien es el paleontólogo responsable del estudio requerido en la materia, cerró la etapa de charlas. Según explicó, "los fósiles son parte de nuestro patrimonio", y en ese sentido se identificaron los impactos que la operativa minera podría implicar. Se determinó de baja a nula la incidencia en zonas forestadas, de media a alta en las cercanías de la laguna Negra y alta en la zona de dunas, donde se recomendó "no innovar".
Preguntas y críticas
Con poco tiempo disponible, se abrió la ronda de preguntas del público. La primera, a cargo de un ingeniero químico y productor rural del distrito minero, refería a las objeciones planteadas por la DINAMA en su la reciente devolución a la empresa del estudio de impacto ambiental y a los cambios que Aratirí prevé realizar al respecto. Croce explicó que hubo objeciones de carácter formal: el firmante del documento era extranjero y la estructura del informe, también extranjera, y enfocada a encontrar financiación, no se ajustaba a las exigencias de la DINAMA. En cuanto al contenido, se objetó que faltaba descripción del sistema hídrico y de la incidencia en las viviendas de Cerro Chato. Según el ingeniero de Aratirí, todas las objeciones eran pertinentes y se está trabajando en la reformulación del estudio.
A continuación, un oceanógrafo destacó la “falta de profundidad” en el tratamiento de los temas ambientales por parte de los expositores. Dijo conocer la resistencia al proyecto de los pobladores de la costa de Rocha y solicitó comentarios al respecto. Chulepín aclaró que sabe que hay productores que no están de acuerdo con el proyecto “porque se trata de un cambio en el uso de la tierra”. Sin embargo, dijo: “Día a día vamos a ir contestando las dudas”.
Un economista preguntó por el posible aumento en el costo de la energía, dado que la minera va a usufructuar grandes cantidades. En términos extremisas, planteó la situación d un eventual sequía. Croce explicó que UTE decidió encargarse de la energía y descartar la central a carbón porque “es un buen negocio para el Estado”. A la empresa se le va a cobrar una tarifa en base ala categoría “Gran consumidor” y la energía para el resto de la población no faltaría ni subiría de precio. Croce remarcó que en última instancia la gestión depende de UTE pero que el ente asegura que se trata de un buen negocio.
Una profesional de las ciencias ambientales destacó la falta de sus colegas en el plantel de expositores. Señaló que en otros países se están incorporando estudios de los servicios ecosistémicos y de los beneficios que obtienen las sociedades en relación a ellos. Preguntó qué aproximación tiene Aratirí al estudio de estos servicios. Croce reiteró que el impacto de la minería “va a ser un impacto lindo” y volvió a prender el proyector para mostrar más fotos. No queda clara su conceptualización de los ecosistemas, y en el auditorio quedó la sensación de que la pregunta no fue respondida.
Finalmente, un ingeniero agrónomo y máster en ciencias ambientales también reclamó la falta de tratamiento de los impactos ambientales y preguntó cómo van a influir las explosiones en la ganadería de la zona. Chulepín respondió que no se supone que afecten al entorno, ya que “el uso de explosivos es para remover la roca”. Las 120 toneladas de explosivos diarias serán controladas por sismógrafo y esto garantizaría las acciones, dice. Sin embargo, en caso de que se afectara algún área externa, “la compensación deberá ser de igual a mayor que el perjuicio realizado”, aclaró.