Durante el temporal del 19 de setiembre, haciendo su propia interpretación, una niña le explicaba a un adulto: “Lo que pasa es que se juntaron dos alertas, la roja y la naranja”. Desde hace algunos años la Dirección Nacional de Meteorología (DNM) comenzó a caracterizar el nivel de riesgo meteorológico por colores: verde indica que no hay ningún peligro, amarillo es un llamado de atención que marca riesgo para actividades concretas, naranja simboliza los “fenómenos poco habituales y peligrosos para las actividades usuales” y rojo advierte un “riesgo meteorológico extremo” con “fenómenos no habituales de intensidad excepcional”.

Seguramente el término “alerta roja” haya sido uno de los más pronunciados en las últimas horas; se llegaba a conversaciones del tipo “es roja sólo para Maldonado y Rocha”, para el resto de la costa sólo es “naranja”. La interpretación de la niña podría ser un buen reflejo de la confusión de los adultos.

Desde fines de la semana pasada Metsul, una empresa meteorológica de Rio Grande do Sul, Brasil, anunciaba que se produciría un ciclón en nuestro territorio. Si bien el lunes la DNM había emitido una advertencia naranja para la mayoría del país, el nivel rojo sería sólo para Maldonado y Rocha, desde las 0.00 a las 21.00 de ayer. Pero a las 3.30 del martes, la advertencia extrema se extendió también a Montevideo y Canelones.

Anteriormente había habido una advertencia de ese color el 19 de setiembre, cuando las rachas de vientos superaron los 100 kilómetros/hora (km/h) en Montevideo y los 167 km/h en Punta del Este; el 23 de agosto de 2005 la DNM no había llegado a pronosticar el riesgo extremo.

Según registros de la DNM, las rachas de viento de ayer alcanzaron a 181 km/h en Punta del Este, 120 km/h en Laguna del Sauce, 104 km/h en Melo y 82 km/h en el Aeropuerto de Carrasco. Pero hay coincidencia al decir que no estuvieron “ni cerca” de las rachas de viento del 19 de setiembre y del 23 de agosto de 2005.

Aun así, 30.000 hogares quedaron sin energía eléctrica: 17.000 en Maldonado y Rocha, 9.000 en Canelones, 2.000 en Montevideo y 2.000 en el resto del territorio nacional, informó el Sistema Nacional de Emergencia (Sinae). El puerto de Montevideo permaneció cerrado desde el lunes de noche y Presidencia de la República informó que ayer un barco paraguayo “perdió siete contenedores en el mar a la entrada del puerto”, por lo que se extendería la clausura de la terminal.

En conferencia de prensa, el prosecretario de Presidencia, Diego Cánepa, sostuvo que “los uruguayos tenemos que empezar a acostumbrarnos a este tipo de situaciones, que se van a dar en el futuro con una periodicidad mayor a la que hemos conocido”, y defendió la coordinación del Sinae en la toma de “precauciones necesarias”.

Recorrida por la capital

Durante la madrugada y la mañana de ayer el viento fue constante. Daniel Soria, coordinador del Centro Coordinador de Emergencias de Montevideo, dijo a la diaria que se recibieron 49 denuncias por árboles caídos y 44 reclamos por otros en riesgo de caerse; comentó que todos ellos fueron derivados a la Intendencia de Montevideo y a empresas contratadas. Detalló que la situación más problemática se arrastraba desde el lunes, cuando las lluvias intensas inundaron algunas zonas de Montevideo, y a causa de ello había hasta ayer 21 personas evacuadas en los municipios F (noreste) y A (oeste).

Poco después del mediodía, la situación prácticamente se normalizó, y la calma llegó en el correr de la tarde. Sobre las 15.00, en algunas partes de la rambla Sur de Montevideo, las olas empapaban -literalmente- en menos de cinco segundos de estar expuestas a ellas, pero al menos podía transitarse por una de las áreas más ventosas de la ciudad. En barrios como Pocitos y Buceo la rambla comenzaba a tener los primeros transeúntes, algunos trotaban contra un viento todavía considerable, otros paseaban a sus mascotas y hasta había tres surfistas aprovechando las olas inusuales. En el Yatch Club del Buceo la situación también era normal; una de las trabajadoras contó a la diaria que estaban allí desde las 8.00, que el viento había sido fuerte pero nada riesgoso y que no había habido ninguna complicación. Algo similar dijo uno de los guardias del largador de ómnibus de esa rambla.

La calma también reinaba al cruzar la barrera de avenida Italia hacia el norte. Una de las situaciones más atípicas por esos lados era la falta de movimiento en torno a escuelas y merenderos; la Administración Nacional de Educación Pública había suspendido las actividades para evitar la circulación innecesaria de personas.

Cerca del barrio La Cruz de Carrasco, en una zona denominada Punta del Indio, estaba parado tranquilamente un hombre de unos 50 años. Un camino llevaba a un puñado de casas de techo de chapas y otras de madera, del programa Un Techo para mi País. Contó que serían unas 12 viviendas y que todas habían resistido el vendaval, pero habían quedado sin conexión eléctrica y por eso estaban a la espera del restablecimiento.

Más cerca del vertedero Felipe Cardozo, una de las hermanas misioneras franciscanas asentadas en la zona coordinaba la entrega de pan; aclaró que eso ocurre semanalmente, y así lo mostraban viejos, adolescentes y niños que concurrían con sus bolsitos de tela y salían con ellos llenos. En ese sentido, podía preverse que la suspensión del día de clase podía haber afectado a más de uno como, afortunadamente, no lo había hecho el viento.