Al final, la novena fue la vencida para Bella Vista. Después de ocho partidos sin alegrías, dos por la Copa Sudamericana y seis por el torneo local, el equipo papal pudo conseguir su primer triunfo en lo que va de la temporada. La imposición de ayer sobre Nacional en el estadio Centenario fue además la primera victoria de Diego Alonso en su incipiente carrera como entrenador, que se inició hace apenas dos semanas. Del otro lado, otro técnico de corto recorrido, el argentino Marcelo Gallardo, ya está viviendo en su nuevo rol la presión que sienten los entrenadores de los equipos grandes cuando las cosas no salen bien. La derrota tricolor, la primera en el plano local pero que, sumada a la dura y prematura eliminación de la Copa Sudamericana, alcanza para configurar una realidad complicada, ha puesto al Muñeco entre la espada y la pared, no sólo por los resultados, sino por las tremendas falencias que ha mostrado el equipo que dirige.

Nacional, que hace una semana había jugado bien contra Cerro Largo, tuvo un tremendo tropezón entre semana contra la Universidad de Chile y ayer se dio la cara contra el piso, jugó pésimo y perdió bien contra un ordenado conjunto papal que, si bien ayer sumó de a tres, sigue siendo el colista del Apertura. La victoria de los de Diego Alonso se explica en la sumatoria de virtudes propias y errores ajenos. Los bellavistenses ya habían avisado varias veces antes de que el delantero José Varela concretara el gol que a la postre sería el único de la tarde. El volante argentino Gastón Otreras, una de las figuras de la cancha, hizo una muy buena jugada por la derecha y luego habilitó a su veloz compañero, que se filtró en la zaga alba y definió con precisión. Antes y después de ese gol, los auriblancos impresionaron siempre mejor que Nacional, ayer abúlico e irresoluto hasta el hartazgo.

Los tricolores fueron inoperantes en ataque durante todo el partido y apenas si inquietaron realmente un par de veces al arquero Gentilio. La generación de juego de ataque brilló por su ausencia, dentro de un desconcierto general importante. No fueron menos de 20 las veces en las que los tricolores quedaron mal parados, expuestos a contragolpes bellavistenses.

No alcanza para explicar la situación la flojísima actuación de Facundo Píriz -el único volante específicamente de marca de Nacional-, quien después de todo tiene derecho a tener una mala tarde. El descalabro constante de los dirigidos por Gallardo arrancó desde arriba, donde todos los delanteros tuvieron pobres gestiones y, además de no ofender, tampoco supieron tapar las salidas rivales. En la media cancha, además de Píriz, flaquearon los demás, y pese a que en el segundo tiempo Gallardo metió un par de cambios intentando una reacción, entraron a la cancha el Chino Recoba y el juvenil Gonzalo Bueno, todo siguió igual.

En ese contexto, los volantes papales se adueñaron de la mitad de la cancha y basados en su buen trato de la bola se convirtieron en comandantes de las acciones, a la vez que los nervios de sus oponentes aumentaban. El mencionado Otreras y el interesante Nacho Nicolini fueron los principales actores papales, si bien el desempeño general del equipo fue parejo por la positiva. Del otro lado, Nacional sólo expuso a la vista pública sus limitaciones, propias de un conjunto en formación. La zaga conformada por Godoy y Rolín, tantas veces cuestionada, estuvo lejos de ser lo peor de un equipo que si hasta hace cinco días tenía dos objetivos en vista, ahora parece estar cerca de tener que penar durante lo que queda del año. Siete puntos detrás del líder, la tarea de pelear por el Apertura parece a esta altura una quimera para Nacional, si bien aún faltan unas cuantas fechas para que el campeonato llegue a su fin.

Bella Vista tuvo un domingo feliz, pero ya a partir de hoy tendrá que seguir pensando en la dura pelea que tendrá que dar hasta el final de la temporada para escapar de la incómoda posición que ocupa en la tabla del descenso.