Lo del nombre es raro. Él lo sabe y lo disfruta. "Para darles crédito a mis dos abuelos, mis padres me pusieron Josemir. Es el resultado de la suma de Juan José y Emir. Estaban con tiempo mis viejos", cuenta Lujambio. Desde que llegó a Uruguay, después de su paso por diversos países, vive en el campo, en Paso de los Toros. Gerencia un emprendimiento turístico: tiene un complejo de cabañas. Decidió dejar el fútbol, hasta que un día del año pasado recibió una llamada. Era Fabián O'Neill que lo invitaba a calzarse los botines para jugar en Defensor de Paso de los Toros. "Me animé a volver a las canchas, lo asumí para darle una mano, para compartir un rato, y mirá dónde terminé”, comenta.

El arranque

Josemir empezó en las inferiores de Deportivo Champagnat. Más tarde, llegó a Montevideo citado para integrar la selección sub 18 con la que viajó a Venezuela y al Mundial de Portugal. Ahí arrancó su carrera como futbolista profesional. "El técnico que me hizo debutar era un excelente jugador en Durazno, [Enrique] Burriqueta Morán, un 10 tremendo; en sus últimos años de jugador era impresionante lo que jugaba", recuerda. Tenía 14 años. Sin embargo, Josemir no siempre fue delantero. "A los 13 fui arquero y todo el baby lo hice de portero en el equipo del colegio y un día faltaba uno adelante, estaba el arquero suplente y me pusieron a mí como delantero y estuve bien. Después me dio la posibilidad de robar con eso", cuenta y se ríe. No volvió a atajar hasta su paso por el Celaya, en México. "Ese año pedí para usar el número 1 como jugador de campo y se dio la posibilidad, un día, de ir al arco porque echaron al golero y no teníamos más cambios. Estuve cerca de 20 minutos atajando. Es una anécdota linda", dice.

De su arribo a Montevideo el jugador recuerda que estaba en un campamento en Florida y Duarte, el director técnico de la selección, buscaba jugadores. Lo vio y le dio la posibilidad de estar en la preselección. Ahí jugaban Diego Dorta, Marcelo Tejera, Darío Silva, Paolo Montero. Y Josemir quedó. Viajó al Sudamericano en Venezuela, aquel en que Uruguay clasificó para el Mundial de Portugal. A su retorno, tuvo la posibilidad de elegir entre tres equipos: Peñarol, Defensor Sporting y Danubio. "Elegí Defensor porque tenía afinidad con Marcelo Tejera. Enseguida me tocó jugar la Copa Libertadores. El primer gol que hice como profesional fue uno de chilena a Newell's en el estadio Centenario. Ese año alternaba de suplente cuando salimos campeones. Fue un lindo gol, significó mucho para mí. Yo no sabía lo que era el fútbol profesional en ese momento", explica.

Más tarde pasó por Bella Vista y rápidamente viajó para incorporarse al Marítimo de Venezuela. "En Bella Vista las cosas no andaban bien porque el técnico no me ponía y mi representante en esa época era el mismo que se llevó a Juan Ramón Carrasco a Venezuela. Me invitaron a viajar y acepté. Me fui seis meses y me fue muy bien. En aquellos años en Venezuela el fútbol era amateur, entonces el que llegaba de afuera marcaba una ventaja", recuerda. Luego de la vida caribeña, el isabelino quedó "parado" unos meses. Ésa fue la primera vez que pensó que colgaba los botines. "Nunca fui de querer jugar, de ser un amante del fútbol. Ya tenía a una de mis hijas y estábamos volviendo, y pensé que el fútbol no era lo mío. Tuve la posibilidad de que me llamara [Julio] Ribas para ir a Sudamérica. Ascendimos, tuvimos un año en Primera jugando Conmebol, reenganché y pasé al fútbol argentino". Los avatares de la vida lo siguieron vinculando a las canchas.

Soy cordobés

Su paso por Argentina le dejó amigos y mucha experiencia. Jugó en Huracán de Corrientes (que se fue a la B y en la temporada siguiente ascendió). Más tarde, pasó a Newell's, donde lo recordaban por aquel golazo en la Libertadores -¡como para no!-, aunque, claro, los de Rosario Central son los que lo tenían más patente. "La euforia que tiene Rosario con el fútbol es impresionante. Me tocó vivir uno de los peores clásicos junto con el Pepe Herrera. Tuvimos que lesionarnos algunos jugadores para terminar el partido porque nos estaban pegando un baile tremendo. Ese día se recuerda como 'el abandono de Newell's'. Son cosas del fútbol". Ese día de 1996, Central ganó 4-0.

Más tarde saltó a Europa. Estuvo en Rayo Vallecano, en España. "Pasé todas las pruebas pero cuando vine a Uruguay a buscar a mi familia, cambiaron el técnico y cuando llegué todo era muy difícil porque no querían a los sudamericanos. Nunca nos dejaron jugar, sólo seis partidos. Entonces me llamó Ribas para ir a Peñarol y me vine con expectativa pero nos fue muy mal. Emigré a Argentina, a Belgrano de Córdoba. Estuve dos años y medio jugando. Fueron los mejores años en mi carrera futbolística y en lo personal", comenta.

Luego de su paso por Belgrano, Josemir jugó en Banfield. Recuerda que a los tres meses llegó Luis Garisto al equipo. "Faltaban seis partidos para terminar el campeonato y teníamos 0,333 puntos, así que estábamos más abajo que arriba. Justo en ese momento habíamos llegado de afuera y nos querían echar. Él confió en nosotros, tal es así que en el segundo año estuvimos en el segundo o tercer puesto de la tabla".

Los goles, un tema de la gente

Hice más goles en Belgrano que en Banfield, pero la fama llega con el equipo de la capital. En Belgrano debo de haber hecho más de 40. En Huracán de Corrientes estuve un año y medio, hice más goles", explica.

Su carrera se extendió en México. Estuvo en el Querétaro y en el Celaya. "La vida en México es muy linda si tenés la posibilidad económica de estar bien. Porque tiene esas dos cosas: la gente muy pudiente y gente de abajo, que no es la que aparece en la tele. Me sigo hablando con los dueños de los equipos, porque allá hay una dirigencia pero todo se comanda por dueños", recuerda.

Cuando volvió a Uruguay se topó otra vez con la decisión de dejar el fútbol, pero el fútbol no lo quiso dejar. "Cuando me vine decidí no jugar más. Me había separado y ya tenía a mis dos hijos. Estuve 11 meses sin jugar. Me vuelven a llamar de Instituto de Córdoba. No sabía si estaba bien físicamente. Cuando llegué, hice la pretemporada sin firmar contrato. Me fue bien, hice bastantes goles. Al principio me puteaban porque cuando llegué declaré que me había hecho hincha de Belgrano, pero mi deber era Instituto. Cuando jugaban ahí iba a comer con los hinchas de Belgrano. Debe de ser porque el fútbol nunca me gustó ni lo veo con la pasión que lo ve el hincha", reflexiona y remata: "Nunca fui un amante del fútbol. Lo tomé como un negocio rentable en el cual no tenía que invertir otra cosa que el físico y tiempo. Traté de llevarlo de la mejor manera, de ser profesional dentro de la cancha y compatibilizar con mi vida personal".

Y sigue

El partido más recordado por Lujambio es aquel clásico entre Belgrano e Instituto. Hizo tres goles. "Ganarle a Talleres, que es el rival, fue lindo. Son partidos diferentes que siempre dejan algo", dice. Otro de los recuerdos más potentes es con la celeste. A sus 34 años lo citó Jorge Fossati para la selección que jugaba contra Colombia, pero el mismo día le avisó que quedaba fuera del plantel. "Le dije que no me diera más explicaciones, que para mí era un regalo que me citaran a esa edad. Era algo, por lo menos en lo personal, que me parecía divino. Nunca me puse mal si me dejaban afuera. Tampoco me ponía contento si me tocaba entrar. Si todos lo tomaran así sería más lindo", reflexiona.

"Después de Olimpo iba a firmar en Defensor para volver, porque yo quería retirarme en el equipo que me dio la posibilidad de jugar profesionalmente. Tuve una discusión con la dirigencia; estaba más maduro y las decisiones las tomaba yo. Cuando sos chico quizá te manejan más, pero no nos pusimos de acuerdo. Teníamos todo hablado y el último día, cuando me iba a la concentración, les dije que no firmaba. De ahí me fui a Tucumán. Jugué hasta el final de 2009, cuando ascendimos con Atlético Tucumán. De ahí me vine a Paso de los Toros".

Ahora o nunca

Josemir dejó el fútbol más de una vez, pero el fútbol no lo dejó a él. Tal es así que desde este año viste la camiseta de Paso de los Toros para competir en la 9ª Copa de Selecciones, una asignatura pendiente. “De viejo me puse loco. El técnico de la selección del departamento me pidió que le diera una mano para estar con los gurises. Quería que fuera un referente. Somos un grupo lindo, hay chicos jóvenes. Yo debuté porque nunca había jugado en el campeonato del Sur a nivel de selecciones”, comenta. “La Copa se vive con mucha expectativa porque es la vidriera para todos los chicos. En el campeonato local hay partidos que tienen 300 personas de hinchada, cuando Paso de los Toros tiene 15.000 habitantes. Ahora están entusiasmados porque el equipo que se formó es bueno. Para el interior es de mucha relevancia porque juega el interior contra el interior; no se le da la trascendencia que tiene: de acá salen los jugadores para otros cuadros”, concluye.