La impunidad no precisa sombras. En un ejercicio de poder, directo y sin esconder la mano, cuando presuponen que el otro está en el piso, golpean y golpean, desgastan hasta tratar de llegar al objetivo, que tanto puede ser sacar de la troya a un técnico como derrocar un gobierno democrático.

Con la digitalización de la vida y las innovaciones tecnológicas, hoy cualquiera puede hacerle un photoshop a la realidad y presentarlo como quiera para conseguir los fines perseguidos. Para ello no se necesitan más que tres o cuatro acciones falaces y desviadas, y rápidamente en el Gran Hermano de la vida generan rechazos y aprobaciones sobre una gestión, disparando en el boca a boca bajadas de pulgar a la manera del sesgado jurado telefónico de Tinelli.

La consideración que un crítico, especialista o idóneo en la materia debe tener con un equipo de fútbol que es mucho más que ello en este caso, porque es el equipo de todos, debe ser la misma que el asistente, televidente o seguidor de la selección. Emparejar para arriba. No hay escuela para ello ni para unos ni para otros, pero nuestros maestros de la vida y los procesos racionales-emocionales con los que crecemos de un lado o del otro de la línea, tras el alambrado, frente al televisor o con los auriculares, hacen o deberían hacernos ver que un día hay que dejar de putear al línea, de someter con exabruptos al 5 rival, de descalificar a nuestro lateral derecho o gritarle de lejos "burro, andate" a nuestro técnico.

El respeto, la información y la ecuanimidad se llevan bien con las emociones, con los gozos y las sombras de los espectáculos deportivos, y aceleran el entendimiento de las situaciones.

Te amo, te odio, dame más

Hasta hace poco más de un mes, la selección uruguaya era un ejemplo de desarrollo, un colectivo que nos reflejaba, basado en trabajo, solidaridad, aptitudes y, fundamentalmente, actitudes. A gusto o disgusto de los generadores de opinión pública, esa comunión, tangible en hechos y actitudes entre el pueblo y los futbolistas, pasaba por la acción de un ejecutivo, un gerente, un técnico, un entrenador, un gestor que se canaliza en Óscar Washington Tabárez, pero que es su colectivo que forma su núcleo central de trabajo dentro y fuera de la cancha.

Hasta hace 40 días éramos, sin duda, para la consideración pública interna e interesada, uno de los mejores equipos del mundo, con capacidad para dar una gran competencia a nivel mundial en Sudafrica 2010, para afirmarse con autoridad y fuera de casa como el campeón más campeón de América, dejando atrás al local Argentina y aplastando al rival en la final, como pocas veces ha pasado en una definición continental, llegando a ser el segundo equipo en la consideración de la FIFA expresada en su ranking, y estirando a 18 el número de partidos sin perder, récord en la historia de la largamente centenaria selección uruguaya. Ese momento del cenit del fútbol oriental contemporáneo no llegó a partir de la elección de un técnico a golpe de balde, de orar a la Virgencita de Lourdes o de un "Gracias, Paco", sino mediante un proceso de trabajo cuya punta del iceberg está en 11 tipos vestidos de celeste que corren, marcan, meten y juegan, pero que tienen atrás un serio proceso de trabajo planificado y efectivizado por profesionales de notoria idoneidad, que les dan a esos 11, 14 o 23 la competencia necesaria para medirse -que no ganar imperecederamente- con los mejores.

No es de ahora, pero tres derrotas y un empate, 12 goles recibidos y dos convertidos, apenas 40 días después de aquella marca, sirven para incendiar la pradera y pedir a viva voz la caída del técnico y/o la convocatoria de nuevos jugadores. Es sólo eso; sin modelo teórico en el que apoyarse y sosteniendo una hiperrealidad, empujan desesperadamente para cambiar. ¿Realmente tienen un técnico y, por tanto, planes y jugadores, como para creer que es válido cortar el proceso de trabajo de las selecciones nacionales?

Cerrado por balance

En el día a día, el registro más a mano sin tener que recurrir a Google o a la hemeroteca de Youtube son los diarios. Tras la derrota del martes, Ovación, el suplemento deportivo de El País, tituló “Humillante”; Tribuna, de La República, “Muertos”; y El Observador Deportivo, “Tocó fondo”. Seguramente son conclusiones de coyuntura, razonados y meditados con información y proyección.

¿Qué sentido tiene que digan que un fulano podría jugar mejor con otro fulano como técnico, o que otro fulano podría ser mucho mejor que este fulano, que hasta hace unas semanas era el mejor fulano de todos? Buscan la reacción indignada de nosotros, los que los mantenemos en el Olimpo y recibimos sus pensamientos congelados en nuestro micro mental, que no tiene tiempo ni ganas de ponerse a proyectar ni de medir prestaciones de unos y otros en distintos marcos de competencia o la validez de su inclusión en un colectivo con una metodología de trabajo ya comprobada. Así surge la idea de grupo cerrado, y entonces en la parada de ómnibus lo vuelvo a escuchar: cuando por fin pasa y subo el chofer tiene la radio a 1.000 con la misma idea y cuando llego a casa, en el informativo están sugiriendo lo mismo.

No sé la cantidad de jugadores que han pasado por esta selección desde 2006, pero utilicemos algunas formaciones: el 21 de mayo de 2006 fue el primer partido de su nueva conducción, el rival fue Irlanda, Uruguay ganó 1-0 y formó con Fabián Carini, Andrés Scotti, Carlos Valdez, Diego Godín, Walter López, Diego Pérez, Pablo García, Guillermo Giacomazzi, Fabián Estoyanoff (82’ Juan Surraco), Sebastián Abreu y Gonzalo Vargas.

Más de un año después, en su primer partido oficial, debutó en la Copa América de Venezuela cayendo ante Perú 3-0 con Carini, Carlos Diogo, Diego Lugano, Godín, Darío Rodríguez, Diego Pérez, Pablo García, Fabián Canobbio (Cristian Rodríguez), Estoyanoff, Diego Forlán (Gonzalo Vargas) y Vicente Sánchez (Abreu). El Chino Recoba estaba lesionado y a partir de ese momento jugó hasta que perdimos por penales la semifinal con Brasil.

El primer partido de la clasificatoria mundialista para Sudáfrica fue con Carini, Maximiliano Pereira, Andrés Scotti, Godín, Jorge Fucile, Diego Pérez, Pablo García, Cristian Rodríguez, Luis Suárez (Vicente Sánchez), Forlán (Mario Regueiro) y Abreu (Carlos Bueno).

El último para llegar al Mundial, el del repechaje con Costa Rica, fue con Fernando Muslera, Scotti, Lugano, Godín, Maximiliano Pereira, Diego Pérez, Álvaro Pereira, Sebastián Eguren, Nicolás Lodeiro, Suárez y Forlán. El primero de los juegos en el Mundial fue con Muslera, Mauricio Victorino, Lugano, Godín, Maximiliano Pereira, Egidio Arévalo Ríos, Diego Pérez (Eguren), Álvaro Pereira, Ignacio González (Lodeiro), Suárez (Abreu) y Forlán. En la final de la Copa América 2011 estuvieron Muslera, Maximiliano Pereira, Lugano, Coates, Martín Cáceres (Godín), Álvaro González, Diego Pérez (Eguren), Arévalo Ríos, Álvaro Pereira (Edinson Cavani), Forlán y Suárez.

En estos 83 partidos hay muchísimos nombres más que han sido convocados y evaluados, tenidos en cuenta o descartados, surgidos de las selecciones juveniles. Esto permite sostener que no es, ni cerca, un grupo cerrado y que se ha conformado un exitoso núcleo que ha respondido a las expectativas que se puede tener del fútbol organizado de Uruguay.

Como dice el prolífico poeta brasileño Ivan Lins: “Desesperar jamais / Aprendemos muito nesses anos / Afinal de contas não tem cabimento / Entregar o jogo no primeiro tempo”.