Las construcciones de Colonia son bajas si se las compara con otras ciudades. Atrae la mezcla de estilos arquitectónicos producto de las disputas de los colonizadores de la época. La ciudad data de 1680 y se atribuye su fundación al portugués Manuel Lobo, sin embargo, pasó varias veces a manos de españoles quienes también diseñaron viviendas con su porte de época. Esta particularidad provoca la curiosidad de los visitantes.
Promedios
Cerrado el primer y principal mes de la temporada de verano, la Asociación Turística del Departamento de Colonia dio a conocer un informe elaborado para el Observatorio Turístico de la Dirección de Turismo de la comuna. Entre las fuentes consultadas figura la Cámara Hotelera local, que consignó que la ocupación diaria estuvo en torno del 84% de las plazas disponibles en Colonia ciudad, contra un 79% de 2011. El sábado último fue el de mayor índice, cuando se alcanzó el 99%. Por otro lado, la Cámara Gastronómica transmitió que hubo un descenso de público y de consumo argentino, fenómeno atribuible "al tema cambiario", en alusión a los controles del organismo fiscal de la vecina orilla a la salida de dólares de su país. Como contrapartida, hubo una mayor presencia de brasileños y uruguayos con respecto al año anterior. En cuanto a lo sucedido en otros puntos de atracción, Carmelo registró una ocupación hotelera de 72% en enero, en Nueva Helvecia fue de 74%, mientras que en el camping Los Nogales (de la capital departamental) el promedio fue de 70%, al tiempo que el de Santa Ana se ubicó en el entorno del 90%.
El tiempo parece ser otro. Para apreciar la ciudad hay que dejarse llevar a paso lento. En cualquier callecita del casco histórico se puede encontrar a turistas de la región y de lugares remotos. Los idiomas son diversos aunque el portugués y el inglés son los más escuchados. De acuerdo a las últimas cifras del Observatorio Turístico de la Intendencia de Colonia junto a la Asociación Turística del Departamento, durante la tercera semana de enero tuvo una ocupación del 82%, 4% más que en el mismo período del año pasado, y los fines de semana del mes ha alcanzado el 97%.
Van y vienen
El puerto de yates fue restaurado. Se lo ve lindo. Se estima que durante la tercera semana de enero albergó a más de 100 embarcaciones diarias. Las banderas más frecuentes son las argentinas; eso se puede constatar a simple vista.
La zona portuaria es disfrutable. Hay pocos lugares para comer por allí, y los que hay son pequeños. No obstante, algo contrasta con el paisaje: dos edificios antiguos que se encuentran tapiados en la esquina, con un cartel que anuncia: “edificio en restauración”. Cosa que no parece muy creíble cuando no se ve otra señal que la quietud del abandono. Una vecina que pasaba por el lugar, oriunda del departamento, comentó que se trata de propiedades del dueño de Buquebus, López Mena, y que en su momento se destinarían a un emprendimiento hotelero de gran porte, conocido como Marinas del Sacramento, pero no se concretó.
El boom inmobiliario que vive la ciudad de Colonia es otro punto de destaque. Juan, un lugareño que llegó a la ciudad hace más de 30 años, cuenta que ni él lo puede creer. Desde 2005 a la fecha, la especulación inmobiliaria se hizo evidente. Un paseo por la rambla da cuenta de esta situación. Los carteles de “se vende” están por todas partes. “Hay casas de 100.000 dólares en venta y de más, mucho más, pero se sabe que no valen eso. Esto antes no pasaba. También hay muchos argentinos que se vinieron a vivir acá y viajan todos los días a Buenos Aires porque tienen sus trabajos allá. Van y vienen. Eso generó que abrieran cuatro colegios privados al que van muchos niños argentinos. Otros vienen los fines de semana solamente pero ya tienen su casa comprada de este lado. Son casas que se ocupan los fines de semana”, cuenta. En 2006, la Dirección de Turismo de la Intendencia de Colonia, ya alertaba sobre los efectos del turismo en las ciudades históricas, donde, si bien aumentan los ingresos en la economía local, también se dispara el costo de los inmuebles y se ven los efectos negativos de la emigración de la población local, aumento del empleo precario, y dependencia excesiva del turismo.
“El emprendimiento de Montes del Plata en Conchillas también ha repercutido en la población pero aún no se ve con tanta nitidez. Vinieron muchos austríacos y personas de otros países a trabajar. Algunos viven en hoteles”, comenta Juan.
También está el caso de Eduardo Álvarez, fotógrafo brasileño que se dedicaba al comercio exterior en su país, hasta que un día visitó Colonia en una excursión y se enamoró de la ciudad. Hace dos años se quiso quedar para estudiar la posibilidad de venir a vivir y desde entonces está allí. Ahora espera a su familia que llegará en febrero para poblar su casa sobre la calle Henríquez de la Peña, frente a la Plaza Mayor, en el casco histórico. Vende fotografías enmarcadas y artículos de colección.
A unos metros de allí, caminando por la calle Real, Yelisa, una colombiana de Cartagena, de unos 30 años, pide ayuda para tomarse una foto. Su destino primario fue Buenos Aires y llegó a Colonia en barco con un paquete de excursión por el día que le vendieron en el hotel. Consultada por los precios que encontró en Colonia comentó que le pareció muy barato y lamentó no quedarse algún día más para seguir conociendo. Su barco la devolvía a la otra orilla esa misma tarde.
El mismo caso es el de dos amigas; una puertorriqueña (primero dijo que era de Estados Unidos y al hablar tan bien español levantó las sospechas pertinentes), y la otra (ni una pizca de español) era holandesa. Las dos llegaron en avión a Buenos Aires y ahora paseaban por Colonia por el día a través de una excursión que le vendieron. Para ellas los precios estaban iguales que en sus países y prometieron volver por más días.
De acuerdo a los datos que releva el Centro de Informes de Colonia, hasta el 22 de enero, pasaron más de 3.700 extranjeros a consultar por opciones y servicios. El 41% fueron argentinos, 21% de Brasil, 12% del resto de América, 11% de Europa, 8% de Canadá y Estados Unidos, mientras que el resto incluye otros orígenes y solo 2% corresponde a turismo interno. De estos visitantes, 56% fueron excursionistas (visitan por el día) y 44% se quedó al menos una noche en la ciudad.
Para hospedarse el visitante tiene diversas opciones. La más económica es la que proponen los hostels, poblados casi siempre por mochileros que están de paso: una habitación con baño vale entre 45 o 55 dólares. En algunos lados, incluye desayuno casero. Las posadas son otra opción y casi siempre se trata de grandes casas antiguas acondicionadas y están ambientadas en forma colonial. Se encuentran desde 60 dólares, hasta 90 aproximadamente, con desayuno incluido. Los hoteles, en su mayoría con aire acondicionado y piscina, tienen un precio por noche para dos personas desde 110 dólares hasta 250 (es el caso de un servicio de cuatro estrellas). También los hay más costosos.
En caso que uno quiera aventurarse a la gastronomía tiene varias opciones. Los precios no difieren mucho de los de Montevideo, aunque algunas cartas no se preocupan por ocultar el remarque de ciertos productos, cosa que sucede la mayoría de las veces con las bebidas. Se pueden encontrar desde 20 hasta 60 pesos más caras.
Para recorrer la ciudad, nada mejor que caminar. De hecho, es una preocupación de la localidad peatonalizar el lugar. La circulación de automóviles desentona con el entorno. De todas maneras, parece haberse puesto de moda la circulación en cuatriciclo -ese autito abierto estilo transporte de club de golf- que vale aproximadamente 45 dólares el día y pueden subirse hasta cuatro personas. También es posible alquilar bicicletas a costo aproximado de cuatro dólares la hora. Una opción recomendable es tomar el ómnibus urbano hasta el Real de San Carlos. Por un boleto de 13 pesos se puede visitar la playa y la Plaza de Toros, que se encuentra, tristemente, casi en ruinas. La señalización del lugar no es buena y carece de información para aquellos que quieran saber su historia. Los precios de los comestibles en el Real son más baratos que en la ciudad. El otro tipo de turismo -que no se ve en la calle- es el considerado “cinco estrellas”, que utiliza las instalaciones de alto nivel hotelero en Colonia. También aquellos turistas que acuden a las visitas guiadas a las bodegas, ya que son trasladados hasta allí, almuerzan y pasan la tarde en ese lugar.