Para los que no frecuentamos las pistas donde se practica hockey sobre patines, llegar a Juan Paullier y Daniel Muñoz, donde se encuentra el Platense, es algo desconocido. No es fácil imaginar cómo es ese mundo si no se lo vive desde adentro. Con mucha amabilidad de las personas que están en la recepción del club llegamos a la pista. Muchos niños, adolescentes e incluso madres, que también tienen su lugar para jugar. La primera imagen fue ver a Claudio Maeso pedir los carnet de notas a los chiquilines que iban ingresando la cancha.

Claudio tiene 35 años y es montevideano. Desde muy chico está arriba de los patines. “A los dos años empecé a patinar y a los tres empecé a jugar al hockey”, recuerda. La vinculación al deporte viene de familia: “Mi mamá hacía patín artístico y mi padre jugaba al básquetbol. Empecé en un par de patines y por el hecho de que estaban en el club, prácticamente me formé y crecí acá adentro, era mi segunda casa. A medida que pasaron los años me fui enamorando de este deporte.” Sobre su primera experiencia fuera del país, dijo: “A los 17 años me fui a jugar a Argentina, a Huracán de Buenos Aires. Cuando volví de allá me entró el entusiasmo por dar clases a niños. Desde ese momento estoy dedicado a jugar por la selección y a formar niños.”

En un país donde la competencia interna no ha alcanzado un gran desarrollo, tener la posibilidad de viajar a jugar al exterior no es algo sencillo. Claudio lo contó así: “Me vieron en un torneo. Vino un equipo argentino a jugar acá y me vieron jugar. Al entrenador de ese equipo, Huracán, le gustó y me ofreció una prueba. Habló con mis padres para ver si podía ir y por suerte fui y quedé. Viví todo el año en Buenos Aires y después tuve que volver, porque mi madre quería que terminara los estudios, me faltaba sexto de liceo. Lo terminé y empecé a cursar Educación Física. Luego llegó la posibilidad grande de Barcelona, que fue un sueño, porque es el mejor equipo del mundo en hockey. Al tener la chance de entrar ahí se me abrieron las puertas de Europa. Eso fue a los 25 años. Primero estuve un año en Portugal, en el Sporting. No terminé la temporada porque no me adapté, no me acostumbré y extrañaba mucho. Volví a Uruguay y al otro año, después del Mundial de San Juan 2001, surgió la posibilidad por medio de José Luis Páez, que era el capitán de la selección argentina en ese momento y jugador del Barcelona. Él me recomendó con los dirigentes, hice una prueba y fiché. Obviamente que dentro del Barça era de los suplentes porque tenía otros jugadores muy por arriba mío, pero fue muy meritorio”.

Sobre su vínculo con Platense y la enseñanza del deporte, comentó: “Como jugador estoy desde los tres años. En Huracán fue donde descubrí que en el hockey había buen nivel si se empezaba desde chico con los niños. Con Ricardo Domine éramos los dos más chicos y sentimos que teníamos que empezar a formar. Cuando volví con 19 años decidí formar la escuelita de hockey. Hace 16 años”.

También habló sobre la realidad del deporte en el país: “Somos cuatro clubes de hockey sobre patines. Los que tenemos más categorías somos nosotros. Actualmente tenemos ocho: niños desde los tres años, pasando por los juveniles, hasta Primera División. Incluso tenemos una categoría de Mami Hockey, que son mamás que juegan. Los demás clubes tienen menos categorías. Está el club Pinamar, el Cesope, y el Campus de Maldonado.” En relación a esto y a la competencia dijo: “No hay la competencia que nosotros desearíamos. Es muy irregular. De repente pasan dos meses y no jugamos nunca, y después hacemos dos jornadas en el mismo mes. Todo porque no hay un campeonato regular.No hay una liga, en la cual juguemos todos los fines de semana, como en el fútbol o en el básquetbol. A eso es a lo que aspiro, a que algún día Uruguay tenga su Campeonato uruguayo de Hockey sobre Patines. Pero como no todos tienen todas las categorías, vas a jugar un torneo y no podés ir con todas. La idea es tratar de que todos tengamos las categorías de niños”.

Más que hockey

Consultado acerca de las capacidades que una persona debe tener para practicar hockey, contestó: “La primera aptitud que tiene que tener es ser un niño intrépido. Un niño que se anime a correr el riesgo de caerse porque el deporte tiene mucha velocidad y muchas caídas. Como digo siempre, mantequita no puede ser, porque si se cae y llora, va a pasar llorando toda la clase. Eso es lo primero, que no tenga miedo a las caídas. En segundo lugar tiene que ser un niño que tenga un mínimo de coordinación, porque estamos hablando de que tiene que dominar los patines y al mismo tiempo llevar la pelota y el palo. Después es importante empezar de chico. En mi caso, siento que pude llegar a lo que llegué gracias a que empecé de niñito. Eso hace que tengas un dominio del patín muy prematuro al lado de ocho chicos que empiezan a los diez u 11 años, y que el dominio de palo y pelota sea como manejar la pelota de básquetbol, por poner un ejemplo. Con 11 años es viejo para empezar, para poder llegar a ser un jugador de nivel”.

En relación a la petición de los carnet a sus jugadores, mencionó: “Lo implanté cuando volví de España. Los cuatro años que tuve la suerte de estar en Europa, y especialmente en España, siento que cambiaron mucho mi mentalidad. Aprendí muchísimo en Barcelona, que para mí es el mejor club del mundo, no sólo en hockey sino a nivel general. Por la importancia que le dan al niño, la importancia que le dan al estudio. En la colonia, donde se quedan los chicos que no son de Barcelona, tienen escuela, liceo y maestras particulares que los ayudan a hacer los deberes. Cuando volví, traté de hacer como si el Platense fuera un mini Barcelona, salvando las enormes distancias. Pero no en lo material, ya que es imposible, nosotros no podemos pagar sueldos de miles de dólares, pero sí que tengamos los valores que tiene Barcelona como club. Ellos tienen una frase que es ‘Más que un club’. Y es verdad. Los chicos aprenden cómo comportarse en la mesa, la importancia del estudio, cómo cuidar sus materiales. Por ejemplo hay un día que es revisación de patines; cosas que no vi hacer en otro lado”.

Entrelazado con lo mencionado anteriormente agregó: “También tuve la suerte de tener una familia que si andaba mal en el estudio lo primero que me cortaban era el hockey. En su momento protestaba mucho, pero después me di cuenta de que gracias a la educación que tuve terminé el liceo, terminé la carrera de Educación Física, ahora estoy terminando Relaciones Públicas y Organización de Eventos; el estudio también influye en el deporte. Si no tenés una educación fuerte y la cultura que te da el estudio, por más buen deportista que seas, no vas a llegar a nada. Entonces, quiero que los padres sientan que los profesores de nuestro club los apoyamos, que para nosotros también es importante que sus hijos sean buenos estudiantes. Me ha pasado de tener jugadores con una técnica bárbara pero tenían siete u ocho bajas, perdían el año por faltas. Desde que impuse esta norma, cada vez que reciben el carnet tengo que tener una copia. Los adolescentes si tienen más de una baja, no van al paseo de fin de año. A los niños les digo que no vienen a la fiesta de fin de año, que es con el verdadero Papá Noel, que hace 11 años que está viniendo. La verdad me ha ido bien. Los padres están contentos porque sienten que los estamos ayudando. Por otro lado, a mí me llena de satisfacción, porque cuando viajamos me doy cuenta de que la educación y la cultura que tienen los niños de nuestro club no la tienen todos. Y eso es mérito de los padres y también nuestro”.

Summun

Sobre sus primeros pasos con la selección uruguaya nos contó: “Mi primera citación fue a los 14 años. A los 15 ya había jugado un partido amistoso. Recién jugué un partido oficial a los 16. Fui a mi primer Mundial en 1994, en Chile”. Aquel certamen lo recuerda con cariño desde el punto de vista personal: “Fue una emoción enorme porque tuve la suerte de quedar goleador del campeonato. Lamentablemente, con la selección no nos fue bien ya que quedamos 11o. Era el primer Mundial al que íbamos después de 20 años”.

Después vinieron más experiencias, y así las detalló: “Luego fui a México en 1996. En 1998 fue en China y no fuimos, porque cada jugador se tiene que pagar el pasaje, y ese viaje costaba 3.000 dólares. En 2000 fuimos a Inglaterra, tuve la suerte de volver a salir goleador con 31 goles. Uruguay quedó cuarto. En 2001 fue al único Mundial que pudimos ir, que fue en San Juan. Volvimos a bajar, quedamos penúltimos. En 2002 fue en el Cilindro Municipal, que fue un Mundial espectacular, muy bueno. Volvimos a quedar cuartos. Siempre tenemos el drama de que llegamos a semifinales pero el tercer puesto se nos niega. En 2004 fue en Macao, y de vuelta no pudimos ir. En 2006 fue en el Cilindro otra vez. Quedamos afuera en la primera fase, nos tocó un grupo muy difícil con Colombia y Mozambique. En 2008 fue en Sudáfrica y quedamos quintos. En 2010 en Austria quedamos sextos. Y este año para mí fue el summun de los mundiales porque la verdad que este torneo en Canelones batió todos los récords. Fueron 2.000 personas todos los partidos.”

También se tomó su tiempo para analizar la participación del último torneo: “Me quedo contento en cuanto al rendimiento de la selección y personal. Físicamente me sentí muy bien. Creo que nunca me sentí mejor. También hice un entrenamiento muy fuerte, fueron ocho meses de preparación. Pero no pudimos lograr el objetivo, que era quedar terceros. La verdad que llegamos cansados al último partido. Me quedo con la parte buena. Estuvimos a nivel de las potencias. Le ganamos a Holanda, que nunca le habíamos ganado en la historia de los mundiales, perdimos un partido contra Sudáfrica, que fue el campeón, por un gol. A nivel personal me quedo muy contento porque pude hacer 14 goles, que sinceramente para mí no es poca cosa, no esperaba hacer tantos. Lo mejor de todo fue la expectativa que hay; tenemos 110 chicos anotados para empezar la escuela de hockey a partir de marzo del año que viene.”

Claudio tuvo mucho que ver con la organización del Mundial en Canelones en noviembre, ya que lanzó la primera piedra: “En 2010 fui el que tiró la bomba en un congreso de autoridades en Austria. Nosotros fuimos sin delegados y yo pedí permiso a la Federación para ir como representante de Uruguay. Cuando preguntaron qué país estaba interesado en organizar el Mundial, yo levanté la mano y dije: Uruguay. No sabía ni cómo carajo íbamos a hacer. Ni siquiera sabía si la Federación iba a estar de acuerdo. Fui entusiasmando a mis compañeros, armé un grupo de trabajo con gente muy capaz como Víctor Demichelis, que fue el que llevó todo adelante. La idea mía era hacer el torneo en el Palacio Peñarol, estaba obsesionado con eso”. El organizador de eventos Enrique Bello fue el que recomendó que se hiciera en Canelones. “Me llevé la sorpresa de que el intendente, Marcos Carámbula es un tipo con mucha calidez humana. De primera se entusiasmó y me dijo: ‘No sé cómo pero quiero que el Mundial venga a Canelones’”.

Acerca de cómo es el desarrollo del hockey en la región explicó: “La potencia número uno es Argentina, lejos. En especial las ciudades de San Juan y Mendoza, que es donde está el hockey más fuerte. Chile ha subido muchísimo. Estaba prácticamente a nivel nuestro y en los últimos diez años se ha despegado. Llegaron a ser campeones del mundo femenino y en varones no están tan arriba pero están en un quinto, sexto puesto a nivel mundial, que es muy meritorio. Brasil el problema que tiene es que tiene clubes en Recife, Río de Janeiro y en San Pablo, pero las distancias son muy largas. Tiene menos nivel que Argentina. El otro país sudamericano que está bien, más o menos a la altura nuestra, es Colombia. Pero a nivel local es muy superior, tienen 12 clubes de hockey y cuatro ligas. Fijate que nosotros no tenemos ni una. Por eso siempre digo que el nivel que tenemos en la selección y en los niños nuestros, para la poca competencia que tenemos, es muy bueno”.