La sesión comenzó minutos después de las 9.30 y terminó a las 15.20, cuando 17 de los 31 senadores convirtieron el proyecto en ley, lo que provocó algunos festejos tímidos por parte de legisladores y de personas que siguieron la jornada desde las barras, quizá porque todos los que votaron favorablemente habían reconocido que si bien con respecto a la situación actual se dio un paso importante, dista de la norma ideal que hubieran querido aprobar.

¿Encuesta?

Xavier denunció en sala la realización de una “encuesta entre comillas” por parte de una organización en contra del aborto. Según su relato, a partir de un cuestionario telefónico se preguntaba si se estaba “a favor de la vida”, y si la respuesta era afirmativa, se derivaba al encuestado al teléfono interno del despacho de algunos legisladores que se manifestaron a favor de la despenalización del aborto. Xavier consideró que la movida estaba disfrazada de una encuesta y que en realidad era parte de una campaña.

Alberto Couriel (Vertiente Artiguista, VA) dijo compartir muchas de las críticas que se le hicieron al articulado y que hubiera preferido el proyecto al que el Senado había dado media sanción en diciembre de 2011, que establecía que se podía realizar abortos por la sola voluntad de la mujer. Lo aprobado prevé que la mujer debe comunicarle su intención al médico, quien deberá convocar a un equipo interdisciplinario de profesionales para asesorarla primero, y pedirle después que reflexione al menos cinco días antes de tomar la decisión. Además establece que sólo podrán realizarse abortos antes de las 12 semanas de embarazo y por “razones de penuria económica, sociales, familiares o etarias”.

Couriel explicó que la coyuntura política en la Cámara de Diputados llevó a que tuvieran que introducirse varias modificaciones y a acordar el nuevo texto con el diputado Iván Posada (Partido Independiente, PI). “Estamos en una democracia: mandan las mayorías y controlan las minorías”, concluyó. En una línea similar, la comunista Alicia Pintos planteó que tenía algunas objeciones con los cambios que llegaron desde Diputados pero que de todas formas acompañaría la ley por considerarla “un avance” ante “la actual correlación de fuerzas”.

En ese sentido, recordó que “la penalización del aborto no fue incorporada en el Código Penal pensando en el derecho a la vida, sino que fue una transa política del gobierno de [Gabriel] Terra con la Unión Cívica para aprobar el presupuesto nacional”, y terminó derogando una norma de unos años antes que lo despenalizaba. Ernesto Agazzi (Movimiento de Participación Popular) considera que la ley será un “primer paso” que servirá para “ver cuáles serán los siguientes”. “Cuando esto esté reglamentado, la práctica y la vida dirán cómo funciona”, añadió.

La regla T

El ex presidente Tabaré Vázquez estuvo presente en las intervenciones de la mayor parte de los senadores. Mientras que algunos, como Gallinal o Bordaberry, recurrieron a sus argumentos a la hora de vetar la despenalización del aborto en 2008, otros, como Couriel, recordaron el veto como un retroceso y plantearon la convicción de que esa situación no volvería a producirse ahora. Bordaberry se refirió al caudillo colorado José Batlle y Ordóñez y afirmó que si bien nunca había sido consultado sobre el tema, él tiene la convicción de que se hubiera opuesto a la despenalización.

¿Es o no es?

A partir de ese proceso de negociación entre legisladores oficialistas y Posada, algunos integrantes de la oposición cuestionaron aspectos de forma en el trámite parlamentario por entender que el modificado debió haber sido considerado un proyecto distinto. El colorado Alfredo Solari (Vamos Uruguay) expuso que el original había sido votado artículo por artículo, y que las modificaciones definidas en Diputados no debieron ser tratadas “a las apuradas”, “sin discusión ni diálogo”. Agregó que se había querido incluir por fuera del orden del día de la Comisión de Salud de la cámara el martes de la semana pasada, y su análisis fue postergado hasta esta semana, lo cual habría demostrado que el partido de gobierno habría resuelto aprobar el proyecto “a como dé lugar”.

Por su parte, el nacionalista Gustavo Penadés (Herrerismo) interpretó que lo que busca el Frente Amplio (FA) es obtener “un título” y que se diga que se aprobó una ley que despenaliza el aborto. Y a pesar de no haber respaldado ninguno de los dos, sostuvo que el proyecto que la cámara ya había aprobado era “más prolijo”. La senadora socialista y presidenta del FA, Mónica Xavier, recogió el guante y dijo que los planteos que hablan de “apuros” “no tienen asidero” y estimó que el proyecto es el mismo con respecto al de 2011, porque habla “de la misma materia”.

Derecho a qué

Varios legisladores de la oposición mencionaron que la práctica del aborto implica violentar el derecho a la vida de seres que no pueden expresarse, mientras que quienes argumentaron a favor entienden que debe diferenciarse entre la concepción de la vida y el momento en que un ser vivo pasa a ser sujeto de derecho. Mientras que Solari comparó el aborto con el asesinato del pizzero de La Pasiva de hace unos meses, el nacionalista Sergio Abreu (Dignidad Nacional) hizo lo mismo con las torturas en dictadura y además dijo que el razonamiento que penaliza el aborto es el mismo que lo hace con la pena de muerte.

Abreu dijo además que “no entiende que la vida se pueda cercenar después de determinado lapso”, y que “sea vida pero al mismo tiempo no lo sea”. Su correligionario Francisco Gallinal (Correntada Wilsonista) afirmó que el derecho a la vida está por encima de cualquier otro derecho, “porque sin vida no hay otros derechos posibles”.

En cuestión

Las principales críticas a la ley fueron la dificultad que implicará su implementación en pequeñas localidades del interior del país y las dudas acerca de si se despenaliza realmente el aborto. Sobre este último punto, el propio Penadés subrayó que debido a las condiciones que pone la ley, en realidad la práctica no se despenaliza. En ese sentido, la preocupación de la oposición pasó por saber quién determinará si las mujeres cumplirán esos requisitos o no.

Otro de los puntos marcados por blancos y colorados fue la inadecuación de la norma a acuerdos internacionales suscriptos por Uruguay que, según sostienen, refieren al establecimiento del comienzo de la vida en el momento de la gestación. También se señaló que una alternativa al aborto podría ser la adopción de aquellos niños que no sean deseados por sus progenitores.

Por su parte, Agazzi planteó la diferencia entre la concepción de la vida y el momento en que un ser vivo se convierte en sujeto de derecho, y se preguntó si alguien considera que un espermatozoide no tiene vida, porque “se mueve, y vaya si se mueve”. También habló de que la vida no comienza sino que continúa, y se refirió a que en el reino animal y el vegetal constantemente se dan abortos de forma natural, e incluso los seres humanos practicamos abortos en distintas facetas de nuestra vida. El senador añadió que no cree en la práctica sistemática de abortos para regular nada y sostuvo que “hay argumentos que parecieran decir que el Estado le quiere imponer que aborte a quien va a tener un hijo”.

Enfoque de género

En su intervención, Carmen Beramendi (VA) habló del derecho al aborto en el marco de una escalada en la consecución de derechos que favorecen a las mujeres, y afirmó que “no hay ejercicio de un derecho que no lleve a la exclusión de otros”. La senadora estuvo de acuerdo con los reparos de organizaciones sociales acerca de que las mujeres no necesitan tutelajes para decidir sobre su cuerpo, pero matizó que “lo que puede parecer una traba también sirve para que el sistema de salud sea el que haga cumplir la ley”. Propuso “seguir fortaleciendo el sistema”.

En esta línea, Pintos marcó que lo que está en discusión no es el derecho a la vida sino el sentido de vida: “El derecho a nacer en una vida digna y con el pleno consentimiento de los progenitores”. “Defender la vida es en primer término defender el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo; algo que vaya en contra de ello es el primer atentado contra la vida”, señaló.

Mientras que Gallinal se preguntó dónde quedan los derechos de las mujeres si el feto abortado es el de una niña, Ana Lía Piñeyrúa (Herrerismo) aportó que no concibe el aborto como un derecho de la mujer ni como un elemento de igualdad con los varones, sino como una práctica no deseable. Durante su alocución, la senadora blanca fue interrumpida por Xavier, quien la consultó por haber apoyado un proyecto en 1993 que legalizaba totalmente el aborto. Piñeyrúa respondió que en aquel entonces no estaba del todo convencida y que no llegó a argumentar a su favor en sala porque la iniciativa nunca salió de la comisión. Además fundamentó que su cambio se debió a “un larguísimo proceso de reflexión”, que es el mismo que habilita a que haya distintas posturas dentro de los partidos políticos.

Disciplinados

La disciplina partidaria también estuvo en el debate. Mientras que desde el Partido Nacional Alberto Heber (Herrerismo) defendió la libertad de acción por tratarse de un tema “de conciencia”, el líder colorado Pedro Bordaberry defendió la unidad de acción definida en su partido porque “debe cumplirse” con lo prometido en la campaña electoral. Jorge Saravia (Concertación Republicana Nacional) y Ope Pasquet (Vamos Uruguay), blanco y colorado, respectivamente, fueron los integrantes de la oposición que manifestaron discrepancias con sus partidos.

Saravia lamentó que no se pudiera votar el proyecto que el Senado había sancionado parcialmente en 2011, pero de todas formas consideró que el de ayer es un avance y defendió su voto “porque está a favor de la vida y las libertades, y en contra del aborto”. El ex frenteamplista consideró también que la legislación vigente en la materia proviene de una época “fascista”.

Mientras tanto, Pasquet argumentó a favor pero votó en contra por la disposición de su partido. El colorado consideró que “no se debe decidir si interrumpir el embarazo está bien o está mal, sino si es un delito o no”. “No votamos normas morales, sino jurídicas”, opinó. Añadió que el comportamiento de la sociedad uruguaya no estigmatiza a la mujer que aborta, y que, por el contrario, su situación genera compasión. “No se denuncia que una mujer se realice un aborto; lo hacen en la clandestinidad porque el marco jurídico se lo impone”, sostuvo. Indicó además que el hecho de que el embrión esté vivo es algo que no se discute, y que lo que está en debate es si puede ser considerado una persona. En este sentido, recordó que hace algunas semanas el Parlamento votó por unanimidad un proyecto de fecundación que habilita al congelamiento del feto.

Representatividad

Varios políticos cuestionaron su representatividad a la hora de decidir sobre el tema por considerarlo complejo y que roza aspectos que tienen que ver con lo ético, filosófico y religioso. Por ejemplo, Heber dijo que no está seguro de representar a quienes lo votaron para ocupar la banca. En este sentido, varios aludieron a la posibilidad mencionada por el diputado blanco Pablo Abdala de convocar un referéndum para ratificar o rectificar la norma, e incluso varios legisladores del FA se mostraron proclives a aceptar la iniciativa. Mientras tanto, el nacionalista Jorge Larrañaga (Alianza Nacional, AN) ya anunció que si es electo presidente en 2014 hará gestiones para dejar sin efecto la ley.

Algunas horas después de terminada la sesión del Senado se anunció el lanzamiento oficial de la Comisión Nacional pro Derogación de la Ley de Aborto, que será hoy a las 12.00 en el anexo del Palacio Legislativo. En la misma línea de lo que varios senadores plantearon ayer, parece que con la sanción de la ley -que ahora debe ser promulgada y reglamentada por el Poder Ejecutivo-, lejos de cerrarse, el tema apenas abrió un capítulo más en el debate social y político, que ya lleva décadas. A propuesta de Beramendi, la implementación de la norma estará a cargo del Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Desarrollo Social, la Comisión Bicameral Femenina y el Instituto de las Mujeres.